El presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó con desplegar al Ejército si los gobernadores y alcaldes no detienen las manifestaciones y disturbios que sacuden a su país, tras el asesinato del afroamericano George Floyd, a manos de un policía de Mineápolis.
El pasado 26 de mayo, Floyd (46 años) fue detenido por presunto «fraude en curso» y minutos después asesinado por el oficial Derek Chauvin, quien presionó su cuello contra el pavimento con una rodilla durante más de ocho minutos. Aunque el agente fue detenido el 29 de mayo, solo se le acusó de homicidio involuntario dentercer grado.
A raíz de este crimen, las protestas por los abusos policiales y la discriminación racial se extendieron por gran parte del país norteamericano. Más de 40 ciudades decretaron toque de queda por los disturbios y 15 gobernadores mantienen desplegados a agentes de la Guardia Nacional, una milicia local formada por reservistas voluntarios que puede ser convocada en estos casos de emergencia.
Pero Trump considera su respuesta débil y advirtió con desplegar las Fuerzas Armadas si los gobernadores y alcaldes no consiguen apaciguar las protestas.
«Alcaldes y gobernadores deben establecer la presencia abrumadora de las fuerzas del orden hasta que la violencia sea sofocada (…) si una ciudad o estado se niega a tomar las acciones que son necesarias para defender la vida y la propiedad de sus residentes, entonces desplegaré a los militares de Estados Unidos y resolveré rápidamente el problema por ellos«, sentenció Trump, haciendo alusión a la Ley de Insurrección que data de hace 213 años.
Esa norma, aprobada por el Congreso el 3 de marzo de 1807, le permite al Ejecutivo desplegar tropas en el territorio estadounidense para reprimir el desorden civil, la insurrección y la rebelión.
«Siempre que el Presidente considere que obstrucciones ilegales o la rebelión contra la autoridad de los Estados Unidos, hacen que sea impracticable para hacer cumplir las leyes, puede llamar al servicio federal, como la milicia de cualquier estado, y usar tales como las Fuerzas Armadas, según lo considere necesario para hacer cumplir esas leyes o para suprimir la rebelión“, plantea la ley federal.
¿Qué necesita Trump para desplegar al Ejército?
Para que la norma sea ejecutada, el Presidente debe cumplir con ciertas exigencias previas. “De acuerdo con el Código de Leyes, primero debe emitir una proclamación a los ‘insurgentes’ para que se dispersen en un tiempo limitado. Si la situación no se resuelve sola, el Presidente puede emitir una orden ejecutiva para enviar tropas”, señaló el periodista Domenico Montanaro, citado por BBC Mundo.
Montanaro también señaló que la ley es ambigua sobre si esta ayuda federal debe ser expresamente solicitada o no por el gobernador del estado afectado.
Una sección sugiere que los estados primero deben solicitar la ayuda, pero otras partes de la Ley de Insurrección no requieren la aprobación de un gobernador o la legislatura estatal, como cuando el presidente determina que la situación en un estado hace imposible hacer cumplir las leyes o cuándo los derechos de los ciudadanos se reducen.
“Histórica y prácticamente, tal solicitud no es necesariamente un requisito previo para que el Presidente use tropas federales regulares para la aplicación de la ley nacional”, dijo Stephen Vladeck, profesor de Derecho de la Universidad de Texas y colaborador de CNN.
Por su parte, Robert Chesney, profesor de derecho de Seguridad Nacional en la Universidad de Texas, ve complicado que, en caso de que Trump aplique la norma, sea impedido por alguna batalla en tribunales, debido a los poderes que le otorga el instrumento legal.
Debate en EE. UU.
La posible activación de la norma ha despertado un acalorado debate en Estados Unidos. Varios analistas y políticos han advertido que, aunque se han presentado saqueos y ataques a edificios gubernamentales, también hay movilizaciones pacíficas que no se enmarcarían dentro de la descripción de “desorden, insurrección o rebelión”.
«Rechazo la idea de que el Gobierno Federal puede enviar tropas al estado de Illinois», le dijo a la cadena CNN el gobernador de ese estado, el demócrata Jay Robert Pritzker.
“El hecho es que el Presidente ha creado un momento incendiario aquí. Quiere cambiar el tema de su fracaso por el coronavirus, un fracaso miserable y ahora ve un momento en que hay disturbios debido a la injusticia que se le hizo a George Floyd, y entonces quiere crear otro tema uno donde pueda ser el presidente de la ley y el orden”.
Mientras que el senador republicano por Arkansas, Tom Cotton, el republicano de Arkansas, sugirió en Twitter que Trump emplee a la 101 División Aerotransportada de asalto aéreo.
