“Para nosotros la platería tenía motivos mágicos, religiosos, filosóficos… también marcaba una escala en la posición social de una mujer”, explica Silvia Rinque, platera mapuche nacida en Junín, provincia de Buenos Aires, Argentina. Sus familiares son descendientes de la comunidad mapuche de Los Toldos, la más cercana a la Ciudad de Buenos Aires, a 270 km.
“Hace 30 años que me dedico a hacer platería mapuche. Es mi medio y mi modo de vida. Primero empecé recabando los diseños tradicionales, tratando de mantenerlos en sus usos y costumbres”.
Durante una charla, Silvia hizo la descripción de las piezas fundamentales que componen el ajuar de una mujer mapuche y relató sobre sus usos y significados: “trarilonco quiere decir atador de cabeza o vincha, se utilizaba como un llamador de buenos pensamientos…; sobre el pecho se usaba una especie de pectoral llamado trapel acucha, una pieza muy importante porque los mapuche pensamos que en el pecho habita el alma…; el tupu (pinche), generalmente redondo porque representa la luna, sujeta una capa que lleva la mujer mapuche denominada ikülla. Esas son las tres piezas básicas del ajuar…”.