Mario Acuña, la víctima del Estado que nadie quiere ver

Con 44 años, el hombre recibió una brutal golpiza por parte de agentes del Estado el 23 de octubre del 2019 en la comuna de Buin, quedando hasta hoy en día con graves secuelas

Mario Acuña, la víctima del Estado que nadie quiere ver

Autor: Camila Sierra

Con 44 años, el hombre recibió una brutal golpiza por parte de agentes del Estado el 23 de octubre del 2019 en la comuna de Buin, quedando hasta hoy en día con graves secuelas. Se han interpuesto al menos tres querellas por homicidio frustrado en contra de quienes resulten responsables. Las instituciones de salud que deberían haberse hecho cargo del caso actualmente lo tienen casi en total abandono.

Por Camila Sierra Madrid


Un año del estallido social en Chile, y muchas de las sistemáticas violaciones a los derechos humanos perpetrados por el Estado aún no tienen juicios ni caras visibles que se hagan responsables.


Uno de ellos es el caso de Mario Acuña (44), poblador del sector Jorge Washington en Buin, quien fue brutalmente golpeado en la cabeza por funcionarios de la 15° Comisaría de la misma comuna el 23 de octubre del 2019 durante una manifestación territorial. Vecinas y vecinos habían prendido velitas y una fogata en la esquina de Bajos de Mate con Los Olmos “por los muertos del estallido”, dice Paola Martínez, tía de Mario. “Él estaba con un tarrito tocando. En la otra esquina también había fogata, había gente adulta y más allá también. Nosotros no estábamos haciendo nada”, continúa la tía.


En ese contexto es que llega Carabineros. Con las balizas del vehículo de radio patrulla apagadas, se bajan tres de ellos, uno disparando perdigones. Las cerca de 30 personas que había en el lugar —entre familias y vecinos— salieron corriendo. Muchos de ellos se escondieron en la casa de Paola. Mario no arrancó y fue el blanco de la bestial golpiza perpetrada por los funcionarios. Para algunos, sicarios a sueldo. Una vez resguardados, la familia se da cuenta que Mario no estaba. Su tía sale a mirarlo, con miedo, según ella, de que Carabineros siguiera ahí. Poco rato pasó cuando llegó ensangrentado a la vivienda. “Me patearon con los bototos entre tres pacos”, alcanzó a decir Acuña, antes de quedar inconsciente.


Mario, quien había tenido decepciones en la vida, que realizaba trabajos esporádicos y que tomaba alcohol pero sin consumo problemático, era conocido en el barrio por la buena voluntad de hacer favores que lo caracterizaba. Muy apegado a su tía, su primo y el resto de las personas con las que vivía, no tenía ningún tipo de daño cognitivo y se valía por sí mismo, sus hijos lo visitaban y llevaba una vida relativamente tranquila, lo que llaman “normal”.

Mario Acuña luego de recibir la brutal golpiza, cuando aun estaba conciente.


FUE EL ESTADO: GOLPIZA Y AMEDRENTAMIENTOS

“Entró el Mario, la parte derecha de su cabeza estaba llena de sangre y le limpiamos ahí, la sangre corría y corría, no la podíamos parar. Él me dice que quería ir a acostarse y yo le digo ‘no, quédate para limpiarte bien la cabeza’. Se quedó un ratito ahí y luego otra vez me dice que se quería ir a acostar”, relata Paola.


A la mañana siguiente —el 24 de octubre del 2019— Mario Acuña es trasladado de urgencia al Hospital Barros Luco, luego de que fuera encontrado por su primo Arnold, inconsciente, con convulsiones y completamente orinado. La noche anterior, Mario pudo comunicarse, decir que le dolía la cabeza y que habían sido los carabineros quienes lo habían golpeado. Estuvo las dos primeras semanas en coma, mientras su familia y los médicos pensaban que moriría o quedaría en estado vegetativo. “Me cuesta un montón recordarlo, estarlo viviendo otra vez, porque Mario no era una persona para que lo dejaran así”, manifiesta Paola, enfática y emocionada.


