Pensó que se trataba de una cámara indiscreta. Pero cuando lo subieron con violencia a uno de los cinco autos que lo esperaba afuera del colegio en noviembre del año pasado, todo cambió. No era una broma, sino la vida real en una de sus dimensiones más crudas: el poder estatal sobre él, un joven de 17 años -16 en el momento de la detención- al que acusan de la quema del Metro Pedrero (ocurrida el 18 de octubre de 2019), y para quien la Fiscalía pide diez años de cárcel.
Se trata de Benjamín, el único menor de edad que aún se encuentra en un Centro de Internación Provisoria (CIP) del Servicio Nacional de Menores (SENAME) de las más de 2500 personas presas desde el estallido social vivido en Chile.
“Cuando ya lo subieron a uno de los vehículos de la PDI, él recién empezó a darse cuenta y a entrar en shock, porque le quitaron su teléfono y a garabatos e insultos le pidieron su clave, se le activó el teléfono y marcó al papá. Y dentro de eso el papá escuchó cuando lo estaban amenazando, insultando”, relata su madre, Pilar Morales, en conversación con El Ciudadano.
Luego de la detención de Benjamín, llamaron a Pilar a eso de las 13:00 horas para decirle que su hijo mayor había sido arrestado y que su casa estaba siendo allanada. “Yo no estaba en la casa, estaba trabajando y mis padres son de la tercera edad. Mi mamá tiene un problema al corazón y no dejaban tampoco que la vecina ingresara a verla. Y ahí estaba también mi hija menor, tuvieron que pasar por todo esto”, relata la madre.
“Fueron como cinco vehículos a buscarlo, era como un espectáculo. Luego a mi casa llegaron siete vehículos llenos de ratis, y estaba toda la cuadra con funcionarios de la PDI, no dejaban pasar a nadie ni a la gente salir de sus casas. Fue un show”, agregó la mujer.
A la semana siguiente y con la misma cobertura mediática, detuvieron a Daniel Morales, tío de Benjamín. Con 35 años, la Fiscalía pide para él 20 años de cárcel, acusándolo de ‘incendio con peligro para las personas’ -también por la quema del Metro Pedrero- dejándolo con prisión preventiva, que se encuentra cumpliendo actualmente en el Módulo 12 del penal Santiago 1.
También, allanaron su casa: “Exigían plata internacional, dólares o bolívares que supuestamente la esposa de Daniel tenía”, relata Nelson, su hermano, y tío de Benjamín, quien detalla que los intimidaron durante meses: “Desde que los tomaron detenidos, y duró como dos o tres meses. Yo creo que hasta hace poco andaban acá. A veces se paraba un auto afuera y podía estar horas o todo un día con gente arriba y nosotros nos sentimos perseguidos, amedrentados”, señala Nelson Morales.
“Fue una persecución familiar. Varios de nosotros perdimos trabajos, la gente que se relacionaba con nosotros por pegas o cosas de ese tipo ya nos tenía un poco más de cautela y no nos contactaba, cosas así”, menciona Nelson. “Estábamos todo el día vigilados. Nos seguían a los trabajos, y siempre había gente infiltrada, incógnita, paseando por aquí”, agrega Pilar.
Una familia típica chilena
La de Benjamín es una familia cristiana, participantes de una iglesia. También les gusta el deporte: son hinchas del Colo-Colo. El 18 de octubre, Benjamín y Daniel habían ido a una junta del equipo de sus amores, y en el trayecto se encontraron con el estallido y lo que estaba ocurriendo no solo en Metro Pedrero, sino en todo Santiago.
Sin ninguna tendencia política específica, son de los que aprendieron que para vivir hay que trabajar. “Así nos enseñó mi papá”, dice Pilar, quien hasta antes de lo que fatídicamente ocurriera ese 8 de noviembre, trabajaba haciendo aseo en casas del barrio alto, sin contrato ni remuneración fija. Tiene una hija de ocho años y vive en la comuna de La Granja.
Su hermano Daniel, trabaja hace quince años. Solía vivir con su esposa, sus dos hijos -uno de diez y otra de cuatro- y su suegra en la misma comuna que sus hermanos y su sobrino.
“Imagínate, nosotros somos una familia chilena como cualquiera, tenemos nuestra creencia, nuestra postura ante la sociedad, tenemos cosas como cualquier persona, pero no le hacemos daño a nadie. Cualquier persona que viene o lo necesita, lo hacemos pasar a nuestro hogar y le damos un plato de comida, una sopa caliente. No somos malas personas”, dice Pilar, al otro lado del teléfono.
Un niño tranquilo
Benjamín fue detenido con 16 años. Cumplió 17 estando preso en el CIP San Joaquín. “Le fui a cantar cumpleaños feliz afuera del SENAME. Llegaron como 30 personas, porque yo lo puse en internet y me fueron a acompañar”, cuenta su madre.
