Provincia de Llanquihue, Región de Los Lagos. En 1976 un joven encontró un curioso molar junto a un estero en Monteverde, un lugar cerca de Puerto Montt y decidió llevarlo a un estudiante de la Universidad Austral de Chile (UACh). Esto marcó el comienzo de una investigación que reveló el descubrimiento del asentamiento humano con restos orgánicos mejor preservados, reconocido hasta la fecha como el más antiguo de América, de casi 15.000 años de antigüedad. (Vídeo)
El arqueólogo Tom Dillehay, entonces profesor de la UACh en Valdivia conoció el lugar y retornó en 1977 con sus alumnos, para comenzar con las excavaciones que lo llevarían a un reconocimiento de nivel mundial. (Vídeo)
La evidencia demostró que se trataba de un lugar habitado hace 14.800 años atrás, según fechados calibrados de carbono.
Más de 20 años debió esperar Dillehay para el pleno reconocimiento de la comunidad científica, ya que la datación vino a destruir el paradigma de que los Clovis en Norteamérica, fueron los primeros en llegar al continente.
El campamento de Monteverde está ubicado en una terraza al lado de un estero del río Maullín. Fue cubierto por una turba y pantano que conservó el sitio, dejando afuera el oxígeno. Como había arena llena de silica, ésta fue consumiendo el ácido y conservando el material orgánico. “Es un fenómeno biológico”, dijo el arqueólogo.
El asentamiento “muestra que tenían “un tipo de conocimiento íntimo del medio ambiente”, agregó. “No es solamente un sitio antiguo”.
“Probablemente ahí quizás vivieron 25 a 30 personas, en un campamento de 8 a 10 meses o un poco más. Había una capa grande larga de como 12 metros de largo, bien parecida a un toldo en Patagonia, y a 30 metros de ahí, una choza con plantas medicinales. Esto es muy típico de cazadores recolectores”, dijo Dillehay.
“Si se enferma una persona había que separarlo de los demás y pienso que este tipo de elementos tenemos en Monteverde. Hay fogones, hay huellas de pisadas humanas y muchas cosas que no se encuentran en otros sitios arqueológicos”, agregó.
Dillehay definió a los hombres australes prehistóricos como recolectores y en segundo lugar de cazadores, porque ahí “se encontraron más de 70 especies de plantas comestibles y medicinales”.
Destacó el hecho, que tenían un gran conocimiento de la tecnología de la madera, más que la piedra. Las bases de las viviendas eran de este material, y en el lugar se encontró residuos de la capa, que era hecha de arrayán, con un fino junquillo para amarrar.
Con la madera el Hombre de Monteverde sabía hacer morteros, puntas de lanzas, mangos y raspadores, señala Monumentos Nacionales.
Para formar la base de las viviendas que eran rectangulares, describe que “fueron colocados sobre el suelo pequeños troncos o palos y gruesas tablas cortadas toscamente. Mediante el uso de estacas fueron fijados en su lugar”. Con vástagos verticales introducidos en el terreno cada metro formaron la estructura. “En algunos palos caídos hubo vestigios de piel de animal sugiriéndonos que el cuero conformaba las paredes de las viviendas”. Las medidas de estas fueron de 3 a 4,5 metros por lado”, señala el texto.
12 habitaciones fueron excavadas y estaban “dentro del gran toldo, unidas en sus lados y dispuestas en 2 hileras o filas paralelas”.
Dillehay destacó entonces que los habitantes de Monteverde “no eran simples cazadores que estaban por ahí en el bosque”.
“Estaban bien adaptados a la zona. Sabían hacer nudos y también en el lugar se encontraron 10 especies de algas que vienen de la playa y 8 de estas especies son un tipo de alga medicinal. Entonces ellos sabían cómo manejarse y sobrevivir en ese ambiente, en que 12 a 13 mil años atrás era más frío y con menos lluvia; quizás tres grados más frio”, agregó el arqueólogo.
Monumentos Nacionales añade que en el lugar había huesos de 5 a 6 mastodontes. “La gente de Monte Verde carroñó o cazó mastodontes. Cazó también camélidos y otros animales menores«.
Entre las plantas recolectadas relata que estaba la papa silvestre, y entre los restos botánicos tenían semillas comestibles, frutas, nueces, bayas, hongos, algas, hortalizas, tubérculos y rizomas.
“La flora fue recolectada en las cercanías de las ciénagas, en los bosques y en la costa del Pacífico, lo que permitió una dieta rica en yodo y sal”, añade el documento.
Las herramientas de piedra que usaban eran unas bolas redondas, como para un tipo de honda, y otras cilíndricas alargadas, como para perforar. Además se encontraron restos de dos largos proyectiles similares a los que en Venezuela se conocen como El Jobo.
En 2013 cuando Dillehay volvió para realizar nuevas excavaciones para el Consejo de Monumentos Nacionales explicó que dividiendo la zona arqueológica en tres sectores, uno de estos podría tener la edad de unos 26 mil años, según datos sin confirmar.
“Lo que es tan extraordinario sobre Monteverde es que todo el material orgánico esta preservado: madera, hasta tejido suave de animales, cuero de animales y también los huesos y elementos de piedra», además de la capa dentro bien conservada, dijo el arqueólogo a Vértice TV.
“Es un sitio increíble a nivel mundial. No hay ningún sitio de la edad del pleistoceno en ninguna parte del mundo se encuentra algo tan conservado como Monteverde”, concluyó Dillehay.
Para los arqueólogos las investigaciones continúan. “En el Norte tiene que haber sitios más antiguos porque todos los estudios lingüísticos arqueológicos y genéticos, muestran que la gente vino de Asia”, advirtió el descubridor.