La ambulancia se tardó poco. Sabían, al escuchar el relato, que se trataba de algo grave. Se lo llevaron de inmediato al hospital, de donde salió de vuelta a su casa después de varios meses. Ese mismo día y el siguiente, según cuentan varios testigos, carabineros de civil se acercaron a la casa de Acuña, así como también de algunos vecinos, preguntando por él y diciendo que había sido una pelea: “venían a preguntar cómo estaba Mario, cómo seguía, que había sido una riña. ‘No si yo era amigo de Mario’, ¿amigo de Mario? ¿carabineros de civil? Después nosotros les dijimos que dejaran de venir a hostigarnos, ¿qué no ven el sufrimiento de nosotros?”, cuenta Paola Martínez.


Durante esos días, la familia de Mario recibió la visita de una abogada del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), quien interpuso una querella el 26 de octubre del 2019 por homicidio frustrado en contra de quienes resultaran responsables. Así mismo, Marlene Quintana, abogada particular de uno de los hijos de Acuña, también interpuso una querella bajo la misma figura.


Carabineros, por su parte, señalaron en un comienzo que el ataque había sido en “legítima defensa”, acusando que había desórdenes graves cuando llegaron al lugar, lo que se desmintió prontamente. Hace alrededor de tres meses, volvieron los hostigamientos por parte de la institución, pasando por fuera de la casa donde se encuentra actualmente Mario, alumbrando hacia adentro. “¿Con qué fin?”, se pregunta la tía de la víctima.


EL ABANDONO INSTITUCIONAL

Con un traumatismo craneoencefálico severo con hemorragia subdural, quedó Mario Acuña luego de la golpiza. Ese fue el diagnóstico que le dieron a sus familiares en el Hospital San Luis, donde fue trasladado en febrero de este año y de donde salió el 31 de marzo del 2020.


Durante su estadía en ambos hospitales, le hicieron una traqueotomía y una gastrostomía, por donde se alimenta. Una vez dado de alta, era el Centro de Salud Familiar (CESFAM) de Buin la institución que debía hacerse cargo de Acuña. Más, tanto Paola Martínez —quien está al cuidado de la víctima desde que está en la casa— como Mariela Santana —abogada de la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU)— declaran que no fue así.


“El primer mes y medio (es decir, durante abril y parte de mayo) venían del CESFAM dos veces a la semana. Después venían una vez a la semana, pero después no vinieron más. Yo llamaba para decir que Mario tenía dolor y me enviaban remedios, pero cualquier remedio, paracetamol, diclofenaco”, señala su cuidadora.


Santana —profesional que hace algunos meses lleva el caso a través de CODEPU— menciona que desde que fue dado de alta a la fecha, no se le ha realizado ningún tipo de examen médico a la víctima para monitorear y realizar un seguimiento de su estado de salud. Luego de un requerimiento legal que se hizo para que el CESFAM lo visitara, el 8 de septiembre se constituyeron en el hogar. Más, según Paola, solo le tomaron la temperatura y se fueron.

Mario Acuña en el hospital.

El lado que quedó más dañado fue el derecho. Si bien no se tiene certeza del perjuicio cognitivo con el cual quedó Mario, ya que no se le han hecho los exámenes que se requieren para saberlo, Acuña no habla, pero sí se comunica con el medio a través de parpadeos y del movimiento de su mano izquierda, hemisferio que no resultó tan dañado y que por ahora es el que tiene más hábil. “Una pestañeada es sí y dos pestañeadas es no. Y con la manito, si está bien, me hace con el dedo hacia arriba”, señala su tía Paola, con quien ha desarrollado una particular comunicación.


Antes de trasladarlo desde el Hospital Barros Luco, a Paola Martínez le enseñaron a aspirar a Mario, lo que quiere decir limpiarle las secreciones de la traqueotomía con una máquina a través de sondas. Pero nada más. Además de los medicamentos que envían desde el CESFAM cuando la cuidadora da aviso de que ya se acaban, no les proporcionan ningún otro tipo de insumo requerido para el cuidado de Mario, quien pertenece a la Unidad de Postrados del Centro de Salud Familiar.

