El consejo municipal de Washington DC aprobó ayer el matrimonio homosexual, con once votos a favor y dos en contra, convirtiéndose en la primera gran zona metropolitana del país en legalizar las uniones entre personas del mismo sexo. La ocasión supondrá además una ocasión de llevar el debate político hasta el Congreso, ya que las normativas locales de la capital federal dependen en último término de esta cámara y de la ratificación del propio presidente Barack Obama. Los activistas gays no esperan obstáculos para que la medida sea efectiva.
El alcalde de Washington, el demócrata Adrian Fenty, ha anunciado que ratificará la ley sobre los matrimonios homosexuales antes de Navidad. La ciudad no sólo se convierte en la primera gran metrópoli estadounidense que aprueba las uniones de personas del mismo sexo, sino que también dará pie a que se pronuncie por primera vez el Congreso sobre este tema. Una vez que el alcalde ratifique la iniciativa, el Congreso dispondrá de 30 días para votar un rechazo oficial a la ley, según informa El País.
El hipotético rechazo del Congreso debería ser posteriormente ratificado por el propio presidente Barack Obama. Los activistas gays de la capital federal dan por descartados ambos pasos.
PRESIONES DE LA IGLESIA CATÓLICA
La capital se sumaría así a los estados de Massachusetts, Iowa, Vermont y Connecticut, donde ya se reconoce el matrimonio homosexual, mientras que en New Hampshire tendrán validez con la entrada del próximo año. El arzobispado de Washington llegó a amenazar con frenar sus programas de caridad en la ciudad para presionar en contra de la ley.
Las leyes que legalizan “el aborto, la eutanasia, la experimentación genética”, pero sobre todo los matrimonios homosexuales, preocupan de forma especial a Benedicto XVI. El pontífice no acaba de comprender por qué “algunos países” promueven en su legislación estas acciones y pretenden instaurar lo que en su opinión constituirá “la dictadura del relativismo”.
PAÍSES MALOS Y PAÍSES BUENOS
«En nuestro tiempo, sobre todo en algunos países, asistimos a una separación preocupante entre la razón, que tiene el deber de descubrir los valores éticos ligados a la dignidad de la persona humana, y la libertad, que tiene la responsabilidad de acogerlos y promoverlos», dijo Benedicto XVI en el aula Pablo VI del Vaticano ante unos 9.000 fieles católicos.
Frente a estos países, el Papa rindió un tributo a los Estados que promueven “leyes que tutelan la sacralidad de la vida humana y rechazan el aborto, la eutanasia y las experimentaciones genéticas” y respetan “la dignidad del matrimonio entre un hombre y una mujer». Son países que, a su entender, se inspiran «en una correcta laicidad del Estado» y salvaguardan «la libertad religiosa».
PEDERASTIA
Por último, Benedicto XVI, que no dedicó ni una sola palabra a condenar los múltiples casos de pederastia que la Iglesia afronta en todo el mundo, defendió la existencia de «una verdad objetiva e inmutable cuyo origen es Dios» y que es «accesible a la razón humana». Se trata del «derecho natural, que debe inspirar las leyes humanas y a las autoridades políticas y religiosas».
Por José Maria Garrido