Francisco Garrido, Curador del Área de Antropología nos aporta una nota muy aclaratoria sobre los naipes aonikenk, muy equivocadamente llamados «tarot mapuche».
La conquista española en América no sólo derivó en la imposición sociopolítica, sino que también algunos grupos indígenas que se mantuvieron independientes adoptaron ciertos elementos culturales europeos a su propia manera. Uno de los casos más conocidos es la adopción del caballo entre los mapuches y los indígenas de la Patagonia, pero también hay otros elementos como la baraja o el naipe español, que fue localmente re-interpretado en las tierras del sur. Quizá por intercambio con los barcos que recalaban en las costas australes o por medio del contacto directo con los españoles y otros indígenas, los Aonikenk o Tehuelches conocieron de los juegos de cartas y los adoptaron en su cultura. Diversos viajeros describen la gran afición por el juego de naipes entre ellos, en donde sentados frente a un fogón de noche podían entretenerse por horas y apostar muchos caballos y animales. El juego de naipes fue denominado «berrica» entre los Aonikenk, nombre quizá derivado de la palabra brisca que describe uno de los juegos más populares del naipe español.
Dada la escasez de barajas europeas en su territorio y también como una forma de expresar su identidad cultural, los Aonikenk fabricaron sus propios naipes con los materiales que tenían accesibles. En vez de papel o cartulina, ellos utilizaron cuero de animal curtido y cortado de forma rectangular para formar las cartas del mazo y sobre ellas pintarían en rojo y negro los diversos motivos del naipe. Sin embargo, lo más interesante son las figuras que utilizaron para expresar las «pintas» de la baraja. En vez de la figura de reyes y caballeros europeos medievales que aún vemos en la decoración del naipe español, los Aonikenk cambiaron dicha lógica y plasmaron en sus cartas elementos de su propia cosmovisión. Así, el «rey» (jerarquía inexistente en su sociedad) paso a ser representado por un personaje antropomorfo frontal con el cuerpo decorado con líneas paralelas, mientras que la «sota» y el «caballo» tuvieron una representación esquemática y muy estilizada, con diversas combinaciones de colores para representar las pintas de la baraja. Las cartas con números serían representadas con figuras geométricas diversas en la cantidad específica requerida. Dichas figuras resemblan también la iconografía del arte rupestre de Patagonia, dando cuenta de cómo fueron capaces de transformar los íconos europeos a su propia tradición artística ancestral.
Nuestro museo posee un mazo de 38 cartas Aonikenk, el cual fue donando en el siglo XIX por Jorge Cristian Schythe, gobernador de la colonia chilena en Punta Arenas entre 1853 a 1858. Está en perfecta condición y es una pieza patrimonial invaluable. Hoy en día sólo existe otro par de naipes tehuelches en la Patagonia Argentina y tres más en Europa (Oxford, Berlín y Madrid), siendo los últimos testigos de este híbrido patrimonio indígena resignificado por los pueblos indígenas del sur.
Referencias
-Fernández, Jorge 1997 El arte ornamental en la Patagonia. Butlleti de la reial academia catalana de belles arts de Sant Jordi XI:211-268.
-Martinic, Mateo.
-1987 El juego de naipes entre los Aónikenk. Anales del Instituto de la Patagonia 17:24-30.
-1990 Nuevos antecedentes sobre naipes Patagones. Anales del Instituto de la Patagonia 19:43-45.
-1994 Un nuevo conjunto de naipes Aónikenk. Anales del Instituto de la Patagonia 22:73-75.
-Paunero, Rafael 2016 Primeros pobladores de Patagonia Argentina, arte rupestre y colonización. Museo 28:15-24.