A fines del siglo XIX un grupo de once personas de los pueblos originarios tehuelche, kawésgar y selk’man, fueron raptadas desde el Estrecho de Magallanes, siendo víctimas de la captura y traslado hasta Europa por el marino alemán Johann Wilhem. El objetivo era ser exhibidos y exhibidas como un espectáculo más, incluso cobrando entradas para este “show”. El Estado chileno tuvo conocimiento de lo ocurrido y autorizó la situación.
Las exposiciones fueron la ocasión ideal para presentar al público de las grandes ciudades europeas una muestra de los diferentes pueblos colonizados. Se les expuso en escena en situaciones forzadas, con ambientes reconstruidos y muchas veces sufriendo altas temperaturas y malos tratos.
Desarraigos, encierro y muertes fueron las consecuencias de las exhibiciones que incluyeron agresiones sexuales y enfermedades como la sífilis, sarampión y viruela. También sus cuerpos fueron medidos por científicos.
La Torre Eiffel, el barrio de Westminster y el Parque Leopold, lugar que se encuentra a los pies de la sede del actual Parlamento Europeo, fueron los espacios donde solían ser las exhibiciones. De las once personas capturadas, sólo cuatro regresaron al Chile, gracias a la intervención del empresario Carl Hagenbeck.
Finalmente, descendientes de las personas utilizadas en el zoológico humano de 1881, durante años lucharon por el regreso al Estrecho de Magallanes de los restos de sus familiares, teniendo resultados positivos en enero de 2010 y realizando -probablemente- el último funeral fueguino de la humanidad.
Por Francisca Arriagada.
El Ciudadano