Cuando terminaba el 2008, la juventud griega fue sacudida por la muerte del joven Alexander Grigoropoulos, de 15 años de edad, producto del disparo de un policía. El asesinato provocó una ola de repudio generalizado que paralizó el país durante la víspera de navidad y convocó a protestas de solidaridad en muchas ciudades de Europa.
Las manifestaciones aún perduran y tienen como telón de fondo la marginación de la juventud de muchos países europeos por la privatización de la educación, la corrupción, las altas tasas de cesantía y la pérdida de confianza en las instituciones y sistemas políticos modernos.
El Ciudadano difunde una serie de fotografías publicadas por el Boston Globe, que dan cuenta del despertar y la rabia de una juventud asolada por más de una década de políticas neoliberales.
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