Peyote, ¿una droga o cactácea sagrada?

Ha generado controversia y ha sido prohibida y vista como una sustancia peligrosa por conquistadores, grupos religiosos y distintos gobiernos.

 A pesar de la controversia que genera, aún la podemos ver en uso en distintos grupos indígenas de México; se emplea en más de 40 pueblos originarios.

De acuerdo con el investigador Fray Bernardino de Sahagún, se estima que la aplicación del peyote se remonta a 1890 años antes de la llegada de los europeos al continente Americano. Aunque recientemente se han hecho descubrimientos que sugieren su uso en ceremonias de hace más de 3 mil años.

En algunos escritos que se han encontrado de Sahagún, él describe una planta que parece tuna blanca y se encuentra en el norte del país. Ésta hace que el que la coma sufra visiones, tanto positivas como negativas. La intoxicación dura dos o tres días y luego cesa. La ingieren comúnmente los chichimecas porque les da la fuerza para pelear y no tener miedo, hambre o sed. Además de que según ellos los protege de todo peligro.

Son muchos los grupos originarios que lo consumen, se tienen datos que los tarahumaras han ingerido esta cactácea con fines medicinales y por sus propiedades curativas. Los tarahumaras hacen bailes cuando consumen peyote para tener salud y prosperidad.

En muchas culturas prehispánicas se consumía porque se creía que al ingerirla, uno se convertía en una persona mucho más sensible y podía percatarse de cosas que de otra manera pasarían desapercibidas. Además les daba energía para seguir con sus actividades o fiestas por horas consecutivas.

Las ceremonias realizadas por huicholes, consisten en gran parte en canticos y danzas durante día y noche. Utilizan el peyote como alucinógeno para tener la fuerza suficiente y seguir moviendo los pies aún hasta la mañana siguiente.

Cuando los misionarios impusieron la religión católica en México, muchas de las costumbres que las etnias tenían fueron satanizadas; el cristianismo prohibió el peyote inmediatamente y lo relacionó con ritos paganos.

Sin embargo algunos pueblos originarios reclaman que el peyote, que es parte de sus tradiciones, sea castigado de la manera en que muchos legisladores lo han hecho. Es por eso que ellos piden que su uso no se restringa cuando es usado con fines religiosos.

Los huicholes realizan una vez al año un viaje sagrado, para éste ingieren la hikuri  o peyote y son guiados por un chamán. En la religión de los wixarrica (huicholes) el hikuri es la conexión entre el mundo terrenal y espiritual.

Cada año Wirikuta, ubicada en San Luis Potosí, se convierte en destino para miles de huicholes que van en búsqueda de la cactácea sagrada. Es un viaje para los sentidos, ahí ellos se conectan con sus antepasados y encuentran el sentido de sus vidas. Es un recorrido de desintoxicación, en el que rezan, agradecen y piden por fertilidad y lluvia. Comen peyote y así purifican sus almas. Wirikuta es un territorio sagrado para los huicholes, ir ahí implica regresar al paraíso y a sus orígenes místicos.

Debido a los usos múltiples que posee, ha captado la atención de científicos que han estudiado las propiedades de la cactácea para conocer más sobre los beneficios que puede generar.

El peyote es considerado sagrado por diversas culturas por los efectos que tiene sobre la actividad biológica en los seres humanos. Algunos indígenas argumentan que si se utiliza correctamente, muchas otras medicinas no serían necesarias. Las propiedades curativas que posee han hecho que sea venerado por muchas culturas, y en los Estados Unidos se ha llegado a considerar como una “religión”, ya que se le atribuyen características importantes para la medicina.

A pesar de todo lo anterior en México su uso está limitado, se les concede un permiso a los pueblos huicholes y así se modera su consumo.

 “Algún día todo será como lo has visto ahí, en Wirikuta. Los primeros humanos regresarán. Los campos serán puros y cristalinos, todo esto no está claro para mí, pero en cinco años más lo sabré a través de más revelaciones. El mundo terminará, y la unidad estará aquí otra vez. Pero sólo para el huichol puro”. Huichol mara´kame