Valparaíso: tragedia, pobreza y pan y circo

¿Qué pasará cuando Valparaíso deje de ser objeto de las cámaras a todo color? Seguramente volverá a la vida miserable, tan bien retratada por cineasta Aldo Francia, en Valparaíso mi amor, en blanco y negro, colores que reflejaban mejor la sombría existencia de los pobres de los cerros.

Valparaíso: tragedia, pobreza y pan y circo

Autor: Director

incendiovalpo

                Los canales de televisión, como bien dice Pamela Jiles, “pauteado por los  dueños del retail”, se han dedicado durante más de cuarenta horas continuas a jugar con la desgracia ajena, con el principal propósito de ganar rating, lo cual demuestra que la televisión chilena está podrida por el afán de lucro, propio de la sociedad de mercado; los periodistas ya no sólo dependen de la línea editorial del canal que los pautea a su amaño, sino también de los avisadores que se llenan los bolsillos y que con ese dinero ponen el límite de la ética la independencia periodística.

                En toda tragedia no faltan aquellos que quieren, a toda fuerza, robarse las cámaras, así, es condenable el caso un periodista que quiso presentarse como héroe al pretender desafiar las llamas que se acercaban a su humanidad, pretendiendo convertirse en protagonista de su propio reportaje y no un cronista, como corresponde a un auténtico periodista. Albert Camus, en su novela  en La peste, tiene la habilidad de demostrar en el desarrollo del relato una perfecta objetividad del cronista que, al final de la novela, se descubre que el doctor Bernard Rieux es su autor. Camus, que ejerció como  periodista durante la Segunda Guerra Mundial, da clases y ejemplo de la ética que debe regir a estos profesionales.

                Pasando a materias más concretas, relacionadas con el reciente incendio de los cerros de Valparaíso, con mucha razón se manifiesta la indignación popular con el Chile de las dos castas políticas: cada vez se les ve más alejados de la gente y las instituciones más vacías de ciudadanía – sin exagerar, podría decirse que muchos de los  jerarcas políticos  no representan a nadie – lo cual explica el justo enojo y crítica hacia los parlamentarios en particular, que están impidiendo que la “casa de todos los ciudadanos” sea destinada como albergue transitorio. Hay que reconocer que produce indignación el constatar cómo este adefesio, pero rico palacio, se ubica en medio de la pobreza del barrio El Almendral, y a muy poco distancia del incendiado y destruido cerro Ramaditas. Nada más monstruoso que este contraste entre estos dos extremos: la pobreza y la riqueza.

                No faltan los oportunistas, como el senador Iván Moreira, que proponen donar el moco de pavo de un millón de pesos, de su suculenta dieta, que se burlan de Jesús al recordar la frase “que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”, o del San Alberto Hurtado, con su célebre sentencia “dar hasta que duela”. Si están dispuestos a lucirse a costa de la desgracia de sus semejantes, hagámosla completa: “donen la mitad de su sueldo” que sumado alcanzaría más de los 500 millones de pesos que el gobierno central entrega a la municipalidad de Valparaíso, para atender las necesidades más urgentes de los damnificados; si sumáramos un porcentaje de los sueldos de los ministros, subsecretarios, intendentes, gerentes de empresas del Estado y generales de las ramas de las fuerzas armadas, tendríamos fácilmente, más de dos mil millones de pesos, y además, acercaría a las autoridades a los ciudadanos.

                           El gesto del diputado Iván Fuentes resalta positivamente por su valor y autenticidad,  dentro de este panorama de repudio a las castas políticas que, en gran medida, son responsables por su desidia del drama que viven hoy los ciudadanos de los cerros de Valparaíso y, ayer, los del Alto Hospicio y las zonas rurales del norte grande, víctimas del reciente terremoto. No es éticamente aceptable que en los cerros no exista agua  y los grifos – si los había – fueran solamente un adorno.

                El gobierno regional de Valparaíso está muy desprestigiado y casi todos sus últimos intendentes han sido cuestionados por malversación de fondos y, lo que es peor, la cercanía que debiera existir entre los porteños y su municipalidad prácticamente está rota, con una enorme deuda, que será muy difícil de saldar, y ante una crisis de esta magnitud, los poderes locales muestran su incapacidad para enfrentar la reconstrucción, dependiendo así sólo del poder central.

                A diferencia del gobierno de Sebastián Piñera, que hizo de las catástrofes un trampolín a la popularidad, vistiéndose con el traje de cada ocasión – como otrora lo hiciera el general Carlos Ibáñez del Campo – y sus funcionarios con sus vistosas chaquetas rojas, el actual gobierno está siendo mucho más discreto y sin mucha bulla y vestidos de ciudadanos, enfrentan la contingencia.

15/04/2014


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