A la expectativa están decenas de artistas y talleristas que ocupaban el recinto, desalojado el 21 de marzo. El gobierno proyecta en el lugar un centro cultural, decisión tomada en Santiago.
En horas de la madrugada del viernes 21 de marzo, funcionarios municipales acompañados por carabineros desalojaron la ex cárcel de Valparaíso, espacio que en los últimos 8 años constituyó un lugar de encuentro, experimentación y desarrollo para diversos colectivos artísticos de la ciudad.
Ximena Briones, administradora municipal de la ex cárcel, llegó temprano a echar a quienes en esa hora allí se encontraban. “Fue un despertar malo, porque vinieron los chirriwues (autoridades de gobierno) a desalojar el parque -relata Juana Huenchumil-si justo hoy teníamos un evento con los peñis vasco, artistas rock que íbamos a compartir espacio esta noche en el lugar. El gobierno no avisó de nada. Se está rompiendo un espacio de encuentro entre distintas culturas y generaciones. Hoy tenía que dar clases de Manualidades en Telar. La ex cárcel era un lugar de encuentro de mapuche, acróbatas, malabaristas y zanquistas”.
Rechazo unánime de la comunidad
El recinto se había convertido con los años en un espacio de encuentro para diversas manifestaciones artísticas y sociales en la región. Por ello se constituyó la Corporación Parque Cultural Ex Cárcel De Valparaíso, integrada por el Colegio de Arquitectos de la Quinta Región, la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile, la Junta de Vecinos Cerro Miraflores U.V. 74, la Junta de Vecinos U.V. 70- Cerro La Loma, la Junta de Vecinos U:V. 72, la Agrupación de Monitoras de Valparaíso, el Centro de Madres La Loma, el Taller Nueva Esperanza, el Centro Cultural Brujas de la Kalahuala, los Ciudadanos por Valparaíso y la Cooperativa Territorio Sur.
Francisco Marín, presidente de la corporación, acusa que “con esto se acaban 8 años de participación ciudadana autogestionada, en un espacio en el que se fue construyendo una comunidad y, en cambio, se quiere concretar un proyecto que no se ha consultado a nadie sobre sus características”. Agrega que “transformamos una cárcel en un parque público abierto, en el que convivieron una diversidad de expresiones artísticas y culturales. Se está cerrando una experiencia inédita en el país de hacer cultura y se está imponiendo un proyecto foráneo por la fuerza”.
Huenchumil, por su parte, señala: “Le pregunto a la señora Bachelet: ¿Qué ha hecho por la cultura y el pueblo? ¿Cómo va a ser patrimonio de la cultura si quieren poner cosas acá que no corresponden? El parque no se puede cerrar, no lo permitiremos”
Paz Ayún, profesora de Acrobacia Aérea, cuenta que su taller “partió con talleres gratuitos y llegamos a hacer clases a 50 personas desde el año pasado. Siento que nos están borrando la memoria, nos están quitando una parte nuestra. No puede hacer que todos los años que se han hecho cosas allí se borren de un plumazo”
Pedro Salas, ex preso de la cárcel y protagonista de una fuga añade que “es malo que estos espacios culturales desaparezcan. Indigna que lleguen las autoridades sin previo aviso y con una decisión tomada, cuando hay mucha gente que trabaja acá. Nosotros peleamos que fuéramos considerado dentro del espacio en que quieren transformar la ex cárcel. Acá hay trabajadores artistas jóvenes que tienen tanto que mostrar, como lo s que son apoyados y difundidos desde el gobierno”.
Extraños incendios
En el último año y medio la ex cárcel sufrió 7 incendios, situación que no dejó de extrañar a sus ocupantes, considerando el interés por las 2 hectáreas del recinto, ubicado a metros del centro de la ciudad, evidenciado hace tiempo por las autoridades regionales.
Salas comenta que “me quemaron el cuarto y perdí todos mis enseres. Hay tantas cosas extrañas y aún no se sabe quién fue el autor de ese incendio, cuando el gobierno hace rato quiere que nos vayamos ¿raro no?”
El último ocurrió la semana pasada, afectando al teatro recién habilitado y le costó la pérdida de los equipos musicales a dos bandas de músicos de la zona.
El gobierno central hace tiempo invitó al arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, quien había proyectado una edificación de tres volúmenes de hormigón unidos por una pasarela, con una rampa de acceso sobre un espejo de agua. La superficie sería de 4.300 metros cuadrados y el presupuesto aproximado de 5.300 millones.
El proyecto del gobierno contempla un salón de convenciones de 40 metros de diámetro, salas de exposiciones y una biblioteca. Se propone mantener las galerías de la ex cárcel, así como el polvorín existente. El problema es que Niemeyer jamás ha estado en la ciudad, por lo que su proyecto despertó críticas desde diversos sectores de la comunidad porteña.
Decisiones políticas disfrazadas de técnicas
El argumento entregado hoy por el gobierno regional es que la decisión de desalojar el recinto fue tomada luego de una visita de inspección técnica al lugar, que constató peligros en el lugar para el desarrollo de las actividades culturales allí realizadas.
Marín responde ante esto que “si el edificio de la Intendencia no tiene permiso ni la infraestructura para funcionar adecuadamente y nadie lo cierra. Esa no fue una decisión técnica, sino que política. Además, el gobierno, pese a todas las solicitudes que hicimos, no hizo nada para restaurar la ex cárcel”.
Agrega que “nosotros sostenemos un proyecto global de administración de un espacio público, abierto a la comunidad y frente a eso el gobierno de Bachelet, no se ha pronunciado. El tema de fondo nunca lo han señalado, que es como se usará este espacio. El problema para ‘el gobierno ciudadano’ es que en la ex cárcel se ha desarrollado un arte desde la base, y eso es cosa peligrosa para ellos”
Mauricio Becerra