El vuelo oculto de los aviones no tripulados

Hace pocos días el ministro de Minería, Hernán de Solminihac, mostró a los medios un avión no tripulado, conocido como drones

El vuelo oculto de los aviones no tripulados

Autor: Mauricio Becerra

Hace pocos días el ministro de Minería, Hernán de Solminihac, mostró a los medios un avión no tripulado, conocido como drones. La presentación fue hecha para mostrar su utilidad en el monitoreo de cráteres de volcanes activos. Lo que no se dice es su uso en acciones policiales contra las manifestaciones ciudadanas y como herramienta capital en el espionaje sobre amplias capas del territorio. Estados Unidos los usa para asesinatos selectivos y sólo el 2010 los drones mataron a 957 personas en Pakistán. En Chile la industria militar israelí proporciona los aparatos a la FACH.

 

Protegido por la oscuridad de la noche, un robot volador observa y filma silenciosamente un país desolado. Captura imágenes de fogatas, de personas buscando refugio entre los escombros y evalúa el nivel de amenaza de cada ser humano con su cámara infrarroja. La información recolectada es simultáneamente entregada a las Fuerzas Armadas. En un espacio más cómodo, en la central de operaciones, un operador extranjero maneja el robot tal como lo haría cualquiera con su juego de video.

 

No es Afganistán. Llegó la guerra de las galaxias a Chile.

 

ROCKSTARS DEL ARMAMENTISMO

 

A pocos días del terremoto y maremoto en 2010, el gobierno de Sebastián Piñera decidió seguir adelante con la Feria Internacional del Aire y del Espacio (Fidae). Por muy grande que fuera el desastre, nada podía suspender la Fidae, el evento internacional aéreo más importante de Chile. Es una exposición de tecnología aeroespacial y de defensa que agrupa a los productores y sus intermediarios en este país, con lo último en productos de aviación e industria de armamentos.

 

Ahí no estuvieron ausentes los “drones”, rockstars del armamentismo moderno, máquinas que serán usadas para vigilar a los habitantes de la zona damnificada de Concepción y luego el resto del país. Cuestión sumamente preocupante ya que, tal como ocurre en otros países, el uso de “drones” está redefiniendo los límites entre el control militar y el poder civil en Chile. Su mera presencia desafía leyes internacionales y nacionales y regulaciones internas.

 

Los “drones” -conocidos como “vehículos no tripulados”- funcionan en el espacio aéreo, en el mar o tierra. Con un tamaño que va desde 30 centímetros a más de 25 metros de ancho, los “drones” proporcionan servicios de inteligencia, vigilancia y reconocimiento. Pueden ser armados con bombas y misiles. Operan a control remoto o con un auto piloto a través de una previa programación computacional. Son equipos mecánicos móviles que pueden transportar un objeto o sistema con cierto grado de autonomía y que regresan a su lugar de origen siendo reutilizables para otras misiones.

 

En su uso civil, los “drones” se utilizan en situaciones de desastres naturales, reconocimiento de territorio, identificación de minas enterradas, patrullajes fronterizos y, recientemente, para vigilar los habitantes de grandes zonas urbanas.

 

No obstante, los “drones” pueden ser y son utilizados para neutralizar defensas aéreas del “enemigo” y convertirse en cazadores de blancos humanos y objetos. Dependiendo del tamaño y la tecnología, las máquinas voladoras más grandes y sofisticadas tienen un costo que oscila entre cinco y 160 millones de dólares. Algunos “drones” tienen la capacidad de capturar información e inteligencia militar de 20 a 40 horas de vuelo sostenido y pueden transportar entre 150 y 300 kilogramos.

