Valor para soltar y resurgir a ras del miedo

En un momento crítico de su vida, nuestra entrevistada encontró trabajo en la Cruz Roja, uno que le devolvió el amor propio y su vida misma

Valor para soltar y resurgir a ras del miedo

Autor: Lorena Vázquez

Te presentamos, como cada domingo, una nueva vida excepcional; esta es la cuarta. Te pedimos que la compartas y te inspires, a través del valor, lucha y renacer de nuestros entrevistados, para continuar tus días.

Ella, quien pidió el anonimato narra que a la edad de 20 años, cuando estudiaba la universidad, empezó a enfrentar el problema de la bulimia; el desorden alimenticio que lleva al paciente a comer de manera compulsiva y luego vomitarlo.

Cuenta que justo en ese momento su pareja sentimental terminó por primera vez con ella; aunque esa tortuosa relación duraría 6 años. Enfatiza que ella comenzó a tomar esa conducta lacerante para

«Llenar ese vacío emocional”

Entrevistada

Asegura que amaba a su novio, y esa ruptura le desordenó sus emociones. Al fin joven, sintió que tras perder a la persona que “más quería”, su vida había perdido sentido.

Intervención familiar

Su familia notó su rápida pérdida de peso, que llegaban a casi los 7 kilos, también los cambios emocionales; dejó de reír, de convivir. La veían aislada y triste. Así sus padres hablan con ella, la aconsejan y le piden que vaya con un psicólogo familiar.

Ella accede a ir cuatro sesiones con un especialista que le ayuda a comprender que su problema tenía raíces en la infancia.

Comparte que creció en un ambiente sumamente estricto, donde la violencia doméstica influyó para desencadenar conflictos en su vida adulta.

“Mi mamá nos decía que quería hijos perfectos”

Entrevistada

Estricta y perfeccionista educación

Abunda en esa educación disciplinada, en donde la “corregían” o “educaban” con el cable de la plancha, la cuchara, básicamente con lo que estuviera a la mano. Incluso recuerda que una vez su mamá le puso sus manos, a una corta edad, sobre la lumbre de la estufa.

Aunque ella recibió ayuda psicológica, y se curó de la bulimia, volvió a esa relación problemática. Hasta llegar a tener una hija con él. Detalla que al principio estuvieron viviendo juntos como pareja en casa de él, pero luego de año y medio, y de haberla corrido, por lo menos tres veces de su hogar. Él le propone que se regrese a su familia nuclear en lo que «consigue un trabajo».

Ella una vez más creyó en él, y así lo hace, vuelve con sus padres, y por un tiempo él le llevó dinero para ella y su hija. Aunque aclara que ellos dos ya no eran nada. Después se ausentó…

Irresponsabilidad paterna

Lo peor de esta destructiva situación entre ella y el padre de su nena llegó al punto máximo, cuando él le asegura que tras realizarse unos estudios “no puede ser papá”, por tal, no era su hija; incluso le pide explicaciones a ella como si fuera una aprovechada.

Ella se quebró, pero finalmente esto fue la pauta para reconocer que ya había sido suficiente el daño que se había provocado a sí misma y a su hija, quien a veces veía a su padre, quien a veces recibía amor y sustento, quien descubrió que su papá sí podía concebir, porque tenía otra hija.

A los 33 años nuestra entrevistada corta de tajo el trato con el sujeto y le prohíbe acercarse a su pequeña, de 7 años ya. Comenta que ella quiso imponer una demanda alimenticia, y se asesoró con abogados, pero no lo consiguió porque como al hombre no se le podían comprobar gastos, tal solicitud fue improcedente.

Con anterioridad, a sus 31 años, tuvo que superar la dolorosa muerte de su madre, a causa de cáncer de estómago, complicado con diabetes.

Sin su “sostén” más fuerte en su vida; es decir, su mamá, su hija tuvo que madurar rápidamente para hacerse cargo de sí misma en muchos aspectos de su vida diaria, porque nuestra entrevistada trabajaba. Entonces entre ella, una menor de 7 años, y su prima de 10, se apoyaban mutuamente en sus necesidades.

Su bisabuela de 92 años, en ese entonces, ayudaba a las dos menores a realizar las actividades que no podían atender sus madres, porque ambas estaban fuera de casa trabajando.

Momento crucial para volver a empezar

En el 2011, a la edad de 29 años, ingresa a trabajar a la Cruza Roja Mexicana. Entra como capturista, con bajo salario; porque estaba desesperada por encontrar un empleo, ya que no lo encontró durante casi un año.

Ahí, ella demuestra su potencial, su excelencia como empleada, lo que pronto la ascendería a auxiliar administrativa del área cuentas por cobrar, antes seguro popular, de la Cruz Roja Mexicana.

En 2013 decide estudiar una maestría en Hospitales y Salud Pública, la cual tuvo que pausar en 2015 para dedicarse a cuidar a su mamá que ya tenía su salud deteriorada. Pero logra concluir sus estudios en 2017.

Posteriormente vuelven a rendir fruto su buen desempeño y la nombran asistente de la presidencia del Consejo Directivo de Cruz Roja, en la ciudad de Puebla.

Con ánimo relata las experiencias que han enriquecido su vida al interior de una institución no lucrativa como lo es Cruz Roja.

“En los temblores del 2017 pude ver todo el trabajo que realiza Cruz Roja, porque fuimos centro de acopio de apoyo para los damnificados”

“Hubo mucho labor humanitario para llevar el apoyo a las personas afectadas por los temblores en las comunidades”

Entrevistada

Ella es testigo del indescriptible trabajo que hacen todos los que pertenecen a esta inigualable institución. Porque la mayoría de sus servicios, como los primeros auxilios, y traslados de agraviados, no tienen costo.

“En realidad, Cruz Roja se mantiene por los ingresos del hospital”

Entrevistada

Autoestima restaurada

Actualmente ella y su hija son el mejor dúo; su pequeña de 11 años la cuestiona sobre si le presentará a los novios que tenga, a lo que ella responde que sólo lo hará cuando llegue la persona indicada, “que valga la pena”, si es que llega.

El estar en Cruz Roja también le ha servido para reafirmar su autoestima, conocer a gente valiosa y reconocer lo verdaderamente importante en los seres humanos.

Para finalizar, ella recomienda a quienes pierden la cabeza y el corazón por las personas menos indicadas:

“Ser fuertes, pedir ayuda, porque eso no nos hace débiles”

“Aunque parezca que no hay salida, siempre hay una solución; porque es en las situaciones más fuertes de la vida, cuando empiezas a renacer y todo empieza a tener sentido”

Entrevistada

Ella comprendió que amor no es dolor, por ningún motivo, y que basta una decisión sensata y madura para cambiar el rumbo de nuestra existencia.

Nos leemos en la próxima Vida Excepcional.

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