Cubanos y cubanas, de todas las edades, extranjeros, mandatarios y dirigentes políticos de todo el mundo. Son muchísimas las personas que están llegando a la isla en las últimas horas para despedirse del líder revolucionario Fidel Castro.
El largo adiós al ex mandatario se extendrá por nueve días, entre funerales masivos y una última peregrinación por su país, hasta que sus cenizas serán depositadas en el cementerio Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
Cuba digiere la pérdida y va pasando el duelo, mientras tanto isleños como el resto del mundo se preguntan cómo será esta tierra sin Fidel, pero sin él de verdad.
Su hermano Raúl, quien heredó la presidencia en 2006, ha promovido las reformas más atrevidas desde los años 50, con el deshielo entre La Habana y Washington como la más estelar de todas ellas, pero también permitiendo el crecimiento de una incipiente actividad económica privada. El hermano menor de Fidel, de 85 años, se rodeó de líderes de su confianza y de militares leales al régimen. A pesar de que ya anunció que se retirará en 2018, se aseguró la secretaría general del PC hasta el 2021.
El historiador Gabriel Salazar pronostica a El Ciudadano el liderazgo en solitario de Raúl Castro a partir de lo que los sociólogos llaman «glutinización del carisma», es decir, «el carisma sobrevive en un hijo, un hermano, o amigos del mismo lote inicial, gente que genera confianza. No sólo es una línea hereditaria y de espíritu, sino que al mismo tiempo hay un sistema y un partido político. Con ambas cosas, el carisma castrista no se ha debilitado como el de Chávez. Es mucho más sólido el sistema cubano que el venezolano, tanto por el lado civil como por el militar«.
Proyección del castrismo
Salazar considera que «el que venga [después de Raúl Castro] no creo que salga de una política distinta a las anteriores, pero sí puede ocurrir que con el desbloqueo planteado por Obama, a Cuba, se la abra una oportunidad que nunca había tenido antes para desarrollar su economía y consolidarse a través de relaciones internacionales con América Latina, Europa, o Asia, con China, por ejemplo».
El académico es optimista a la hora de predecir el futuro de la isla: «Yo auguro un mejor porvenir a Cuba y no creo que esté en peligro el sistema político de los Castro«. Según él, podría producirse una apertura en varios planos, en la Iglesia Católica, cuestiones culturales, el turismo, hacia las relaciones internacionales, «pero el régimen creo que se mantendrá sólo que con una cosmética más abierta al mundo, porque además de tener a Estados Unidos a 150 quilómetros, Donald Trump no es la persona más confiable».
En relación al papel del ejército para la nueva etapa, asegura que «será un garante que tiene que permanecer porque la amenaza de invasión de Estados Unidos a Cuba va a continuar, aún más con el retroceso provocado por la llegada de Trump a la Casa Blanca». Según él, el futuro presidente tendrá que enfrentar «una oposición interna muy grande» si aplica la amenaza de deshacer los pasos de Obama para poner fin al bloqueo. «Yo creo que se va a poner más cuidadoso en la política, también con Cuba. Se ha moderado y se va a seguir moderando», asegura.
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Preguntado por el riesgo de la apertura económica y los cambios que las nuevas generaciones vienen reclamando para que se dé un relevo generacional en el poder, Salazar no ve «tanto el peligro por ahí como, por ejemplo, con lo que pasó con la URSS, que cuando se abrió un poco el sistema, aparecieron los nuevos capitalistas, una nueva burguesía rusa consumista y neoliberal, terriblemente enriquecida que ha terminado manejando todo, en un profundo oportunismo».
Legado para América Latina
«El legado que nos entrega Fidel es que en Cuba, en el contexto latinoamericano de los años 50, contra una tiranía como la de Batista, la vía armada podía tener éxito. Y lo tuvo». Así resume el historiador la importancia de la figura del revolucionario para la región Latinoamericana.
Desde su análisis histórico, reconoce que a pesar de ser un «legado victorioso», no podría aplicarse hoy día «porque que ya no tiene vigencia».
Salazar relata como el papel de Fidel Castro en la historia está estrechamente vinculado al contexto del fin de la Segunda Guerra Mundial. Explica que en 1948 tuvo lugar un encuentro de cancilleres latinoamericanos en Bogotá para pedir a Estados Unidos que, como vuelta de mano a la colaboración que en nombre del panamericanismo varios de estos países ofrecieron a los norteamericanos durante la guerra en Europa, los países latinoamericanos reclamaron a EEEUU más ayuda al desarrollo, a lo que éstos «se negaron rotundamente».
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Ese fue porque, según él, los países de la región salieron de la vía panamericana y buscaron desarrollarse por sí mismo a través de la vía institucional, siguiendo el modelo que había dejado Lázaro Cárdenas en México. El experto menciona los ejemplos del presidente Juan José Arévalo en Guatemala, Rómulo Betancourt en Venezuela, Rómulo Gallegos en Ecuador, Paz Estenssoro en Bolivia y Allende en Chile en el año 58. «El fracaso de estos intentos, la intervención brutal norteamericana y la negativa a apoyar a «sus hermanos americanos», provoca que Fidel Castro y sus compañeros asuman que el camino que tienen por delante es la lucha armada«, concluye.
El académico es enfático en señalar que Castro triunfó tanto en el intento de «superar los lastres que dejó el colonialismo antiguo en América Latina», como en el enfrentamiento con EEUU.
Para él, el eterno debate en torno a la falta de libertades individuales en Cuba, tiene una argumento claro que plantea en forma de pregunta: «¿Qué podía hacer la isla en este contexto? ¿Iba a organizar una democracia liberal para que la derecha cubana y sus amigos de EEUU estuvieran dentro del Congreso y dentro del país legítimamente? ¿O organizaba un gobierno fuerte de seguridad nacional para evitar la posibilidad de que EEUU siguiera manipulando?
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«Eso explica por qué en Cuba surge un régimen no democrático liberal, hay distintas formas de democracia», apunta. Y agrega: «Hay que tomar en cuenta que en la región, la forma organizativa a través de la que muchas veces se logró mantener fuera el imperialismo fue el caudillismo popular, com el caso de Perón en Argentina, Chávez en Venezuela, o los Castros en Cuba».
El binomio que siempre acompaña a Castro, revolucionario-autoritario, ha provocado en los últimos días reacciones de varios líderes mundiales a favor y en contra de la figura del ex mandatario. Salazar apunta al respecto: «El anti castrismo más visceral sólo existe en dos países del mundo: en EEUU y en Chile, la postura de la derecha chilena». Y continúa: «En Chile la derecha es endopática, es muy pobre teóricamente hablando, es de emoción y sentimiento. No hay nada que le dé tanto miedo a la derecha como el saqueo, el robo y el asalto de sus propiedades». «A Castro lo asocian con eso y le inventan algo que nunca hizo. Y además lo asocian con Pinochet, cuando son figuras total y absolutamente distintas», cierra.
Meritxell Freixas
@MeritxellFr