Su familia, a quienes les cambió la vida por completo desde lo cotidiano hasta la forma de organizarse, tampoco ha recibido ningún tipo de tratamiento psicológico ni orientación en cuanto a los cuidados que se deben tener con una persona postrada que hasta ahora, es completamente dependiente. “Antes de que pasara esta cuestión, Mario se reía de cualquier cosa, era alegre, extrovertido, nunca amargado. Manifestaba todos sus estados de ánimo”. Así lo señala su tía, a quien también le cambió la vida luego de este brutal hecho.


DIAGNÓSTICO Y AVANCES MÉDICOS

Cuando dejó de recibir supervisión médica estatal fue que Mario comenzó con dolores severos. Por la zona del cerebro donde recibió la golpiza, padece de espasticidad. Esto quiere decir que aumenta su tono muscular, provocando que sus músculos se pongan rígidos e impide el movimiento voluntario de éstos, causándole incomodidad y dolor. “Sus rodillas le llegan hasta el pecho cuando está con dolores”, dice su cuidadora. Cuando comenzó con tal problema, le decían en el CESFAM que debía llevarlo al hospital, pero ya había estallado la pandemia por COVID-19, por lo que Paola prefería no ir por temor a un contagio.

Según un neurólogo que trabaja en el Hospital Barros Luco y quien tuvo acceso a los escáner que se le realizaron al paciente, Mario no presentaba daño basal. Esto quiere decir que efectivamente la condición en la que se encuentra Acuña es debido a la golpiza recibida. Si bien en la epicrisis —documento médico que resume los aspectos más relevantes de la enfermedad que cursó o sufre la persona— dice que en un comienzo se trataba de un “paciente en una condición de mal pronóstico”, al momento de darle el alta manifiesta que “se encuentra en buenas condiciones generales”.


Según Mariana San Martin —colaboradora y amiga de la familia de Acuña— y el grupo de profesionales voluntarios que trabajan en el cuidado y tratamiento médico de Mario, Paola lo tiene en “muy buenas condiciones”. Esto, a pesar de que no cuenta con prácticamente ninguna ayuda estatal. “Cuando llegamos a conocer a Mario pensamos que nos encontraríamos con algo mucho peor”, señala la kinesióloga voluntaria que hace alrededor de dos meses se encuentra tratando al poblador.

Mario Acuña y su tía Paola.


La misma profesional declara que Mario “al estar alimentándose por sonda también tiene un evidente grado de desnutrición. No tiene masa muscular, sus músculos están muy débiles. Al estar tanto tiempo en cama se absorben los nutrientes necesarios por la gastrostomía, pero no más allá”.
Tanto el neurólogo como la kinesióloga concuerdan en que la espasticidad de la víctima siempre va a estar, ya que la lesión en el cerebro no va a desaparecer, por lo que el daño neurológico tampoco. Mas sí se puede mejorar su calidad de vida y apuntar, a través del tratamiento, a convertir a Mario en lo menos dependiente y más funcional posible. “Mario estaría mucho mejor si hubieran empezado las intervenciones al tiro y no un año después”, remata la kinesióloga.


Según Mariana, Mario ha tenido una evolución en cuanto a la comunicación. “Al principio nosotros comentábamos algunas cosas pensando que él no las entendía, y el Mario sí las entiende. Él sí reclama de vez en cuando algunas cosas. Se enoja, quiere ser incluido en las decisiones. Él manifiesta si alguien le agrada o no le agrada”, dice.


SOLO EL PUEBLO AYUDA AL PUEBLO

Al verse prácticamente en total abandono, Paola Martínez comenzó a buscar ayuda. En una cruzada por encontrar almas solidarias que quisieran unirse a la causa, fue que contactó a Mariana San Martín, quien no dudó en adherirse. Fue esta última quien, a través de redes sociales, logró aunar a un grupo de profesionales —principalmente de la salud— y organizaciones territoriales para trabajar voluntariamente en el tratamiento de Mario.


