Uno de los acontecimientos políticos más importantes producido en el área del Caribe a finales del siglo XX fue la Revolución Granadiense, encabezada por un joven descendientes de esclavos, abogado de profesión y militante anticolonialista de nombre Maurice Bishop, quien se atrevió a desarrollar de una revolución democrática, soberanista, anticapitalista, antimperialista y de profundo cambio social, en una minúscula isla de apenas 360 kms. cuadrados y 80 mil habitantes, en desafío a los poderes neocoloniales de la región, a la potencia colonial británica y a los Estados Unidos de América, pagando con su valiosa vida su osadía libertaria pero sembrando en esas aguas del Mar de los Caribeños un ejemplo imperecedero de dignidad y valentía revolucionaria que hoy semillan en los procesos de cambios que se vienen desarrollando en esa región de Nuestra América.
Maurice Bishop, como la inmensa mayoría de los habitantes de la isla de Grenada, antiguamente conocida por su variada especie para alimentos y medicinas, era un descendiente de esclavizados comprados en la costa occidental del continente africano por las empresas esclavistas portuguesas, británicas, francesas y españolas para ser vendidos en las islas del Mar Caribe y en otras posesiones coloniales europeas en el continente americano como mano de obra esclava para el trabajo en las plantaciones, minas y como servidumbre; poblaciones que a lo largo de los siglos VII al XIX realizaron diversas rebeliones sociales y movimientos políticos dirigidos a alcanzar su libertad, la derogación del sistema esclavista, la igualdad con el resto de los habitantes de estos países e, incluso, la creación de su propio Estado, como lo lograron con la fundación de la República de Haití.
Al triunfo electoral de 1.979 de abogado Maurice Bishop y su partido Movimiento de la Nueva Joya, desarrolló un programa progresista de economía mixta, basado en la descolonización de Grenada del Reino Unido, el desarrollo de relaciones diplomáticas con todos los países del planeta, la utilización de la cooperación internacional hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de la población y la construcción de un modelo económico con bajo la rectoría del Estado e integrado en la Comunidad y Mercado Común del Caribe, para lo cual contaba con el apoyo solidario de la República de Cuba y la Unión Soviética; relación que resultó inaceptable para el gobierno de los Estados Unidos , encabezado por Ronald Reagan.
La revolución granadiense, bajo la dirección de Maurice Bishop, se desarrolló entre los años 1979 y 1983 y tuvo como escenario favorable el proceso de descomposición política y moral irreversible de las elites colonialistas y neocolonialistas gobernantes y la presencia de una crisis económica y social provocada por un modelo de desarrollo económico dependiente que mantenía a la mayoría de la población en estado de pobreza, obligándola a emigrar a las metrópoli colonial (Maurice Bishop fue uno de esos emigrantes al Reino Unido), en medio de un contexto internacional caracterizado por la fortaleza de la Unión Soviética y el campo socialista Europeo, el desarrollo de las fuerzas anticolonialistas caribeñas en Jamaica, Trinidad y Tobago, Guayana y Barbados, las victorias militares y política contra el colonialismo en Africa (con la cooperación de la revolución cubana), la derrota histórica del imperialismo norteamericano en Vietnam, el crecimiento de los movimiento anti-racistas en los Estados Unidos y el avance de las fuerzas progresistas y revolucionarias en América Latina y el Caribe, con Cuba, Nicaragua y Chile.
Fue precisamente ese contexto geopolítico mundial favorables a las fuerzas progresistas, democráticas y revolucionarios del mundo y no la supuesta amenazada a la seguridad nacional de los Estados Unidos, expresada por el presidente de USA, Ronald Reagan, lo que determinó que durante el gobierno de Maurice Bishop se lanzara una la intensa campaña de desestabilización política por parte de los gobiernos de los Estados Unidos, el Reino Unido y algunos de sus gobiernos aliados de la región, dirigida al derrocamiento del gobierno popular revolucionario y, ante la imposibilidad de alcanzar éste objetivo en la cercanas elecciones, promovieron la división en las filas del gobierno, lo que condujo al Golpe de Estado ejecutado por el ambicioso Vice Primer Ministro, Bernad Coard y a la detención y posterior asesinato de Mautrice Bishop, su compañera de vida y varios de sus colaboradores y la inmediata invasión estadounidense, justificada en la protección de la vida de los ciudadanos estadounidenses residentes y estudiantes en Grenada; pero cuyo propósito era el de reimponer un régimen neocolonial al servicio de los Estados Unidos y su estrategia de “cordon sanitario regional” contra la Cuba Revolucionarias; invasión que fue valientemente resistida por la modestas Fuerzas de Defensa de Grenada y el pueblo granadiense y los contingentes de cooperadores cubanos que se encontraban en la construcción del aeropuerto internacional.
A 30 años del Golpe de Estado en Grenada, el asesinato de Maurice Bishop y de la invasión sangrienta de las tropas de los Estados Unidos de América a la isla de Grenada, estos acontecimientos siguen presente en la conciencia de los pueblos de la región y el ejemplo de Bishop es hoy una referencia en el proceso de unidad, soberanización y desarrollo del Caribe, ahora en un contexto favorable de integración de los pueblos de Nuestra América, a través de ALBA, Petrocaribe y Celac.
De ese proceso libertario, también los pueblos y las vanguardias revolucionarias latinoamericanas y caribeñas y, en particular, los dirigentes y militantes de la Revolución Bolivariana, deben aprender la importancia de la unidad política, programática y organizativa de las revolucionarias y los revolucionarios en la defensa de los avances de la revoluciones triunfantes, en la solución de las diferencias políticas a través del diálogo y el debate de las ideas y experiencias, la defensa de los intereses superiores del pueblo y la nación venezolana y, especialmente, en el odio irreconciliable al imperialismo, como enemigo de nuestros pueblos y la Humanidad.
Yoel Pérez Marcano