 

Con la excusa de “evaluar daños a la infraestructura” en la zona del terremoto y “apoyar en las labores del control del toque de queda”, en marzo de 2010, la Fuerza Aérea de Chile (Fach) aceptó que la empresa israelí -Advanced Defense Systems- le prestara dos “drones” tácticos Aerostar fabricados por Aeronautics Defense Systems. Los “drones” grabarían -en tiempo real y en misiones tanto diurnas como nocturnas- lo que ocurría en terreno, dentro de un rango de 200 kilómetros. La recopilación de inteligencia cubre fácilmente la distancia entre las ciudades de Concepción y Constitución.

 

Sobre el control o la legalidad del uso de los “drones”, y si acaso fue una operación militar o civil, no hubo información alguna.

 

El coronel Eduardo Peña lo explicó en su momento al diario La Tercera: “Si la cámara capta saqueos o desórdenes, perfectamente puede informar en tiempo real lo que está pasando… y también podrán observar cómo aumentan o disminuyen los campamentos y ver cómo está la infraestructura. Son muy versátiles”. Algo parecido al control social.

 

El préstamo de los “drones” -gestionado por la misma Fach y que incluía especialistas enviados desde Israel para manejar los equipos- era por un tiempo indefinido y reducido a la tarea específica de catastro y apoyo al control social de la zona del terremoto.

 

Uno de los “drones” reapareció en abril de 2010, en la Base Aérea Cerro Moreno de Antofagasta, bajo la supervisión de la Fach.

 

La prensa local informó que el “dron” se utilizaría para «colaborar con el Gobierno Regional y el desarrollo de acciones preventivas por desastres naturales y la evaluación geográfica de zonas de riesgo en la Región.» Ahí se reconoció que es el mismo “dron” que “operó tanto en misiones diurnas y nocturnas, para el monitoreo de gran parte de la zona afectada con fines científicos, medioambientales y de orden público”, según declaraciones del doctor en Física de la Universidad de Concepción y asesor científico de la Fach, Rolando Hernández.

 

VIAJES SANTOS

 

Si bien las Fuerzas Armadas iniciaron un proceso de licitación de “aeronaves no tripuladas para observación táctica y estratégica”, no se estableció la necesidad para la Seguridad Nacional ni tampoco los límites civiles y militares de la aplicación de los “drones” en territorio chileno. El tema se redujo a una mera justificación basada en el terremoto de 2010, sin debate público. El proceso de licitación debió culminar con la adjudicación de tres o cuatro contratos a finales de 2010. Liderada por el Estado Mayor Conjunto, la selección de “drones” está a cargo de una comisión integrada por representantes de la Marina, el Ejército y la Aviación.

 

Sin embargo, el interés de contar con “drones” en el arsenal de las Fuerzas Armadas y, especialmente, de la Fach, es anterior al terremoto de 2010.

 

Ya en 2009, la empresa Elbit (una de las fabricantes de armas más poderosas de Israel) exhibió en Santiago tres tipos de aviones no tripulados: Skylark, Hermes 450 y un prototipo de Hermes 900, los dos últimos modelos aptos para transportar misiles y bombas. De acuerdo al comunicado de prensa, las tres ramas de las Fuerzas Armadas fueron testigos de «la capacidad de los drones en aplicaciones en inteligencia, adquisición y designación de blancos para artillería de largo alcance, vigilancia de fronteras y lucha contra el narcotráfico».

 

Asimismo, los múltiples viajes a Israel de ministros y políticos en 2010 y 2011, dejaron ver que proactivamente se buscan “drones” sofisticados que puedan subordinar su uso civil a operaciones militares.

Comando en tierra que opera drones del ejercito de Estados Unidos

Aunque las Fuerzas Armadas reciben dos mini aeronaves no tripuladas del modelo Skylark 1-LE (de la empresa israelí Israel Aerospace Industries, IAI) en octubre de 2010, de acuerdo a la licitación, el gobierno chileno pareció no estar satisfecho.

