-Perla Suez de Argentina se quedó con el premio mexicano para mujeres escritoras.
-«El país del diablo» está protagonizado por una niña con sangre mapuche en la «Conquista del Desierto».
«Todavía no lo puedo creer. Son momentos de la vida muy hermosos y emocionantes”. Así de conmovida se mostró la escritora cordobesa Perla Suez (1947) cuando Clarín le preguntó por el Premio Sor Juana. Lo ganó ayer con su novela El país del diablo (Edhasa). “Es un western ubicado en La Patagonia, en el que el protagonista principal es el desierto, que es testigo de todo”, señaló la autora. “Además de leer mucho, vi todos los westerns que pude para poder escribir la novela, por eso salió bastante cinematográfica”, dijo Suez, que con su obra Humo Rojo, había ganado el Premio Nacional de Novela en 2013.
En ese mar de arena omnipresente, se mueven el resto de los protagonistas de esta historia: Lum, una chica hija de padre blanco y madre mapuche, y cinco hombres blancos que, sin saber que la niña los sigue, viajan de vuelta a su fortín. Todo sucede durante la Conquista del Desierto: “así le decía el gobierno del General Roca, presidente de la República Argentina a fines del siglo XIX, a la tierra patagónica donde vivían los indios mapuches. El decía que había que exterminarlos”, señaló Suez.
El Premio, dotado con 10.000 dólares, lo concede la Universidad del Claustro de Sor Juana en el marco de la Feria del Libro de Guadalajara, en México, que tendrá lugar entre el 28 de este mes y el 6 de diciembre. Es un reconocimiento al trabajo literario de mujeres escritoras en lengua española. Los miembros del jurado dijeron que decidieron premiar esta novela “porque constituye una recuperación de la memoria”.
Suez, que además de novelas ha escrito libros infantiles, como Las flores de hielo o Un oso, contó que la obra –que le llevó cuatro años escribir– comenzó a fraguarse en su cabeza al tiempo que leía estudios antropológicos sobre cómo los pueblos originarios se asentaron en el continente americano: “algo se dio vuelta en mi corazón y pensé que yo vengo de los barcos, que gracias a la Argentina mis abuelos no murieron de hambre. Lo que nunca me contaron es que fue a costa de asesinatos que pudimos tener esas tierras”.
¿Suez cree que ahora se está contando la historia de una forma más veraz desde las escuelas? “Aún nos falta mucho», señala la escritora. «Pero algo está cambiando. Creo que se ha empezado a contar la verdadera historia y en las escuelas se está reflexionando sobre el tema. Además, ahora hay movimientos en defensa de los pueblos originarios. Es importante que no olvidemos quienes somos y los pueblos originarios son parte de este país. De hecho, si en lugar de tratar de exterminarlos hubiésemos decidido convivir, la Argentina sería mucho más rica culturalmente».
Suez también ha mirado hacia adentro. “Yo vengo también de un pueblo al que se trató de exterminar, el judío, y creo que todos tenemos derecho a tener un lugar donde vivir, pero no a costa de asesinatos o guerras, para eso conmigo no cuentan”.
Suez tiene una larga trayectoria: en 2006 salió la Trilogía de Entre Ríos, donde se reunieron tres de sus novelas: Letargo (2000), finalista del Premio Rómulo Gallegos, El arresto (2001) y Complot (2004). En 2007 la autora ganó la beca Guggenheim, con la novela La pasajera. Humo rojo (2012), fue finalista del Premio Rómulo Gallegos 2013 y recibió el primer Premio Nacional de Novela de Argentina
Ayer, la escritora dijo ser consciente de que ni el arte ni la literatura van a cambiar el mundo, “pero pueden ayudar. Yo lucho con la palabra,que se ha vacíado de sentido en este mundo tan complicado en el que vivimos. La pregunta que me hago es: ‘¿cómo hacer para volver a llenarlas de significado?’». Otra de las búsquedas de la novela, contó la autora, responde a otra pregunta: “¿quienes son los salvajes y quienes los civilizados si lo miramos desde el siglo XXI?”.
Al final del libro aparece otro importante personaje, la hija de Lum, “que es tercera generación”, señaló la autora. Sobre su decisión de incluirla, Suez dijo que se dio cuenta de que buscaba supervivencia, que «quedaron sobrevivientes”. La escritora tiene clara una cosa: “tenemos una deuda con los pueblos originarios que tenemos que saldar».
Fuente: Clarín.com