En el corazón del sistema eléctrico chileno, una empresa sobresale por su dominio en el sector: ENEL. Lo paradójico y profundamente preocupante de esta situación es que esta compañía, que controla gran parte del suministro eléctrico en Chile, no pertenece en su mayoría a capitales chilenos, sino a capitales italianos. Más aún, el propio Estado italiano posee una participación significativa en ENEL, lo que le otorga un poder de intervención y decisión en un sector estratégico chileno, algo que ni siquiera el Estado chileno puede hacer, debido a barreras legales establecidas por decisiones políticas de décadas pasadas.
El Origen de la Anomalía: La Influencia de la Derecha Chilena y el Rol de Sebastián Piñera
Para entender cómo llegamos a esta situación, es crucial analizar las decisiones políticas que han marcado la historia reciente de Chile. Durante la dictadura de Augusto Pinochet, y posteriormente con la consolidación del modelo neoliberal, la derecha chilena impulsó una serie de reformas que promovieron la privatización de sectores estratégicos de la economía, entre ellos, el sector energético. Estas políticas, que en teoría buscaban mejorar la eficiencia y atraer inversiones, tuvieron un efecto colateral devastador: la pérdida de control del Estado chileno sobre sus recursos estratégicos.
Sebastián Piñera, quien jugó un papel clave en la política chilena, fue uno de los promotores de la consolidación de este modelo. Su administración mantuvo y profundizó la tendencia de privatización y liberalización económica que permitió a empresas extranjeras, como ENEL, adquirir un control significativo sobre recursos esenciales del país. Durante su mandato, no se llevaron a cabo reformas significativas que permitieran al Estado recuperar control sobre estos sectores, consolidando así la posición dominante de ENEL en el mercado eléctrico chileno.
Antecedentes Históricos y la Transición a ENEL
Antes de la presencia de ENEL en Chile, existía Chilectra, una compañía que jugó un papel crucial en el suministro de electricidad en el país. Chilectra, una empresa chilena con participación española a través de Endesa (España), se convirtió en un actor clave en la distribución de electricidad en Santiago y otras regiones. La privatización del sector eléctrico chileno comenzó en la década de 1980 con la venta de Enersis, una holding que incluía a Chilectra y otras empresas eléctricas, en el marco de las políticas neoliberales implementadas durante la dictadura de Pinochet.
Endesa España adquirió una participación mayoritaria en Enersis, lo que le permitió controlar un sector significativo del mercado energético chileno. A lo largo de los años, Endesa consolidó su poder en Chile, culminando en la compra de Chilectra. Sin embargo, la transformación definitiva ocurrió en 2015, cuando ENEL, una empresa estatal italiana, compró Endesa España, adquiriendo así las operaciones de Endesa en Chile, incluyendo Chilectra. Desde entonces, Chilectra cambió su nombre a ENEL Distribución Chile, consolidando el control de ENEL sobre gran parte del suministro eléctrico chileno.
El Control Extranjero sobre un Recurso Nacional
Lo irónico y alarmante de esta situación es que, mientras el Estado chileno tiene las manos atadas para intervenir directamente en una empresa como ENEL, el Estado italiano, a través de su participación accionaria en la empresa matriz, sí tiene esa capacidad. El 23,6% de las acciones de ENEL S.p.A, la matriz de ENEL Chile, son propiedad del Ministerio de Economía y Finanzas de Italia. Esto significa que el Estado italiano tiene una influencia directa en las decisiones estratégicas de la empresa, algo que contrasta brutalmente con la incapacidad del Estado chileno de intervenir en un sector que afecta a su propia población.
Implicaciones para la Soberanía Energética
Este escenario plantea serias preguntas sobre la soberanía energética de Chile. En un mundo donde la energía es un recurso estratégico, esencial para el desarrollo económico y la seguridad nacional, ¿cómo es posible que un país como Chile haya cedido tanto control a manos extranjeras? La situación es más preocupante si consideramos que decisiones cruciales sobre la infraestructura energética, tarifas y expansiones de red pueden estar influenciadas por intereses que no necesariamente coinciden con los del pueblo chileno.
La incapacidad del Estado chileno para intervenir en ENEL refleja una limitación autoimpuesta que tiene su raíz en decisiones políticas que priorizaron el capital privado por sobre el bienestar nacional. Las reformas que permitieron la privatización del sector eléctrico han tenido como consecuencia una pérdida de control sobre uno de los recursos más vitales para cualquier nación: la energía.
El Camino hacia la Recuperación del Control
Recuperar el control del sector energético es una tarea titánica, pero necesaria si Chile desea asegurar su soberanía en el futuro. Esto no implica necesariamente la nacionalización total de la industria, pero sí requiere una reevaluación profunda del marco regulatorio que permita al Estado tener un rol más activo en la gestión de sus recursos.
La situación de ENEL debería ser una llamada de atención para todas las fuerzas políticas del país. Es imperativo que se abra un debate sobre cómo restablecer un equilibrio que permita al Estado chileno intervenir y regular de manera efectiva el sector energético, garantizando que los intereses nacionales prevalezcan sobre los extranjeros.
Chile se encuentra en una encrucijada. La situación con ENEL es solo la punta del iceberg de un problema más amplio: la pérdida de control sobre sectores estratégicos que definen el presente y futuro del país. Es hora de que el país reflexione sobre las consecuencias de las políticas neoliberales y tome medidas para garantizar que los recursos chilenos estén, en última instancia, al servicio de Chile y no de intereses foráneos. La soberanía energética no es solo una cuestión de independencia, sino también de justicia y equidad para todos los chilenos.
Por: Alfonso Ossandón Antiquera – Corresponsalía Milano Italia