¿Cuántas veces se ha invocado la Ley de Insurrección?
Aunque Thomas Jefferson fue el primero en aplicar la Ley de Insurrección en 1808, otros mandatarios también recurrieron a ella en el siglo XIX. Sin embargo, fue durante los años de la lucha por los derechos civiles, en las décadas de 1940, 1950 y 1960 cuando se invocó más a menudo.
Franklin D. Roosevelt la aplicó en 1943, para contener disturbios en la ciudad de Detroit.
El presidente,Dwight Eisenhower empleó a los militares en 1957 con el fin de escoltar a nueve adolescentes afroamericanos – Little Rock Nine – en un colegio público que optaba por la segregación.
«La amenaza de ser atacados por una multitud de ciudadanos racistas era real, ya que, al sur del país tardaron en digerir la firma del Acto de los Derechos Civiles declarada ese mismo año. Esta norma otorgó algunos derechos básicos a la población negra, incluido el voto”, recordó el periodista Gonzalo Aguirregomezcorta, en un artículo para Yahoo.
John F. Kennedy, también la empleó en 1962 para contener las revueltas racistas originadas por los supremacistas, a quienes no les gustó que el afroamericano James Meredith -un militar veterano- se matriculara en la Universidad de Mississippi. Un año más tarde, lo volvió a hacer con el fin de implementar el fin de la segregación en los colegios de Alabama.
El presidente, Lyndon B Johnson aplicó el uso de la fuerza militar en 1967 ante las revueltas de la población afroamericana contra la policía en Detroit; y en 1968, en Chicago, Baltimore y Washington por las revueltas que se produjeron por el asesinato de Martin Luther King.
Después volvió a ser aplicada por el presidente George H. Bush en 1989 y 1992.
En 1989 fue por pedido del gobierno local de las islas Vírgenes, territorio estadounidense, debido a los saqueos que se registraron allí tras el devastador paso del huracán Hugo.
En 1992 se invocó la ley por las revueltas registradas en Los Ángeles, después de que cuatro policías fueran absueltos de usar fuerza extrema para detener al afroamericano Rodney King.
El Congreso modificó la ley en 2006, tras el huracán Katrina, para poder ampliar su uso a desastres naturales, aunque algunos de esos cambios fueron anulados un año después por las objeciones de los gobernadores estatales, quienes no querían ceder su autoridad.
Una ley peligrosa
Aunque Aguirregomezcorta recordó que en todos estos casos la violencia atrajo más violencia, destacó que ninguno de los presidentes que optaron por la Ley de Insurrección protagonizó un discurso y una actitud tan incendiarios como las que Trump ha estado manifestando durante su mandato, y en especial a raíz de las revueltas.
“Soy el Presidente de la Ley y el Orden”, afirmó el ultraderechista, al tiempo que amenazó con un despliegue policial y militar sin precedentes.
“Estoy despachando a cientos y cientos de soldados muy armados, personal militar y agentes de seguridad para detener los disturbios, los saqueos, el vandalismo, los asaltos y la destrucción desenfrenada de propiedades”, indicó el inquilino de la Casa Blanca.
En medio de la tempestad, Trump no ha abandonado táctica de confrontación. Lejos de mostrar un mensaje conciliador, ha señalado a la “extrema izquierda” como responsable de los disturbios registrados en varias ciudades.
A los ojos de la opinión pública, el republicano está creando una cortina de humo para no asumir su desastrosa gestión durante la pandemia, que ha llevado a que EE. UU. tenga el mayor número de contagios en el mundo, al superar los 1,87 millones de casos y las 108 mil muertes.
También se niega a reconocer que la discriminación racial y la brutalidad policial en contra de los ciudadanos afroamericanos está enquistada en la sociedad estadounidense y que su discurso de odio contribuye a esta realidad.
Para Aguirregomezcorta existe un grave peligro en que Trump active la Ley de Insurrección: que no solo sea para garantizar el orden público, sino también sea un “brazo ejecutor de sus ideales y en contra de sus enemigos, de toda aquella persona u organización que no comulgue con su parecer”.
“Son su retórica y sus acciones marcadas por el odio las que generan desconfianza en sus intenciones y hacen temer que el uso de los militares le lleven a traspasar una peligrosa línea de no retorno. El riesgo es mayúsculo, ya que aquellos que nada tienen que ver con la violencia y que promulgan su indignación de manera pacífica mientras se acogen a la Primera Enmienda son víctimas potenciales de una opresión que no tiene vuelta atrás”, alertó.
Lo cierto es que, pese a las amenazas de Trump y la represión policial, miles de estadounidenses permanecen firmes protestando en las calles.