Fotografía portada: Sebastián Beltrán | Agencia UNO
Previo a la nominación del gabinete que tendrá Gabriel Boric, Giorgio Jackson (nombrado ministro Secretario General de Gobierno), apuntó que “hay mucha diversidad y esperamos que esté toda la diversidad del proyecto expresado en el gabinete”.
Sobre el nombramiento del gabinete, la presidenta de Revolución Democrática, Margarita Portugez, señaló este viernes a CNN, “Estamos muy contentos por este nombramiento. Un gabinete que refleja diversidad, pluralidad y que ha recogido las demandas del pueblo. Creemos que el compromiso irrestricto al programa transformador es vital para ellos”.
En efecto, dentro del gabinete existe una diversidad. Hay una mayoría de mujeres, hecho histórico. También hay dos personas que abiertamente asumen la disidencia sexual. También está la designación de Mario Marcel en Hacienda, quien es considerado cercano a intereses neoliberales empresariales y otras representaciones ministeriales más cercanas a organizaciones sociales o a la academia.
Frente a estos nombramientos, también surgieron críticas y observaciones, que ninguno de los nombramientos sea de un pueblo originario, lamentándose que el gabinete “no sea plurinacional”, consignaba este viernes radio Bio Bio con respecto a la opinión de dos constituyentes.
Comprendiendo que el gabinete no refleja esa amplia diversidad que se señaló desde un inicio, en un País donde el más del 10 % de la población se autoidentifica con alguno de los más de 10 Pueblos originarios, sin embargo, de haber sido nombrado un ministro que tenga un origen indígena, ¿habría hecho que el gabinete se reconozca como plurinacional o sería un gabinete multicultural?
La plurinacionalidad debiera ser la transformación de un estado al reconocer a los diversos pueblos y naciones como sujetos de derechos colectivos; en cambio, la interculturalidad es la relación en igualdad entre dos o más culturas de pueblos; y, la multiculturalidad, es un collage, un mosaico cultural de grupos de personas.
A continuación, compartimos un texto que va profundiza más en ese sentido.
Aproximación a los conceptos de plurinacionalidad, interculturalidad y multiculturalidad
Varias expresiones sociales y organizaciones de Pueblos Originarios como también de movimientos sociales, han venido acuñando el concepto de la “Plurinacionalidad”, como una forma de transformar los ejes colonialistas del estado chileno que se ha basado en el etnocentrismo, discriminación, negación y racismo, temas que se han instalado en el actual proceso constituyente.
Asimismo, desde hace años se viene instalando el concepto de interculturalidad como propuesta de “relación e igualdad” y, por otro lado, el de multiculturalidad.
Interculturalidad frente a multiculturalidad
Tanto la Confederación Mapuche de Neuquén como la Confederación de nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), han promovido y desarrollado conceptualmente y con fuerza desde los años 90, propuestas relativas a lo intercultural como construcción de sociedad, así como de transformación de los sistemas educativos.
El concepto de interculturalidad apunta a describir el ejercicio de interacción y regulación entre dos o más culturas de un modo horizontal y sinérgico. Esto supone el reconocimiento de derechos de los Pueblos que habitan un mismo territorio, como sujetos de derechos colectivos, para que ninguno se encuentre por encima de otro en condiciones de supremacía y se favorezca el encuentro, el respeto, el diálogo e igualdad.
La interculturalidad surge como una propuesta de descolonialidad y a su vez, como una crítica a la instalación conceptual de “Multiculturalidad” impulsado principalmente desde corrientes occidentales anglosajonas, que ha sido descrito por diversos autores como un «mosaico cultural» o “Un collage de culturas”, entendida como la existencia de diferentes culturas que habitan en un mismo espacio territorial, sin relación entre sí, las que coexisten en posiciones de desigualdad al no estar reguladas, en donde unas culturas se imponen sobre las otras y en condición de asimetrías de tipo social, política, económica y valorica.
La profesora y académica, Catherine Walsh, ha señalado en el año 2008 que la interculturalidad aún no existe. Es algo por construir, que va mucho más allá del respeto, la tolerancia y el reconocimiento de la diversidad. Señala y alienta, más bien, un proceso y proyecto social político dirigido a la construcción de sociedades, relaciones y condiciones de vida nuevas y distintas que rompan con el marco uninacional, recalcando lo plural-nacional no como división, sino como estructura más adecuada para unir e integrar.
