Desde el pasado domingo, Juan Guaidó ha tratado, a toda costa, de desvincularse de la invasión paramilitar en Venezuela con mercenarios entrenados en Colombia, quienes tenían la misión de secuestrar al presidente de la República, Nicolás Maduro, y llevarlo a Estados Unidos.
En principio, Guaidó negó tener conexión con la empresa contratista estadounindense SilverCorp USA INC, que dirige un escolta del mandatario Donald Trump: Jordan Goudreau.
A pesar que el propio Godudreau confesó dirigir el plan de sedicioso y vinculó directamente a Guaidó, refiriéndose a él como quién lo contrató por un monto superior a los 212 millones de dólares, la ficha del gobierno de Estados Unidos para intentar usurpar el Poder en Venezuela insiste en que no tiene nada que ver.
Pero, días después, uno de los que firmó el contrato, Juan José Rendón, mejor conocido como J.J. Rendón, confirmó que sí habían negociado «la liberación de Venezuela» con Goudreau, quien es dirigido directamente por Donald Trump en la estrategia que busca derrocar al Gobierno venezolano.
La fallida operación fue desmontada el domingo 3 de mayo por las autoridades venezolanas, que han logrado ejecutar varias detenciones de mercenarios involucrados en el plan en distintas partes del país, tras interceptar al primer grupo paramilitar.
En medio del escándalo originado en la extrema derecha vinculada a Guaidó, quienes calificaron la incursión llamada Operación Gedeón de un fiasco, un par de los firmantes del contrato con SilverCorp decidieron presentar sus «renuncias» a los imaginarios cargos que desempeñaban.
Así es como los nombres de J. J. Rendón y Sergio Vergara se unieron este lunes a la ya amplia lista de renuncias que han presentado los distintos involucrados en el plan sedicioso de Guaidó.
Las ‘renuncias’ a Guaidó
Desde enero de 2019, cuando el diputado a la Asamblea Nacional se autoproclamó «presidente encargado», las distintas operaciones de Trump que han girado en torno a Guaidó han fracasado.
Escándalos de corrupción, narcotráfico, paramilitarismo, prostitución, abuso de drogas, compra de bienes personales con dinero del Estado venezolano, apropiación de recursos públicos, entre muchos otros delitos contra el país, son los que figuran en el prontuario de Guaidó, quien aún sigue libre pero cada vez más involucrado en crímenes contra su país que pudieran calificarse, incluso, de lesa humanidad.
Uno de los primeros en renunciar al falso gobierno de Guaidó fue el «Harvard Boy» Ricardo Hausmann, economista vinculado al plan de secuestro y robo de las filiales de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en Estados Unidos y Colombia, como son las refinerías CITGO y Monómeros.
Hausmann fungió en el pseudo gobierno como «representante de Venezuela ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)» y terminó por renunciar cuando el autoproclamado comenzó a ser protagonista de escándalos de corrupción que, ni siquiera la mediática internacional, podía ocultar.
Otro miembro de los llamados «Harvard Boys» es Francisco Rodríguez, quien era uno de los principales asesores de Guaidó en materia económica y colaboraba junto con el falso procurador José Ignacio Hernández para ejecutar los robos de CITGO y Monómeros, así como de dinero del Estado venezolano depositado en cuentas de entidades financieras internacionales para hacer compras de rubros prioritarios.
Recientemente, Rodríguez -quien sigue reconociendo a Guaidó como «presidente»- es crítico a sus supuestas acciones económicas de la que él ya no es parte; entre ellas el suministro de gasolina al país, que producto del bloqueo total impuesto por Estados Unidos ha originado escasez de combustible.
Otra renuncia que golpeó a Guaidó fue la de su falso «embajador en Colombia», Humberto Calderón Berti, quien fue uno de los que destapó el escándalo del Cucutazo y sus secuelas, realizadas por el grupo de confianza de Guaidó mientras estuvieron en Colombia, después del intento fallido de invadir a Venezuela en febrero de 2019.
Calderón Berti se deslindó de Guaidó y puso en evidencia una red corrupta que gira en torno al personaje y cómo hacían compras personales de artículos de lujo y hasta viviendas para consumo propio.
Otras dimisiones
A las renuncias de este grupo vinculado a la llamada «meritocracia petrolera» que convocó el sabotaje petrolero en 2002 con la intención de paralizar el país y derrocar al entonces presidente Hugo Chávez, se suman otras de «representantes», «embajadores» y «diplomáticos» de Guaidó.
María Alejandra Aristeguieta, que era «representante de Guaidó en Suiza», renunció a su cargo el 1 de marzo pasado cuando dijo que su «trabajo» fue un camino «difícil y de poco recorrido». Esta falsa diplomática es hija del abogado Enrique Aristeguieta Gramcko y fue «designada» en febrero de 2019, junto a otras personas.
Aristiguieta, quien renunció por Facebook, fue una de las encargadas de promover una denuncia contra Venezuela ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y la Alta Comisionada de ese despacho, Michelle Bachelet, derivando allí un informe sesgado contra el país emitido por la expresidenta chilena.
“La información es lo suficientemente contundente para que los aliados a Guaidó se sientan impulsados para actuar dentro de los otros escenarios como el TIAR”, dijo Aristiguieta como si fuera un logro, argumento utilizado, por ejemplo, por Goudreau en la firma del contrato para justificar como legal -ante la comunidad internacional- la incursión de mercenarios contra Venezuela.
Otra que dejó su cargo fue Tamara Sujú, abogada «defensora» de los derechos humanos, quien le renunció a Guaidó por Twitter en su falso cargo de embajadora de Venezuela ante la República Checa.
Sujú explicó que el motivo de su dimisión fue por conflicto de intereses y responsabilidades reales, como son las labores en su verdadero lugar de trabajo,donde tiene una carrera de 20 años .
Las renuncias más recientes son entonces las de Juan José Rendón, quien reconoció la semana pasada el contrato suscrito por Guaidó con la contratista de mercenarios estadounindense SilverCorp USA INC.
Por este nuevo plan fallido de Guaidó y la administración Trump también renunció Sergio Vergara, quien formaba parte del mismo Comité de Estrategia y cuya firma también apareció en el contrato suscrito con SilverCorp.
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