Cuando el conflicto en Ralko comenzó para instalar uno de los más grandes proyectos hidroeléctrico en territorio pewenche, fueron dos hermanas quienes sacaron la voz por su pueblo: Berta y Nicolasa Quintreman, quienes dieron feroz resistencia al proyecto de la trasnacional ENDESA, jugándose la vida por la defensa de su territorio. Me referiré especialmente a Nicolasa en esta ocasión.
La lucha por la defensa de su territorio le trajo muchos enemigos, como ella misma lo dijo “por eso yo tengo enemigos: Eduardo Frei y la Endesa son mis enemigos, ellos nunca quieren conversar, dicen que lo van a hacer y no lo hacen”. Pero también entre hermanos sumó enemigos, quienes han sido los más enconados con la crítica, crítica que demuestra que es distinto estar enfrentado al enemigo de forma directa, que ser parte de los “grupos de apoyo” que van y vienen, pero que el conflicto real muchas veces los toca solo de forma tangencial.
El temor nunca fue parte de sus acompañantes, por lo mismo tuvo el valor de decirle a un presidente de este país “Frei es cobarde, nunca se ha enfrentado a nosotros y solo lo conocemos por foto.”.
Seguramente porque habían logrado aprender un poco de la cultura huinca, sabía que llegarían con mentiras y cuando la mentira no funcionara, llegarían con sus sucias armas a combatir a un pueblo indefenso, como lo ha hecho siempre el estado chileno. Pero para Nicolasa esas amenazas no la inmutaban, y con fuerza declaraba “porque yo de aquí no salgo ni muerta”. Tal era el amor y apego a su tierra, que hasta en su muerte cumplió con esa declaración suya.
“Sí, claro que fui a la escuela,… Mi papá no nos dejaba fallar ni un solo día, aunque lloviera… Caminábamos mucho para ir al colegio, pero siempre íbamos. ‘Yo no sé leer ni entiendo las palabras’, decía mi papá, por eso es importante que ustedes aprendan…”
Su amor por la tierra la llevó a exclamar muchas veces “Pero a esta tierra mía no la daña nadie, ni la viola nadie y por eso nunca, nunca me voy a cansar de luchar…”, “mi padre quiso que aprendiéramos para que nadie abusara de nosotros. Y aprendimos, por eso jamás nos sacarán de aquí.”
Pero la historia se escribió de otra forma, y uno de los presidentes de este país que más esperanzas generó antes de ser elegido, tanto entre la población chilena en general, como entre nuestro pueblo, me refiero a Ricardo Lagos Escobar, fue el que clavó el puñal definitivo de la gran traición y logra así el avasallamiento de estas nobles mujeres que lucharon y siguieron luchando hasta el día de hoy por mantener, si no ya el territorio libre de intervención, al menos mantener la dignidad como mapuche, como pewenche que desde las montañas más hermosas gritaron al mundo su verdad. La gran traición de Lagos es una espina en el corazón del pueblo mapuche que nunca se borrará.
“Acá vino a dar calmantes, acá mismo en la casa… aquí lo tenía sentado yo…”, “hay que respetar la ley” dijo el traidor, ¡como si fueran las ñañitas las que violaban la ley! Y cuando Nicolasa le dijo “¿qué vamos a hacer si es endesa el que no cumple la ley? Porque este grupo de mujeres que resisten aquí no vamos a salir de aquí…” y el traidor se quedó en silencio…, seguramente ideando ya cómo harían para doblegar la resistencia de estas valientes mujeres encabezadas por Nicolasa, que dijo con entereza “soy Nicolasa Quintremán Calpán, pewenche de Alto Bio Bio, y seré (estaré) hasta el final aquí… porque la tierra no tiene precio… porque nadie vende a su padre y su madre”.
Qué distinto sería el mundo si toda las personas tuvieran esa claridad mental; no es mayor escolaridad lo que se necesita para ser consecuente, para tener valores nobles y defenderlos hasta el final; para entender que la tierra, nuestra ÑUKE MAPU es sagrada y que por lo mismo no tiene precio, no se vende ni por oro ni por plata. Nicolasa lo sabía, tenía esa firme convicción y pese a que por un tiempo salió de su amada tierra, volvió a ella, y volvió para no salir más.
Irónicamente su vida se apagó en las aguas de la represa contra la que luchó hasta el final de sus días. Ese lago artificial, ese que acumuló y estancó las aguas de un río vivo que se resiste a morir, pese a la cantidad de represas que ya tiene; allí en los territorios donde fueron confinadas tantas familias mapuche, que como Berta y Nicolasa llegaron a amar de tal manera que prefieren dar su vida antes que abandonarlas.
Y en caso de Nicolasa, ya la dio y ha quedado su muerte como un fiel testimonio de que estaban hablando en serio; eso se llama CONSECUENCIA entre los dichos y los hechos; su ejemplo no será pasado por alto; de hecho en su funeral un weichafe, mi querido peñi Marco, dijo “Muchos hoy andamos con la cabeza en alto gracias al ejemplo de esta papay…” y es una gran verdad; muchos aprendimos a luchar gracias a su ejemplo, muchos llegamos a sentir el orgullo de ser mapuche viendo en las noticias cómo luchaban estas valientes hermanas de mentes tan claras como una mañana veraniega…
No, de seguro que su nombre será recordado como el de una mujer cuya vida no pasó en vano en esta tierra; una mujer cuyo legado y ejemplo será recordado por muchas generaciones, tal vez por siempre. Una mujer cuyo ejemplo seguirá alimentando la llama de la libertad de un pueblo que se niega a morir y que a pesar de toda la persecución, la represión, el hostigamiento, la negación de justicia y toda clase de atropellos, partidas como la de la papay Nicolasa no hacen más que fortalecer ese anhelo de libertad; son un verdadero fertilizante para esas semillas jóvenes que vienen con todo el newen de la Ñuke Mapu y que sin duda lucharán con más herramientas que las que tuvieron Berta y Nicolasa, pero ojalá con la misma pasión y con el newen que ellas lo hicieron, solo así nuestro pueblo permanecerá.
¡¡Marichiweu!! Y buen viaje por el wenu mapu papay Nicolasa.
Por Francisco Vera Millaquén