Lo plurinacional
Como una forma de avanzar en esa igualdad y en la transformación de estados coloniales en la Región, se han levantado propuestas relativas al Plurinacionalismo o plurinacional, que hace referencia a la coexistencia de dos o más pueblos-nacionalidades, asumido y reconocido por algunos estados en su régimen político y constitucional, con situaciones más evidentes en procesos constituyentes de Ecuador y Bolivia. En Perú, «el Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural».
Por su parte, en Europa occidental no existe ningún país en el que su Constitución reconozca explícitamente la plurinacionalidad. Existen eso sí estados federales, como Suiza. La Confederación Suiza, como se la conoce oficialmente, tiene reconocida la diversidad de lenguas en sus territorios y diversidad cultural y social. En Rusia en cambio su constitución hace un reconocimiento a una existencia “MultiNacional”. Por su parte, el 39º Congreso Federal del 2017 del PSOE estableció como propuesta de buscar el reconocimiento de la «plurinacionalidad» dentro del Estado español. En Suecia, la Constitución reconoce a los Samis como pueblo específico originario, lo cual resulta relevante porque en teoría gozan de derechos políticos.
Una publicación del 2009 denominada “Plurinacionalidad: democracia en la diversidad”, el autor Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente en Ecuador plantea: “En una nación como la ecuatoriana, cargada de racismo y con problemas históricos de falta de democracia, la construcción de un Estado plurinacional se convierte no sólo en un reto sino en una necesidad”, entendiendo dicha necesidad de reconocer la existencia de distintas nacionalidades y pueblos dentro de un mismo territorio, rompiendo las características uninacionales y monoculturales.
Otra publicación de Alberto Acosta del 2008 (Buen Vivir, Plurinacionalidad y Derechos de la Naturaleza en el debate constituyente), indica: “La plurinacionalidad exige reformular las relaciones de poder entre Estado y ciudadanas/os -en tanto individuos siempre viviendo en comunidad- para que sean éstos los auténticos poseedores de soberanía. Esto demanda, de entrada, consolidar los Derechos Humanos (individuales y colectivos), enriquecidos con los Derechos de la Naturaleza para construir el Buen Vivir”, quien agrega que la interculturalidad como fundamento de la plurinacionalidad, sintetiza, además, el reconocimiento diario de las diversidades. “Se trata de una vida en común e inclusiva, sin cabida a la exclusión ni la inclusión subordinada”.
La realidad de Chile debe remontarse a la preexistencia de Pueblos y Nacionalidades originarias en miles a años a la del estado, como es en el caso Aymara, Diaguita, LikanAntai, Quechua, RapaNui, kolla, Chango, Mapuche, Chono, kawésqar, Selknam, Yagan, como también, a la existencia del Pueblo chileno con todas sus descendencias, corrientes migratorias y mestizajes, la que comenzó a conformarse hace poco más de 200 años desde la instalación del estado republicano y que en sus inicios estableció formas de reconocimiento y jurisdicción con el Pueblo Mapuche a través de la carta de Bernardo O”Higgins como Director Supremo de 1819 y el Tratado de Tapihue de 1825 en el gobierno de Ramón Freire, lo que fue abruptamente violado con la invasión bélica estatal con campañas militares de finales del siglo 19 en la denominada “Pacificación de la Araucanía”, que generó masacres y desplazamientos como crímenes de lesa humanidad imponiéndose criterios coloniales, uninacionales, exclusiones y explotación.
Considerando la propuesta fundacional constituyente en Ecuador (truncada por los caudillismos como señala Alberto Acosta), la nueva estructura plurinacional a través de un nuevo régimen político y constitucional, atendiendo a su vez que es una propuesta de descolonización en continúa construcción y transformación del estado, debiera también ir de la mano con formas de reconocimientos de diversidades sociales sectoriales y poblacionales o pluridiversas, atendiendo la igualdad de género, derechos migratorios, la preexistencia afrodescendiente y la aplicación de mecanismos plenos de inclusión, de justicia y reparación a quienes se les han vulnerado o negado sus derechos humanos.
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Extracto texto: “Lo plurinacional e intercultural en el marco de los desafíos constituyente en Chile”, de Alfredo Seguel