Hace 417 años ocurrió el levantamiento de Curalaba, la sublevación mapuche que aniquiló a las huestes invasoras de España

La historiografía tradicional y los cursos de historia de todos los establecimientos educacionales de Chile presentan esta batalla como el ‘Desastre de Curalaba’, olvidando quiénes son los invasores y quiénes los atacados. Más allá de la victoria del pueblo originario, esta contienda tuvo un efecto clave: bajó la moral del ejército usurpador

Hace 417 años ocurrió el levantamiento de Curalaba, la sublevación mapuche que aniquiló a las huestes invasoras de España

Autor: Ciudadano

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Fue el Toki Pelantraru (Pelantaro) la cabeza pensante del ataque por el que hoy en día tenemos relatos de ese 23 de diciembre de 1598, cuando el gobernador español Martín García Oñez de Loyola y su gran batallón de soldados fueron derrotados en Lumaco, durante la batalla que hoy recordamos como el día en que el pueblo mapuche derrotó a los españoles: La Batalla de Curalaba (del mapudungun curalaba: “piedra partida”).

Aquella victoria Mapuche es conocida como la debacle militar de españoles más importante en la historia del pueblo originario, primero porque fue una de las principales acciones en la Guerra de Arauco y segundo porque en ella aniquilaron a toda esa horda de españoles que buscaban apoderarse de los terrenos de un pueblo que ya estaba más que constituido e instalado.  

La muerte del gobernador y el fracaso de los españoles generó que un montón de fuertes europeos del sur de Chile fueran abandonados, al igual que las ciudades más pobladas por los hispanos. Es ahí cuando el despertar del pueblo vencedor comienza para dar paso a la Rebelión Mapuche y abrir también los caminos para que empiecen los periodos de guerra defensiva española y se implemente una política diplomática basada en los parlamentos mapuche. Por eso todo indica que la importancia de esta batalla reside mucho más en el efecto desmoralizador sobre los españoles que en la cantidad de hombres involucrados o la magnitud material que pudo haber tenido.

En Mapuexpress recopilaron los datos de esta  historia que hoy cumple 417 años. Fue entonces cuando en diciembre del año 1598, el gobernador Óñez de Loyola estaba levantando su reconstrucción y su plan de ir a todas las fundaciones más australes del reino; Valdivia, Osorno y Villarrica, tanto para tantear el terreno como para que otros soldados se unan al batallón que quería someter a los mapuches que aún no se rendían.

En este escenario, el capitán Hernando Vallejo, jefe de la ciudad de Angol, solicitó urgentemente socorro creyendo que lo iban a atacar en cualquier momento. Ya para ese momento los clanes de Purén estaban cagadísimos de miedo, considerando que las primeras víctimas fueron dos españoles que se alejaron del fortín de Longotoro y que además las señales de concentraciones de guerreros Mapuche eran cada vez más claras.

Los relatos cuentan que el 21 de diciembre Óñez de Loyola se fue acompañado de 50 soldados y 300 indígenas sometidos a pelear  las ciudades de La Imperial y Angol. En algunos casos tuvo que enviar a soldados adelante para vigilar Lumaco y Tucapel, una zona de refugio habitual para los mapuche guerreros, no pensando en el peligro de aquello, o creyéndose el más poderoso, Óñez avanzó sin cuestionar los movimientos que terminarían por destruirlo.

Esa misma noche, decidieron acampar en Paillachaca, a una legua de La Imperial, para seguir avanzando 9 leguas (37.2km) la mañana siguiente y dormir en Curalaba, junto al río Lumaco que estaba cercado por grandes cerros.

Aquí comienza todo, Pelantaro ya tenía a todos sus hombres concentrados en esas zonas, hombres que dividió en tres grupos, uno liderado por él y los otros dos al mando de los “caciques”  Anganamón y Guaquimilla.

El ataque se desató después de un silencioso y  discreto avance nocturno que terminó por sorprender a los invasores españoles en medio del amanecer del 23 de diciembre, entre el descuido y la desorganización de las huestes, la fuerza mapuche dejó que sólo un arcabucero lance un solitario disparo antes de ser asesinado, porque a pesar de que muchos de los soldados quisieron huir por el barranco más cercano, la gran mayoría murió en el intento.

El gobernador, a pesar de que tomó su escudo y espada para luchar contra los peñis, murió igual que el corregidor de Angol, capitán Juan Guirao; el capitán Galleguillos y Juan de Tovar y Miguel Rosillo, los frailes franciscanos que iban con la comitiva.

La batalla de Curalaba dio inicio a la Rebelión Mapuche de 1598 que terminó con todas las ciudades al sur del río Biobío, menos Concepción. De ese minuto en adelante los españoles dejaron de tratar de expandirse por el territorio mapuche y dividieron sus territorios en el país, al tener uno de ellos limitando con el Wallmapu, territorio ancestral Mapuche.

Ante la brutal escena, Felipe III de España decidió, en 1599, enviar a Alonso de Ribiera, un oficial veterano de las campañas europeas, a dirigir la Guerra de Arauco. La independencia y soberanía Mapuche en su territorio duró hasta 1881 con la invación del ejército chileno por el lado de Ngulumapu (territorio Mapuche del oeste, hoy Chile) y de 1883 por el ejército argentino en Puelmapu, el que en ese tiempo era el territorio Mapuche del este y hoy es Argentina.

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La historia dice que fue Pelentraru quien organizó política y militarmente a todas las identidades territoriales del Ngulumapu y también con influencia en Puelmapu, fue él entonces quien transformó al ejército mapuche de resistente a ofensivo y obligó a las fuerzas españolas a quedarse al sur del río Bíobío.

Un texto militar de esos años señala que “el Toki (Pelentraru) era de mediana estatura, alto de pecho, ancho de hombros, la inteligencia de su mirada y la arrogancia de sus gestos acusaban en él, al hombre de mando, cualidades que debía ocultar si quería hacerse pasar por uno de los muchos naturales sometidos, que trabajaban y pululaban servilmente por la ciudad”.


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