Una ley impulsada en el Congreso mexicano busca elevar a rango constitucional las lenguas indígenas, lo que ha sido planteado como un paraguas legal que podría ayudar a salvar de la extinción a algunas de ellas.
El pasado 18 de noviembre, la Cámara de Diputados aprobó una reforma constitucional para poner a las lenguas indígenas al mismo rango que el español, el idioma más hablado en el país.
«A pesar de que nuestra Carta Magna establece que los pueblos indígenas tienen el derecho a preservar sus lenguas, esto no es suficiente, pues lo que se requiere es que tanto las lenguas indígenas como el español se reconozcan por igual, y se definan como lenguas nacionales», dijo el diputado Iran Santiago, promotor de la reforma de ley.
Aunque todavía falta que el Senado apruebe la iniciativa, que se prevé pueda transitar sin mayor problema, existen dudas de los alcances que tendría para rescatar las lenguas indígenas que se están al borde de la extinción.
«Es un gran avance reconocer en la Constitución mexicana a las lenguas indígenas en paridad con el español. Esto significa que hablamos de los mismos derechos lingüísticos. Obliga al Estado a asumir un mayor compromiso con la defensa, el fortalecimiento y la preservación de todas las lenguas», señala Irma Pineda Santiago, representante mexicana en el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la Organización de Naciones Unidas.
Ese compromiso implicaría, además, la formación de profesores enseñantes de lenguas indígenas, la creación de materiales didácticos en escuelas y la capacitación de traductores para acceder a distintos servicios públicos, como la salud y la justicia.
60 % de lenguas en riesgo
México cuenta con 68 lenguas indígenas, además del español. Estas, a su vez, están agrupadas en 11 familias lingüisticas: álgica; yuto-nahua; cochimí-yumana; seri; oto-mangue; maya; totonaco-tepehua; tarasca; mixe-zoque; chontal de Oaxaca y huave.
El 60 % de estas 68 lenguas originarias están en riesgo de desaparecer, de acuerdo con la Secretaría de Cultura.
Entre algunas de las que se encuentran más amenazadas, destacan: el ayapaneco (lengua originaria del estado de Tabasco, con solo 2 hablantes vivos); kiliwa y el kumiai (ambas en el estado de Baja California, con cerca de 4 hablantes documentados); y el ixcateco (Oaxaca, con cerca de 6 hablantes).
En México existen 7,3 millones de personas que hablan una lengua indígena, a pesar de que 25,6 millones de personas que se reconocen como indígenas. Esto significa que apenas el 28 % de los pueblos originarios mexicanos hablan un idioma diferente al español.
Las lenguas más habladas en la actualidad, según datos oficiales, son: náhuatl (1,7 millones de hablantes); maya (859.000 hablantes); tseltal (556.000 hablantes); mixteco (517.000 hablantes); tsotsil con 487.000 hablantes; zapoteco (479.000 hablantes) y otomí (307.000 hablantes).
La extinción de lenguas es un proceso que ocurre de manera acelerada no solo en México (país con mayor diversidad lingüística en América, después de Brasil), sino en el resto del mundo.
De acuerdo con datos de la UNESCO, cada dos semanas muere una lengua en el mundo. A este ritmo, es probable que a finales de siglo hayan desaparecido casi la mitad de las cerca de las 7.000 que se hablan hoy en el planeta.
Recobrar el orgullo
Ante este panorama, los expertos coinciden en que si bien reformar la ley no es suficiente, puede ser un buen comienzo para detonar un proceso de reapropiación social.
Para Pineda, un rasgo esencial para rescatar muchas lenguas es recobrar su prestigio social, tras siglos de historia colonial y la imposición de la lengua española como idioma oficial: «Eso devuelve el orgullo a los hablantes», dice al respecto.
La especialista insiste en que la falta de apreciación de las lenguas originarias «es el espejo de tantos años de discriminación y racismo», por lo que considera clave que diversos sectores sociales participen en un proceso de revalorización de los hablantes de idiomas indígenas.
«A medida que se visibiliza esta riqueza cultural, se prestigia socialmente», apunta. En este sentido, la poeta y ensayista hablante de lengua zapoteca va más allá y estima que la preservación de lenguas indígenas es vital porque «son contenedoras de una inmensidad de saberes y conocimientos que incluso pueden salvar al mundo».
En esa línea, concluye: «El 80% de la biodiversidad conservada en el mundo está en territorios indígenas. Esto se ha podido conservar gracias a estos saberes y conocimiento de los pueblos indígenas».
Cortesía de Manuel Hernández Borbolla RT
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