Ha sido de esta forma que tanto Mario Acuña como su familia han podido obtener mejoras, ya sea en su salud física y mental, como en su calidad de vida. “Todo lo que se ha logrado ha sido en base a la colaboración de la comunidad”, apunta Mariela Santana, una de sus abogadas.

Este grupo de profesionales hoy por hoy se conforma de kinesióloga, fonoaudióloga, traumatólogo, terapeuta ocupacional y psicopedagoga. El equipo de jóvenes y valientes expertos ha realizado un par de capacitaciones a la familia del paciente para colaborar conjuntamente en su cuidado —principalmente en lo que se relaciona con la espasticidad que padece—, así como también han trabajado en la elaboración de un plan de tratamiento que comenzaron a llevar a cabo.

También han recibido orientación remota de un neurólogo, quien les ha explicado algunos aspectos importantes en cuanto a la condición de Mario y los cuidados que debe tener.

“Él al principio no sabía si era de día o de noche, por ejemplo, hasta hace dos meses y medio atrás, más o menos. Ahora él ya sabe si es de día o de noche, el mes en que estamos. Con la estimulación cognitiva hemos ido de a poquito y ha dado resultado. También hemos hecho algunos ejercicios para fortalecer la mano que él puede mover un poco a voluntad cuando está sin dolores, porque cuando está con dolores no se puede hacer nada”, comenta Mariana.

Mario Acuña recibiendo la visita del grupo Illapu


SITUACIÓN LEGAL

Además de la querella interpuesta por el INDH por homicidio frustrado, CODEPU interpuso otra por el mismo delito. Esta última, eso sí, va en contra del General de Carabineros, Mario Rozas, en contra de los funcionarios de la 15° Comisaría de Buin y todos aquellos que resulten responsables en las distintas calidades, autores, cómplices o encubridores.


Mariela Santana, abogada de CODEPU, insiste en que el carácter y la naturaleza de estos delitos es que son de lesa humanidad, “porque son perpetrados en contra de la comunidad por agentes del Estado”. El Fiscal a cargo es Gamal Massu Haddad y todas las querellas se encuentran en el Juzgado de Garantía de San Bernardo. “Confiamos, a la luz de la investigación, en que antes de fin de año tendremos formalizados en esta causa”, asegura Santana.

Según la querella a la que tuvo acceso La voz de los que Sobran, el capitán Juan Rosales sería quien disparó los perdigones la noche de la golpiza a Acuña desde la escopeta que portaba, los que impactaron a dos personas, una de ellas sobrino de Mario.

Se supone que en el vehículo que llegó con las balizas apagadas esa noche portaba a cinco funcionarios. El mismo documento —querella declarada admisible el 20 de mayo del 2020— menciona que los otros carabineros que se encontraban dentro del auto y se bajaron a perpetrar la golpiza a Mario serían el cabo segundo Henry Cuellar, Jonathan Neira y Antonio Lastra.


Por su parte, la abogada de CODEPU menciona que van a insistir en citar a declarar a Mario Rozas. “Nosotros sostenemos que aquí no se puede desconocer que hay una verticalidad de mando. Que hay una responsabilidad por parte de Mario Rozas. Él no puede desconocer que hay una jerarquía en las instituciones, y de no existir esta estructura de poder jerarquizada dentro de la institución de Carabineros, estos hechos no tendrían lugar”, aludiendo a que quienes golpearon a la víctima, no lo hicieron de libre albedrío.

“Aquí lo que hay es una política de Estado, una política de represión de la protesta social, de represión de la manifestación. Hay un patrón de conducta desde octubre del año pasado hasta la fecha. Aquí no existen los funcionarios que se vuelven locos, sino que esto obedece a instrucciones. Por eso la importancia de dirigir la querella contra la autoridad máxima”, declara Santana.


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