Mucho se ha estado especulando sobre el destino inminente del Partido Encuentro Solidario ante la obtención apenas del 2.75 por ciento de los votos en 2021; que si la posible imputación de la eventual pérdida de su registro, que si una posible inconformidad ante la autoridad electoral, que si una carta a los Reyes Magos.
Sin embargo, ni la intercesión divina podría salvar a este partido de una segunda muerte.
Porque el PES ya murió una vez en 2018, cuando se llamaba Partido Encuentro Social. Su primera defunción acaeció a la tierna edad de cinco años como partido nacional, en los que conoció la gloria de la cercanía y las promesas del presidente López Obrador, quien no dudó en defender la alianza de un partido de izquierda como el que encabeza con un partido conservador como Encuentro Social, con el sofisticado argumento de «sumar fuerzas contra la mafia del poder».
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Sin embargo, no era este un PES que sumara fuerzas y en cambio vio sus entrañas cundidas de lampreas políticas, que ni disfrazadas de ángeles o falsos profetas lograron convencer fuera del rebaño evangélico, cuyas ovejas remataron como bienes semovientes algunos pastores en los tiempos del primer registro.
Tras permanecer año y medio en el sepulcro, en septiembre de 2020 revivió como Lázaro, gracias a las intensas gestiones de su fundador Hugo Éric Flores y al beneplácito del INE, justo a tiempo para jugársela en los comicios electorales que recién se celebraron.
Casi nadie en 2021 mordió el anzuelo del PES
Durante las elecciones de 2021, el PES remó contra la corriente del siglo XXI y fundamentó su estrategia política en el antiabortismo, enfocando la mayor parte de su propaganda en el eslogan de «La defensa de la vida» y produciendo comerciales televisivos melodramáticos que recordaban episodios de La Rosa de Guadalupe. Desde blancos sepulcros extrajeron los papiros con los guiones más salados de los siete mares, y con ellos apelar al sinárquico prurito de las buenas conciencias del electorado mexicano.
Con 2.75 por ciento del total de los sufragios emitidos el 6 de junio de 2021 (un millón 291 mil 154 votos), su rendimiento electoral en los comicios de 2021 fue ínfimo; no le fue bien ni en su cuna, Baja California, donde Hank Rhon arrasó una vez más sin apenas bajar las botas del escritorio de su despacho en el galgódromo de Agua Caliente.
El PES asumió riesgos descomunales con candidaturas improvisadas, como la del médico Alfredo Victoria en Puebla, quien ni siquiera en el debate de candidatos pudo desempeñar un papel decoroso. Fernando Manzanilla, su secretario en Puebla, ya prepara un recurso ante el Instituto Electoral para evitar la pérdida de su registro, aduciendo que «hubo muchos factores que jugaron en contra» de su partido. No se necesita ser experto en derecho electoral para apreciar lo poco promisorio de este argumento.
En otros estados, el PES se encuentra ya dando las últimas bocanadas. Tal es el caso de San Luis Potosí, donde se apresta a impugnar la elección de los siete distritos federales; o Baja California, donde están exigiendo reapertura de paquetes electorales y conteo de voto por voto.
Mientras que en el mundo de los sueños las posibilidades son infinitas, la Ley General de Partidos Políticos estipula en su artículo 94, inciso b, como causal de pérdida de registro:
“No obtener en la elección ordinaria inmediata anterior, por lo menos el tres por ciento de la votación válida emitida en alguna de las elecciones para diputados, senadores o Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, tratándose de partidos políticos nacionales, y de Gobernador, diputados a las legislaturas locales y ayuntamientos, así como de Jefe de Gobierno, diputados a la Asamblea Legislativa y los titulares de los órganos político-administrativos de las demarcaciones territoriales del Distrito Federal, tratándose de un partido político local”.
Ley General de Partidos Políticos
Manzanilla Prieto: sin un barco al que saltar
Cuentan los marineros más curtidos que no hay llanto más lastimero que el de los roedores en un barco que se hunde en altamar.
La segunda muerte del PES es inminente. Ni siquiera habrá ascenso a las cámaras superiores de la partidocracia Mexicana. Por si fuera poco, el azufre ronda a sus gladiadores siniestrados, quienes ya se desgañitan como los profetas de Baal desacreditados por Elías.
Fernando Manzanilla Prieto, su secretario general por la Cuarta Circunscripción, lo está pasando mal. Ni los peces ni los panes se multiplican en su mesa. Es el fin de una dilatada racha en exquisitas sinecuras políticas, que incluyeron la Secretaría de Gobernación a lo largo de las administraciones de Moreno Valle Rosas, Pacheco Pulido y los primeros meses de Barbosa Huerta, de la cual fue dispensado de mala manera solo para volver a su curul en San Lázaro.
Pero en la administración del Gobierno del Estado nadie lo extraña. Cualquier asunto que Fernando Manzanilla pudiera atender, Ana Lucía Hill Mayoral lo despacha con mayor solvencia, dado que su atención está enfocada en el servicio público y no en la operación política, como le pasaba a Manzanilla.
Expulsado del cobijo del gobernador en funciones, apostó todo a Encuentro Social como una humilde casa que lo cobijara de la intemperie política y desde la cual incluso tuviera oportunidad de mover algunos hilos al interior del PAN en las manos de su aliada Genoveva Huerta.
De acuerdo a lecturas expertas que se hicieron en su momento, la encomienda de Manzanilla Prieto era bloquear a toda costa a Eduardo Rivera Pérez primero a la candidatura del PAN y, una vez que eso no fue posible, a la alcaldía.
Pero una vez que fracasó en estos dos objetivos, con Encuentro Solidario fuera del catálogo de minipartidos, la barcaza de Fernando Manzanilla se ha extraviado en un ignoto archipiélago.
Es tiempo que deje de coser aquellas desgarradas y encuentre una nueva embarcación, porque regresar al Morena de Barbosa no parece factible; y si volviera a tocar las puertas del PAN, pondría a Genoveva Huerta entre la espada y la pared, toda vez que implicaría una confrontación con el alcalde electo Eduardo Rivera Pérez.
¿Quién querría ver a un PAN bicéfalo, con una cabeza a las órdenes del alcalde y la otra testa alineada con el dueto Genoveva-Manzanilla? Ningún presagio favorable podría venir de esta abominación. En los últimos tres años se ha visto que este modelo no es viable para el buen funcionamiento de ningún partido político.
Otro camino para Manzanilla sería reunirse con el dirigente social del PES, Hugo Eric Flores Cervantes, y disponer su amplia experiencia como operador político al servicio de una segunda resucitación del PES, ahora como Partido Encuentro Sempiterno, Partido Encuentro Sagrado o cualquier otra posibilidad por el estilo.
También podría fundar su propio partido político, labor por demás desgastante, pero no imposible para unos colmillos como los de Manzanilla Prieto, más afilados que los de un tiburón.
El PES se arquea y las branquias suplican, por última vez, algo de aire.
El PES ha muerto. ¡Viva el PES!