El Skylark es un modelo pequeño con un radio de acción máximo de 60 kilómetros en su versión más avanzada. El “dron” está hecho con materiales compuestos similares al plástico, pero de gran resistencia y bajo peso. La aeronave pesa 4,5 kilogramos, es impulsada por un motor eléctrico y tiene una autonomía de vuelo de 1,5 horas. Fue adquirido, entre otros países, por Canadá, Holanda, Polonia, Holanda e Israel. Está equipado con un conjunto de sensores electrónicos que le permiten adquirir imágenes y datos de telemetría a baja altitud desde el aire, en toda condición de tiempo y clima. Las imágenes e información pueden ser almacenadas a bordo del “dron” o ser enviadas en tiempo real a una estación de control y recepción en tierra. El aparato, que puede ser transportado por dos soldados a pie, es empleado para vigilancia, reconocimiento e inteligencia táctica a corta distancia. Su prioridad es la identificación y ubicación de blancos para la artillería, protección de la fuerza y seguridad de perímetro. Una cámara digital es para el uso diurno y las cámaras infrarrojas son para uso nocturno.

 

En diciembre de 2010, el entonces ministro de Transporte y Telecomunicaciones, Felipe Morandé viajó con una delegación de 45 personas a Israel. El viaje fue organizado por la Fundación País Digital, la Red de Alta Dirección de la Universidad del Desarrollo y la Comunidad Judía de Chile. Viajaron funcionarios de Gobierno, empresarios, académicos y administradores universitarios, periodistas y representantes de la comunidad judía, los senadores Evelyn Matthei y Hernán Larraín, y el hijo menor del Presidente, Cristóbal Piñera.

 

En mayo de 2011, se rumoreó en la prensa especializada que Chile estaría comprando avanzados “drones” militares a Israel, el mismo prototipo exhibido en Santiago. Con la excusa de las necesidades que dejó el terremoto, otra delegación chilena viajó a Israel en junio de 2011. Esa vez la delegación la integraron los diputados Cristián Campos (PPD), Manuel Monsalve (PS), José Manuel Edwards (RN), Sergio Bobadilla (UDI) y Marisol Turres (UDI), además de los rectores de las universidades de Talca y Adolfo Ibáñez, Álvaro Rojas y Andrés Benítez, respectivamente.

 

Luego vino otro viaje de tono secreto. A Israel llegó el ministro de Defensa, Andrés Allamand –después del accidente del avión Fach en la isla Juan Fernández- junto al jefe del Estado Mayor Conjunto, general de División Hernán Mardones y oficiales de la Fach. En publicaciones -atribuidas a una fuente diplomática chilena en Tel Aviv- se dijo que Allamand iba a “conocer de primera mano los equipos israelíes de aviones no tripulados (UAV), de interés para Chile por su utilidad para el control de fronteras”. Algunos medios reportaron que habría interés de Chile de adquirir tres unidades del “dron” Hermes 900 y dos estaciones de control. El Hermes 900 es un desarrollo del Hermes 450, capaz de soportar una carga útil de hasta 300 kg y operar hasta 40 horas con mayor capacidad de reconocimiento aéreo. Además, es un “dron” apto para portar bombas y misiles.

 

De regreso de su viaje a Israel, el ministro de Defensa fue secundado por el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, cuando lanzó el Plan Frontera Norte (Plan FN), para «combatir el crimen organizado del narcotráfico», que “incorpora y relaciona los espacios marítimos, aéreos y terrestres; los pasos habilitados y no habilitados en la línea fronteriza, integrando medios humanos y tecnológicos para la observación, alerta y acción policial para evitar el contrabando al interior del país”, informó La Nación, estimando la inversión del plan en unos 35 mil millones de pesos.

 

El Plan FN se ejecutará en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta. Hinzpeter aseguró que el proyecto fue trabajado en conjunto con el Ministerio de Defensa y contempla una inversión de 7 mil 78 millones de pesos, aunque para 2012 se espera un aumento para llegar a los 10 mil millones de pesos.

