El proceso que desde hace más de tres años está llevando a cabo el pueblo catalán no va de separatismos ni de división social. Va de decidir. De elegir libremente las relaciones que Cataluña quiere mantener con el Estado Español. De decidir el futuro que los catalanes quieren dibujar, de construir colectivamente.
Tampoco va de enfrentamientos con el resto de los pueblos de España. No puede haber muros para los pueblos vecinos, con los que la mayoría de las personas que viven en Cataluña mantienen lazos de parentesco o amistad. Se trata simplemente de poner en marcha una gestión política y administrativa propia, que se adapte a la realidad de la sociedad catalana, la respete y permita interactuar de igual a igual con el Estado Español.
¿Cómo llegó Cataluña hasta aquí?
El sentimiento independentista en Cataluña apareció con fuerza a partir de 2010, cuando el Tribunal Constitucional recortó el Estatuto de Autonomía de Cataluña vigente desde el 2006, que había sido votado por el conjunto del pueblo catalán y que llevaba en aquel momento 4 años en vigor. La sentencia respondía a un recurso de inconstitucionalidad presentado por el Partido Popular, la representación de la derecha española heredera del franquismo.
La respuesta de la ciudadanía se evidenció en una multitudinaria marcha, la más masiva hasta entonces, con 1,1 millones de personas en las calles de Barcelona -de un total de 7 millones de catalanes-. A partir de ese momento la demanda ciudadana de construir algo nuevo fue creciendo de forma exponencial.
En 2012 una nueva protesta masiva marcó de nuevo la agenda política y desafió a los gobernantes regionales a tomar una posición respecto a las demandas de la sociedad catalana. Fue un ejercicio de empoderamiento ciudadano influido por la ola de movilizaciones y protestas contra la crisis que habían tenido lugar el 15 de mayo del año anterior. Pocos días después, el Gobierno catalán, encabezado por Artur Mas (Convergència Democràtica CDC -liberales-), convocó elecciones anticipadas con el compromiso de realizar un referéndum de independencia si las urnas garantizaban una mayoría a favor de los partidos independentistas.
La mayoría independentista salió, de nuevo con Artur Mas en la presidencia, pero el plan para preguntar a los ciudadanos fracasó. Una mayoría de los diputados del Congreso español votaron en contra de convocar el referéndum. La propuesta derivó hacia una consulta popular, que también fue impugnada por el Gobierno español. Finalmente, el 9 de noviembre de 2014 se celebró un proceso participativo, el único procedimiento para preguntar que el Estado Español no pudo detener.
La intransigencia del Gobierno español frente a cada uno de los intentos de interpelar al pueblo catalán sobre su futuro político provocó nuevamente el adelanto de las elecciones catalanas. Sin embargo, en esta ocasión la convocatoria se ha transformado en el plebiscito que España se empeña en paralizar. Los comicios se celebrarán el próximo domingo 27 de septiembre y definirán el futuro de Cataluña respecto su relación con España.
¿Quiénes son los actores de este proceso?
El escenario electoral presenta tres bloques diferenciados. Las candidaturas independentistas están representadas por Junts pel Sí (Juntos por el sí), una lista creada a propósito para la ocasión y que agrupa bajo las mismas siglas a los liberales de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el partido del Gobierno; una parte de la izquierda (Esquerra Republicana, ERC); movimientos y organizaciones sociales, y personajes reconocidos como intelectuales y deportistas, entre ellos el ex entrenador del FC Barcelona, Pep Guardiola. Otra lista que suma al bloque del SÍ es la Candidatura de Unidad Popular (CUP), el partido de la izquierda anticapitalista liderada por activistas y militantes de los movimientos sociales.
El bloque unionista, es decir, que defiende mantenerse dentro del Estado Español, lo forman el Partido Popular de Cataluña (PPC), vinculado al PP del conservador Mariano Rajoy; el Partido Socialista Catalán (PSC), que desde el centroizquierda apuesta por modificar la constitución bajo un nuevo marco federalista; Ciudadanos, una nueva generación de jóvenes liberales; y Unió Democràtica De Catalunya (UDC), los democratacristianos que tras 37 años de coalición con CDC, abandonaron la agrupación por discrepancias en la cuestión de la independencia.
Los argumentos defendidos por estos partidos sostienen que la independencia no es viable porque la hipotética República Catalana quedaría fuera de la Unión Europea y sin reconocimiento por parte de la comunidad internacional. El Gobierno español ha amenazado a la comunidad de Cataluña con sanciones económicas y jurídicas internacionales en caso de declararse independiente.
Finalmente, el último frente lo ocupa Catalunya Sí que es Pot (Catalunya Sí se Puede), vinculado a Podemos, que está dispuesto a trabajar a favor del derecho a decidir a través de un nuevo intento de convocar un referéndum vinculante. Confían que las elecciones españolas del próximo mes de noviembre podrían generar un cambio dentro del Estado que facilitara esta opción.
¿Qué posibilidades tiene la independencia de hacerse efectiva?
Los últimos sondeos de opinión muestran que los independentistas tendrían la fuerza parlamentaria suficiente para llamar a la separación total de España. Si Junts pel Sí suma mayoría absoluta de escaños y Artur Mas (CDC) es investido de nuevo presidente de la Generalitat, según lo pactado entre los socios políticos (CDC-ERC), se conformaría un Gobierno de transición que tendría 18 meses para llevar a cabo las medidas políticas y administrativas que conducirían a la desconexión del Estado Español.
Probablemente Junts pel Sí necesite la fuerza de los movimientos sociales y de la CUP para llegar a la mayoría de escaños independentistas. En ese caso, la formación anticapitalista tendría la clave para poder forzar un giro hacia la izquierda del Gobierno que sea elegido en las urnas. Eso podría acelerar el proceso constituyente de la República Catalana mediante la desobediencia al Estado.
Sea cual sea la opción ganadora del próximo domingo, lo que tienen de excepcional los comicios que se celebran en Cataluña es que, por primera vez en 300 años de subordinación al Estado Español, el pueblo votará independencia sí o no. Es un proceso nacido desde la sociedad civil, un clamor popular que ha sabido mantener el pulso para forzar que representantes políticos y actores sociales se unieran y encontraran las grietas para decidir qué y cómo quiere ser el pueblo catalán.
Meritxell Freixas