La Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP) presentó un informe sobre el grado de toxicidad por químicos que padecen las comunidades del norte amazónico. Por el consumo de peces y agua contaminada, el 71,3% consultado tiene más mercurio en la sangre que el tolerable.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cuerpo humano tolera hasta una parte por millón (1 ppm) de mercurio en la sangre. Pero en una comunidad del pueblo Esse Ejja, en la Amazonía, vive con un promedio de 6,9 pmm de mercurio en la sangre.
El mercurio en los ríos de la Amazonía llegan a los peces de los cuales se alimentan desde que tienen memoria varios pueblos indígenas. Los esse ejja «ancestralmente han vivido de la pesca. No hacen caza, solo hacen pesca. Hay una familia que está con 14 ppm de mercurio en la sangre. El promedio entre todas las familias es de 6,9 ppm», dijo a Sputnik el vicepresidente de la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP), Lino Illimuri.
En la comunidad Eyiyoquibo de los esse ejja, «una señora tiene problemas de articulaciones, sus hijos también tienen problemas de salud. Ya hay problemas en la malformación de niños. Hay mujeres embarazadas y nos preocupa, porque el mercurio afecta al desarrollo en la etapa de gestación», advirtió Illimuri.
Estos datos provienen del informe recientemente presentado por la CPILAP, referido al grado de contaminación por mercurio que prevalece en comunidades del norte amazónico paceño.
Empresas que explotan el oro de los ríos sin permiso del Estado vierten toneladas de químicos que afectan a las familias que, ancestralmente, vivieron de los peces y del agua que pasa frente a sus hogares. Desde CPILAP piden al Gobierno Nacional y a la Gobernación de La Paz que intervengan para salvaguardar su derecho a la salud.
Según el estudio de esta organización, realizado junto a la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), el 71,3% de indígenas que vive junto a los ríos Beni, Quiquibey y Tuichi superan peligrosamente estos márgenes.
«Hemos visto con mucha preocupación el avance del sector minero hacia las áreas protegidas y los territorios indígenas. Hemos visto ya afectada la salud de nuestros hermanos indígenas», dijo Illimuri.
Para el estudio de la CPILAP, recogieron cabellos en cinco de los 12 territorios indígenas de esta organización. «El informe es realmente alarmante porque la Organización Mundial de la Salud menciona que una persona no puede sobrepasar de 1 ppm de mercurio, pero nosotros lo estamos sobrepasando», comentó el dirigente.
Según informa la OMS, «la exposición al mercurio —incluso en pequeñas cantidades— puede causar graves problemas de salud y es peligrosa para el desarrollo intrauterino y en las primeras etapas de vida. El mercurio puede ser tóxico para los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel y los pulmones, riñones y ojos».
Negocios a costa de la vida
Cada año, más dragas invaden ilegalmente los ríos de la Amazonía para escarbar porciones minúsculas de oro del lecho. En el proceso utilizan nocivas cantidades de mercurio, que queda a merced de los peces y las comunidades indígenas cercanas.
«Nos sentimos indignados porque solo piensan en ganar, en explotar recursos naturales en detrimento de la salud de nuestros hermanos indígenas. No les importa cuánta contaminación ocasionen. Simplemente piensan en aprovechar recursos de manera irresponsable», dijo Illimuri.
El líder indígena advirtió que no todos los mineros explotan ilegalmente. Algunos obtienen permiso de la Autoridad Jurisdiccional en Administrativa Minera (AJAM).
«Hemos solicitado a la AJAM que deje de autorizar cuadrículas en territorios indígenas y áreas protegidas. Nos hemos declarado en emergencia para defender los territorios, porque son patrimonio de todos los bolivianos. Siempre hemos vivido ahí, tienen que respetarse», sostuvo el vicepresidente de la CPILAP.
«Pedimos al Estado que ponga cartas en el asunto y trabaje para que se respete la autodeterminación de los pueblos indígenas. Porque vulneran nuestros derechos y destruyen el hábitat de los hermanos indígenas«, dijo.
A las y los indígenas no solamente les afecta su cotidiana alimentación a base de pescado. «Muchas comunidades indígenas de la Amazonía no tienen sistema de agua potable. Por eso nuestros hermanos consumen agua del río, que trae todos los desechos de la actividad minera», alertó Illimuri.
Químicos en el pelo
El estudio Impactos en la minería aurífera en comunidades indígenas se concretó mediante la toma de muestras de cabello de 268 personas en 27 comunidades de los pueblos Tacana, Uchupiamona, Leco, Esse Ejja y Mosetén, cercanas a los ríos contaminados.
En la población analizada, la UMSA detectó nitritos, que producen algunos tipos de cáncer gastrointestinal; fluoruros, que pueden llevar a enfermedades óseas; y plomo, que tiene efectos neurotóxicos y causa daño cerebral.
También se detectó bromo, químico corrosivo para la piel, los ojos y el sistema respiratorio, y cloro libre, que puede producir quemaduras en las vías respiratorias o la región gastrointestinal.
El pH es una variable química que permite medir la acidez o alcalinidad de una disolución acuosa. Según este estudio, el pH es «ligeramente ácido en la mayoría de las estaciones», lo cual causa irritación en las mucosas y órganos internos, además de procesos de ulceración.
La entrada del turismo
Illimuri es del pueblo Uchupiamonas, que vive en parte del parque nacional Madidi. En la década del 90, las comunidades indígenas locales desarrollaron emprendimientos de turismo sustentable. Desde entonces, miles de turistas, sobre todo extranjeros, llegaron a sus cabañas provenientes de la ciudad de Rurrenabaque, la más cercana, distante a dos horas por el río Beni.
«Sabemos las consecuencias de la minería. Hemos visto otros pueblos que han perdido su identidad, porque ha llegado gente por el auge del oro. Así han habido violaciones y tantas cosas que suceden en lugares donde se hace extracción de mineral», graficó el dirigente.
Luego del paro global que ocasionó la pandemia de COVID-19 entre 2020 y 2021, actualmente el turismo comienza a repuntar en esta zona, donde «sigue intacta nuestra cultura, lengua y actividades vivenciales ancestrales que practicamos», según Illimuri.
Y sostuvo: «Por nuestros emprendimientos turísticos nosotros pagamos impuestos al Estado. Ahora exigimos que se retribuya, porque no le pedimos al Estado, contribuimos. Ahora el Estado debe garantizar nuestra existencia en un entorno sano, sin daños».
Fuente Sputnik
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