 

Relacionando la compra de “drones” con el Plan FN, el senador Hernán Larraín (UDI) señaló que “hay aviones no tripulados y entiendo que también hay aviones tripulados que tienen especiales condiciones para hacer este rastreo fronterizo”. Es “una manera no solamente de defender nuestras fronteras sino de combatir el narcotráfico” dado que “en países vecinos hay producción de drogas y parte de esa droga se trafica a través de Chile”, dijo el senador de derecha.

 

Al ser preguntado sobre si la compra de “drones” Hermes 900 de Elbit tenía relación alguna con el Plan Frontera Norte, el ministro de Defensa aclaró que el “dron” Hermes 900 «todavía está en una etapa muy previa, de manera que antes de un par de años no van a estar en pleno funcionamiento».

 

En otras palabras, la compra de tres “drones” hiper sofisticados, como lo es el Hermes 900, no tiene un objetivo claro ni tampoco una tarea específica para la Seguridad Nacional. Se suma que el “dron” en cuestión no está en condiciones de ser probado. La compra de tres “drones” por parte de Chile se puede comparar con el hecho que Estados Unidos utiliza ocho “drones” para patrullar su frontera con México y Canadá, y que Brasil usa dos “drones” Hermes 450 para vigilar el Amazonas. Chile sería el primer país -a parte de Israel- en adquirir los “drones” Hermes 900.

 

Hasta hoy, ni el Ministerio del Interior ni el Ministerio de Defensa han informado sobre el destino tanto de los “drones” prestados como los “drones” comprados, ni tampoco cuál será su jurisdicción.

 

PROBLEMAS ANTIGUOS CON JUGUETES NUEVOS

 

No hay duda que en los últimos años los escenarios de combate moderno cambiaron y que las necesidades militares se mezclan con tareas de orden civil.

 

Las operaciones militares incorporaron a los combates centrados en plataformas, el sistema del combate en red, conocido como Net Centric Warfare (NCW). Desde luego, es una consecuencia directa de la evolución de las tecnologías de información (ITS).

 

A partir del proceso de detección de un objetivo, identificación del mejor tirador y comando de fuego con la tecnología de video y en conjunción con una red centrada en la infraestructura, se permite que cada uno pueda utilizar las imágenes para sus propios fines. Con herramientas tácticas más ágiles y conectadas que emiten una gran cantidad de información y una red centrada en la táctica, se afecta considerablemente la velocidad de mando y se conduce al encierro del enemigo.

 

Por ejemplo, hoy existen “drones” tan pequeños que pueden ser llevados en las mochilas de los soldados y ser armados y hasta rediseñados en cosa de minutos.

 

Con un precio actual de 56 mil dólares por unidad, el “dron” RQ-11B Raven es sumamente popular entre las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Además de ser fácil de usar, el silencioso Raven pesa apenas dos kilogramos. Ocupa el sistema de GPS y se incorpora en un mapa militar basado en un avanzado sistema de comunicaciones que permite que exista banda ancha para que hasta 40 “drones” puedan operar en una misma área. Convierte a los “drones” en dispositivos que se pueden comunicar entre sí, configurando una manada de “drones” sin necesidad de control humano. Además de vigilancia y reconocimiento de terreno, estas máquinas aceptan ser armadas con bombas. En ambos casos, los “drones” pueden identificar y seguir el blanco sin mayor esfuerzo.

 

De esta manera, la eficacia militar en NCW está dada, en primer lugar, por el conocimiento y, en segundo lugar, por la comprensión y finalmente por la decisión. Así, el argumento para usar “drones” en la guerra y en situaciones de conflicto se basa en que es una solución limpia y eficaz.

 

Sin embargo, el uso de estos equipos genera una gran inseguridad en la sociedad civil donde se aplica, sin contar el daño y pérdida de vidas humanas evidentes.

