La Conferencia de Seguridad de Munich, considerado el foro internacional sobre defensa más importante y que tiene al conflicto de Siria como tema principal, concluyó ayer. Esto, luego de tres días de ponencias y conversaciones marcadas por el acuerdo alcanzado en la madrugada del pasado viernes entre Rusia y Estados Unidos para lograr el cese de las hostilidades en Siria en el lapso de una semana.
El encuentro terminó con la oferta del presidente ruso, Vladimir Putin, a su homólogo norteamericano, Barck Obama, de “crear un frente antiterrorista único” que permita luchar contra el Estado Islámico y otros grupos implicados en la guerra de Siria.
Desde el Kremlin informaron que ambos líderes mundiales “valoraron positivamente los resultados de la Conferencia de Munich y confirmaron los principios y disposiciones de la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU” para “impulsar un verdadero proceso político en Siria”, conseguir el cese al fuego y permitir la entrada de la ayuda humanitaria al país.
Un optimismo que, en cambio, contrasta con el escepticismo que mostró el presidente de la conferencia, Wolfgang Ischinger, quien utilizó términos como “desolación” o “confianza quebrada”, después de dos días de conversaciones entre centenares de ministros y jefes de Estado de las grandes potencias.
¿Hacia una nueva Guerra Fría?
Un episodio polémico que dejó la reunión fueron las declaraciones que el primer ministro ruso, Dimitri Medvédev, espetó el pasado sábado: “A veces me pregunto si estamos en 2016 o en 1962”, dijo en referencia a que –en su opinión- el mundo se acerca progresivamente hacia «una nueva Guerra Fría».
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Medvédev alertó de la presión y el aislamiento a los que la OTAN ha sometido a Rusia: «Casi todos los días, nosotros (Rusia) somos descritos como la peor amenaza. Ya sea para la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en su conjunto, para Europa, Estados Unidos o para otros países», aseguró.
Las réplicas a las controvertidas declaraciones no se hicieron esperar. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró que la coalición occidental «no quiere una nueva Guerra Fría» y que “no busca la confrontación” pese a que “tiene que responder firme”. Además, acusó a Rusia de desestabilizar «el orden de seguridad europeo».
Stoltenberg indicó que la realidad de la alianza frente a Rusia es nueva porque la política exterior de Moscú con sus vecinos es “más agresiva, como se evidenció en Ucrania”. «No estamos en una situación de Guerra Fría, pero tampoco estamos bajo el orden que habíamos establecido al final de ella», concluyó el secretario general de la OTAN.
En este sentido, se refirió a los dos conflictos que provocaron las críticas y sanciones de Occidente a los rusos: la anexión de la península de Crimea en 2014 y los ataques aéreos rusos en apoyo al presidente sirio Bashar Al-Assad, hecho que fue duramente criticado por los representantes occidentales, como el primer ministro francés, Manuel Valls, o el secretario de Estado norteamericano, John Kerry. Éstos les acusaron de mantener una campaña de bombardeos contra civiles sirios en apoyo al régimen del presidente sirio y contra “grupos de la oposición legítimos”.
Aunque los informes de los observadores del conflicto indican que más de 1.000 civiles fallecieron a causa de los ataques, Medvédev insistió en que «no hay ninguna evidencia de que Rusia esté bombardeando civiles».
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Discurso sobre el conflicto entre bloques
Los discursos con referencias se han convertido en un recurso recurrente desde la anexión rusa de Crimea, y evidencia una escalada de tensión entre Rusia y la OTAN.
Pero esta retórica ha sido utilizada también desde la otra parte en varias ocasiones. Hace pocos días, el secretario de Defensa de EEUU, Ashton Carter, anunció su decisión de cuadriplicar el presupuesto anual del Pentágono dedicado a “seguridad europea” para “disuadir a Rusia de una agresión”, y agregó que “desde hacía 25 años que no nos habíamos preocupado de esto”.
Junto con eso, el pasado miércoles el jefe de la inteligencia norteamericana, James Clapper, afirmó que “ciertas conductas agresivas” de Moscú “pueden conducir a una espiral parecida a la Guerra Fría”.
Capitalismo vs Islamismo radical
A pesar de que la Rusia de hoy no es la de la Unión Soviética, pues ocupa la mitad del territorio y no tiene la capacidad militar de aquel entonces, este país –junto con China– son los que más aumentaron su inversión militar el 2015, según el Instituto Internacional para los Estudios Estratégicos (IISS por sus siglas en inglés). A pesar de eso, EEUU sigue siendo el que más gasta en defensa, superando la suma de los 10 países que lo siguen.
La Guerra Fría fue un conflicto ideológico de 45 años que se desató entre los bloques socialista -formado, entre otros, por la Unión Soviética- y el capitalista, que englobó a las potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos. Sin embargo, algunos expertos aseguran que la diferencia entre las tensiones de aquel entonces y las de hoy es que el conflicto global actual se da entre el capitalismo y el islamismo radical. Los analistas aseguran que es en esta batalla donde existe una oportunidad para la cooperación entre Rusia y Occidente.
La guerra de Siria se ha cobrado, desde que empezó en 2011, un total de 250.000 muertos y alrededor de 11 millones de desplazados.
Meritxell Freixas