‘El Benja’, como lo llaman quienes lo conocen más de cerca, “es un niño tranquilo, amoroso e introvertido. Participa en un club deportivo, nunca se le inculcó ninguna idea política”. Así lo describe su tío, que ha vivido con él desde pequeño. “Siempre está preocupado de los viejos, le gusta ayudar a las personas. A él le encanta jugar a la pelota, sale a campamentos cristianos. Entonces no es un terrorista como lo han dado a conocer o como lo quieren mostrar”, relata su mamá.
Sin embargo, el peso del Estado no ha sido en vano, y hoy el Benja, luego de siete meses de encierro, es otro: “Si tú me preguntas como está ahora, es un niño que está callado, la mayoría del tiempo está en silencio”, describe Pilar.
Durante todo el proceso, a Benjamín le han otorgado en dos oportunidades arresto domiciliario, siendo revocado por la Corte de Apelaciones poco tiempo después. La primera vez -cuenta su madre- Benjamín se mostraba entusiasta, diciéndole «ya mamá, voy a irme, pero luego voy a salir».
La segunda fue distinta: “Como que ya estaba completamente desanimado. Y nos daba mucha fuerza a nosotros cuando lo iban a venir a buscar. ‘Tranquila mamá, yo sé que no me va a pasar nada, que igual adentro tengo mis cosas, conozco a los tíos’. Pero cuando uno entraba a su pieza en la noche igual estaba llorando”.
Cuando Benjamín se enteró de que Fiscalía pide diez años de cárcel para él, llamó temprano a su mamá, afectado: “Para que el Benja llore delante de las personas tiene que ser mucho. ‘Mamá, mira lo que me está pidiendo el Fiscal, son diez, imagínate, voy a salir a los 27 y yo quiero estudiar, quiero hacer otras cosas. Como puede pedirme esto para mí que nunca he hecho nada malo, que nunca he faltado el respeto a nadie’. Entonces tú como mamá tienes que tragarte las lágrimas, ponerte fuerte y darle fortaleza a tu hijo”, cuenta Pilar, conmocionada.
Para Felipe Guerra, de la Coordinadora 18 de octubre, “la pena de diez años que le piden a un joven de 17, lo que busca es arruinar su vida, busca castigarlo. La acusación por la quema de los metros, que fueron símbolos de esta revuelta popular, busca sancionar a los supuestos autores con un castigo ejemplificador”.
El proceso judicial
Benjamín está imputado por el delito de incendio con peligro para las personas: “Se castigará al incendiario con presidio mayor en su grado medio a presidio perpetuo: 1° Cuando ejecutare el incendio en edificios, tren de ferrocarril, buque o lugar habitados o en que actualmente hubiere una o más personas, siempre que el culpable haya podido prever tal circunstancia”.
El día de la detención del niño, Pilar y el papá de Benja se dirigieron hasta donde se encontraba detenido. En el lugar, les tomaron declaraciones. En ese entonces, el Fiscal a cargo era Omar Mérida -quien nunca se ha desligado del caso-. “Fue él quien me preguntó sobre mi hijo”, enfatiza la madre. “Hay cosas que yo no recuerdo muy bien. Estuvimos varias horas ahí. Me preguntaba cosas que él quería escuchar, no que yo pudiera relatar la verdad. Como cosas entre cortadas”.
Del allanamiento a la casa de Benja, solo se llevaron calzado “y lo que mostraron en la tele”, dice su mamá. “Revisaron todo y no encontraron ningún implemento inflamante o artículos que pudiesen ser preparados, nada. Luego de eso solamente encontraron sus zapatillas”
“Mi hermano y el Benjamín no salen haciendo nada. Salen manifestándose, pero ninguno de los dos se ve prendiendo fuego”, enfatiza Nelson al referirse a los videos que han presentado las defensas de los jóvenes, a cargo de los abogados Lorenzo Morales y Rodrigo Román -respectivamente- de la Defensoría Popular.
“Todos los oprimidos, las oprimidas, salieron a la calle a manifestarse, a atacar lo que los oprimía. Uno de esos casos fue el Metro, en que todos participaron en esos ataques. Lo que se muestra en las cámaras, en la investigación y en todos lados, es que no hay grupos organizados, planificados, conspiradores que protagonizaron esos hechos, y a Benjamín y a su tío Daniel se les acusa de esos ataques buscando una cara visible para saciar la sed de venganza de parte del Estado”, destaca Felipe Guerra, de la Coordinadora.
Actualmente, el Fiscal a cargo sigue siendo Omar Mérida. Sin embargo, fue Manuel Guerra quien cerró la investigación, solicitando 10 años de cárcel para Benjamín y 20 para Daniel Morales. «Estos jóvenes son inocentes», declara el abogado defensor del menor, Rodrigo Román. La preparación del juicio oral será entre el 24 y el 26 de este mes, instancia en la cual la defensa pedirá el cambio de la medida cautelar a arresto domiciliario.