 

Tampoco son infalibles. Los “drones” requieren un contacto constante con la estación de control. Son varios los casos en que se perdió contacto con un “dron” armado y debió ser derribado para que no emprendiera un vuelo autónomo y díscolo. Se suma la posibilidad de intervención externa a los sistemas de redes de comunicación, tal como ocurre cuando un hacker se mete en una página en Internet.

 

Todos problemas o inconvenientes que parecen no frenar la expansión de la demanda de “drones” en el mundo. Se estima que en el mercado mundial las ventas superarán los 70 mil millones de dólares de aquí al año 2020, siendo Estados Unidos el principal usuario e Israel el principal exportador. Más de 40 países del mundo ya cuentan con “drones” o están en desarrollo de propios modelos.

 

DRONES Y LA SOCIEDAD CIVIL

 

Ahora bien, esta herramienta militar puede ser utilizada en el ámbito de asuntos civiles, cosa que ocurrió hace poco en el estado de Dakota del Norte y que demuestra hacia dónde se dirige la aplicación de “drones”.

 

El uso de un “dron” MQ-9 Predator -el mismo tipo que caza terroristas en Pakistán y Afganistán bajo la orden de la CIA y que cuesta cinco mil dólares la hora de vuelo- en el arresto de ciudadanos estadounidenses en diciembre de 2011en Dakota del Norte, puso en tela de juicio la falta de estándares para su uso, las consecuencias que tiene sobre el derecho a la privacidad y muy particularmente, la aplicación de herramientas militares en situaciones civiles.

 

En este caso, el “dron” fue prestado a la policía local (desde una base militar cercana) sin permiso judicial alguno. Ya costando 154 millones de dólares, el “dron” Predator zanjó un impasse de 16 horas que involucraba el posible robo de tres vacas.

 

Vale recordar que el mero uso de “drones” en Estados Unidos está sujeto a permisos de la Agencia de Aviación Federal (FAA) para proteger la seguridad de la actividad de la aviación civil.

 

La FAA está en pleno desarrollo de nuevas regulaciones ya que se calcula que, en EEUU, son 85 usuarios los que manejan casi 300 “drones”, siendo la mitad operados por el gobierno federal y local. Además del Pentágono, la Nasa y el Departamento de Seguridad Interna entre otros, los departamentos de policías de centros urbanos utilizan “drones” para monitorear conciertos y partidos grandes. Pero no es solamente el Gobierno que obtiene permisos. La otra mitad de los permisos están en propiedad de corporaciones y empresas privadas que usan “drones” para supervisar plantaciones, construcciones y hasta resorts.

 

Además de aumentar la colaboración entre los sistemas de seguridad civil interna con la militar, se espera más coordinación entre países asociados o cercanos. Usualmente, los argumentos se basan en la prevención y respuesta de desastres naturales, la guerra en contra del tráfico y producción de drogas, la intervención en áreas nucleares o contaminadas para no poner en riesgo la presencia humana, y la vigilancia y alerta de actividades subversivas en la sociedad.

 

Este último punto es particularmente llamativo cuando se trata de grandes urbes y el uso de “drones” para la supervisión de la seguridad interna de los países.

 

La demanda de estos aparatos en América Latina creció en los últimos tiempos. Agencias relacionadas a la labor de inmigración y control de fronteras estiman que en 2016, Estados Unidos contará con 24 “drones” activos en su territorio. Asimismo, el “dron” Hermes 450 fue adquirido por México en 2009 y Brasil ya usa dos Hermes 450 para vigilar el Amazonas. En 2011, Brasil gastó 350 millones de dólares en la compra de 14 “drones” Heron (25 millones de dólares cada uno) que serán repartidos entre las fuerzas policiales, especialmente en las zonas urbanas con densidad alta.

 

Chile se estaría sumando a la adquisición de estos equipos que, parece evidente, tiene el objetivo de proporcionar todo tipo de información a mandos militares y autoridades de gobierno.

Monserrat Nicolas

El Ciudadano

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