A la par que los medios comienzan el relato de una capital, Damasco, asediada de ‘fuerzas rebeldes’, la ‘batalla’ diplomática sobre los destinos de Siria ha comenzado en el Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia y China cuestionan la legitimidad del organismo internacional para intervenir en los problemas internos de los estados y en Damasco en las últimas semanas los partidarios del gobierno de han reunido a cerca de un millón de personas.
La ‘batalla’ diplomática sobre los destinos de Siria ha comenzado en el Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia y China son los únicos miembros que cuestionan la legitimidad del organismo internacional para intervenir en los problemas internos de los estados. Si bien Estados Unidos descarta una repetición del escenario libio en Siria, hay expertos que dudan de estas afirmaciones.
Mientras los países del Occidente y sus aliados apoyan una nueva resolución, Rusia se pronuncia en contra de posibles sanciones y se plantea ejercer su derecho de veto si el documento exige la dimisión del presidente al-Assad o contempla el escenario de una intervención militar. Al mismo tiempo, el representante ruso ante la ONU, Vitali Churkin, declaró que Rusia considera que una resolución sobre la base de un consenso “no sólo es necesaria, sino también posible”.
En las últimas semanas en Siria manifestaciones a favor del gobierno de Bashar al-Assad lograron aglutinar hasta a un millón de participantes (como la de la foto).
Como algunos rebeldes se acercan a la capital, algunos sirios consultados por medios extranjeros responden que «nosotros confiamos en el gobierno de Al-Assad. El nos va a proteger”. Las palabras son de Alí, un abogado de 27 años, quien agrega que espera “que los grupos armados no lleguen hasta aquí. Es lo peor que nos puede suceder a todos los sirios”..
¿“MÁQUINA DE MUERTE” O “DESINFORMACIÓN”?
Durante la presentación del informe de la misión de observadores de la Liga Árabe en Siria, el primer ministro de Catar, Sheikh Hamad bin Jassim al-Thani, declaró que «la máquina de muerte» del país sigue funcionando, mostrándose totalmente a favor de la aprobación del documento. El jefe de la Liga Árabe Nabil al-Arabi respaldó su opinión y llamó al Consejo de Seguridad a emprender “acciones rápidas y decisivas” para resolver el conflicto.
Desde la perspectiva siria, el informe de los observadores de la Liga forma parte de la campaña masiva de desinformación contra Damasco. El embajador de Siria ante la ONU, Bashar Jaafari, argumentó que el país acordó extender el plazo de la misión de observadores, pero que la Liga Árabe decidió sacar a sus representantes del país.
Jaafari añadió que los que apoyan la resolución ejercen una “injerencia agresiva” en los asuntos internos de Siria e intentan restablecer las prácticas del colonialismo. Sin embargo -precisó-, los sirios son capaces de responder a los “retos decisivos”.
EN BUSCA DE UN DIÁLOGO POLÍTICO
El representante ruso ante la ONU, Vitali Churkin, reiteró la posición de Rusia, que busca la salida del conflicto únicamente como fruto de un proceso político dirigido por los propios sirios y “rechaza” cualquier medio “dirigido a justificar una intervención extranjera” .
El diplomático agregó que “el Consejo no puede dictar los parámetros de la pacificación interna”, pues “no dispone de capacidades legislativas” para ello, y recalcó que “no hay que privar a las partes del estímulo al diálogo”.
Asimismo, Churkin valoró positivamente que el nuevo documento incluya varios puntos que se encontraban en la propuesta anterior formulada por Rusia, lo que resulta “esperanzador”.
Churkin apeló de nuevo a las partes implicadas en el conflicto sirio para que entablen un diálogo en territorio ruso, en transcurso del cual se puedan “discutir múltiples cuestiones de la agenda nacional”. En las circunstancias actuales, afirmó Churkin, “es muy importante iniciar un diálogo” para que “sean concretados los acuerdos imprescindibles para el futuro del país”. Esta posición rusa fue respaldada por China.
ESTADOS UNIDOS: NO HABRÁ UNA LIBIA II EN SIRIA
Los países occidentales llamaron a los miembros a aprobar la resolución. La secretaria de Estado de EE. UU., Hillary Clinton, calificó el régimen de Bashar al-Assad de “dictadura brutal y fallida”, e intentó responder a las preocupaciones de “varios miembros” sobre una posible repetición del escenario libio. Clinton considera que la situación siria se diferencia radicalmente de la de Libia y que en este caso no se trata de dar luz verde a una posible intervención militar.
Una idea que también apoya Alain Juppe, ministro de Exteriores de Francia. “No tenemos ninguna intención de imponer algún régimen político”, afirmó.
La analista internacional Laila Tajeldine no confía en estas declaraciones. “Realmente es totalmente igual el escenario sirio al libio”, comenta a RT. “Lo que quiere EE. UU. es repetir el mismo escenario. Por eso no hay que caer en las trampas de EE. UU.”, asegura Tajeldine, que sugiere que Washington buscará el más mínimo pretexto dentro del Consejo de Seguridad “para justificar y legitimar la guerra que promueven desde hace tiempo”.
De modo parecido se expresa el presidente de la Fundación Futuro de la Libertad Jacob Hornberger, que ve en la resolución un mecanismo para “echar leña al fuego” del conflicto. Hornberger cree que el objetivo verdadero de cualquier resolución sobre Siria es propiciar un cambio del régimen. “El plan consiste en derribar la dictadura e instalar el régimen estadounidense, aunque también podría ser una dictadura”.
¿HACIA LA GUERRA CIVIL?
Anteriormente el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, anunció que “los sirios deben decidir ellos mismos si (al-Assad) tiene que irse o quedarse”. Y el viceministro de Exteriores ruso, Guennadi Gatílov, a través de su cuenta en twitter opinó que [la resolución] «es una vía hacia la guerra civil».
El borrador de la resolución, cuya votación se espera para este jueves, según información de AFP, contiene un llamamiento al presidente al-Assad para que entregue el poder en un plazo de 15 días al vicepresidente y formar un gobierno de unidad nacional, que, según el plan, deberá dirigir el país hasta la celebración de elecciones libres bajo la supervisión internacional.
Si el mandatario no cumple estas exigencias, el proyecto prevé el endurecimiento del régimen de sanciones u otras posibles medidas no militares. En lo que toca a las acciones bélicas, el documento precisa que no será realizada ninguna intervención ni se amenazará a Damasco con el envío de tropas extranjeras al país.
Además, el borrador reitera la necesidad del cese inmediato de la violencia y exige poner fin a todas las violaciones de derechos humanos y los ataques contra los ciudadanos que ejercen su derecho a la libertad de expresión, así como garantizar la libertad de manifestaciones pacíficas.