Mientras la pandemia por el nuevo coronavirus siga activa, los empleadores parecieran estar convencidos de que el trabajo remoto tiene un futuro brillante. Pero décadas de contratiempos sugieren lo contrario, sobre todo por el comportamiento que pudiera surgir en los empleados sobre este tema, la vulneración de sus derechos, la falta de compromiso, la persecución laboral y hasta la deserción.
Sobre este controvertido tema, que muestra distintas visiones, desde las que pudiera tener el empleador como las variantes que surgen en los empleados, el periodista estadounidense David Streitfeld escribió un reportaje en The New York Times que aborda distintas perspectivas sobre el trabajo desde casa, su anhelada permanencia y su supuesto «futuro brillante».
«La larga e infeliz historia de trabajar desde casa», es el artículo mencionado, el cual menciona algunos comentarios de Richard Laerme, CEO de RLM Public Relations, una firma de relaciones públicas que fundó en 1991.
Desde que la pandemia del COVID-19 mostró su gran virulencia y letalidad, sobre todo en el continente americano, la gran mayoría de los gobiernos han decidido activar medidas estrictas de confinamiento, distanciamiento social, cese de labores en los sitios de trabajo y el trabajo remoto en los casos que pueda aplicarse.
Ya la pandemia tiene poco más de seis meses golpeando a la humanidad y en ese mismo orden a la economía, a los trabajadores, las empresas y a las personas más vulnerables en una contingencia como la actual.
Al respecto, Streitfeld realiza un análisis sobre la situación particular en EE. UU. y cómo tras más de tres meses de pandemia, el cierre masivo de oficinas, la pérdida de más de 40 millones de empleos y el acceso al trabajo remoto han permitido que «el Estados Unidos corporativo» considere que -a pesar de todo- «trabajar desde casa está funcionando», que «muchos empleados estarán atados a Zoom y Slack por el resto de sus carreras», porque «su traslado al trabajo tomará solo unos segundos».
«No sean idiotas»
En su trabajo, Streitfeld cita a Richard Laermer, quien tiene algunos consejos para las compañías que se apresuran en desbandada hacia este futuro remoto, el más resaltante: «No sean idiotas».
«Hace algunos años, Laermer permitió que los empleados de RLM Public Relations trabajaran desde casa los viernes. Este pequeño paso hacia el teletrabajo demostró ser un desastre, dijo. A menudo no podía localizar a las personas cuando las necesitaba. Los proyectos languidecieron«, comenta Streitfeld.
“Cada fin de semana se convirtió en un feriado de tres días”, mencionó Laermer. “Descubrí que las personas trabajan mucho mejor cuando todas están en el mismo espacio físico”.
IBM llegó a una decisión similar. En 2009, el 40 % de sus 386.000 empleados en 173 países trabajaban remotamente. Sin embargo, en 2017, con la disminución de los ingresos, la gerencia llamó a miles de ellos a volver a la oficina.
Incluso, a medida que Facebook, Shopify, Zillow, Twitter y muchas otras compañías desarrollan planes para permitir que los empleados trabajen de manera remota para siempre, las experiencias de Laermer e IBM son un recordatorio de que la historia del teletrabajo ha estado plagada de fracasos. Las compañías que ahora avanzan apresuradamente corren el riesgo de enfrentar el mismo destino.
“Trabajar desde casa es una decisión estratégica, no solo una táctica que ahorra dinero”, dijo Kate Lister, presidenta de Global Workplace Analytics. “Gran parte de ello se reduce a la confianza. ¿Confías en tus empleados?”.
¿El trabajo remoto es una innovación?
Compañías chicas y grandes han intentado durante décadas hacer funcionar el trabajo desde casa. Desde 1985, los medios tradicionales usaban frases como “el creciente movimiento del teletrabajo”. En 1989, Peter Drucker, el gurú de la administración, dijo que “trasladarse para trabajar en la oficina es obsoleto”.
El teletrabajo era una innovación impulsada por la tecnología que parecía ofrecer beneficios, tanto para los empleados como para los ejecutivos. Los empleados podrían eliminar los traslados que cada vez se volvían más largos y trabajar en el horario que se les acomodara mejor. La dirección administrativa ahorraría en bienes raíces y podría contratar a solicitantes que vivieran lejos de la oficina, lo que aumentaría la cantidad de talento.
Y, sin embargo, muchos de los proyectos finalmente se redujeron o abandonaron. Además de IBM, las compañías que de manera pública dieron marcha atrás al teletrabajo durante la década pasada incluyen a Aetna, Best Buy, Bank of America, Yahoo, AT&T y Reddit. Los empleados remotos a menudo se sentían marginalizados, lo que los hizo menos leales. La creatividad, la innovación y la serendipia se vieron afectadas.
Marissa Mayer, directora ejecutiva de Yahoo, llamó la atención cuando obligó a los empleados a volver a la oficina en 2013. “Algunas de las mejores decisiones e ideas provienen de las conversaciones en los pasillos y la cafetería, de conocer a nuevas personas y de reuniones improvisadas con el equipo”, explicó un memorando de la compañía.
Las empresas tecnológicas procedieron a gastar miles de millones de dólares en sedes cada vez más lujosas para que los empleados nunca necesitaran salir de ellas. Facebook anunció planes en 2018 para lo que esencialmente eran dormitorios. Amazon reestructuró un vecindario entero de Seattle. Cuando a Patrick Pichette, el exdirector financiero de Google, le preguntaron: “¿Cuántas personas teletrabajan en Google?”, dijo que le gustaba responder: “Las menos que sea posible”.
¿Retorna la ola del trabajo en casa?
Ese cálculo ha cambiado de manera abrupta, dice Streitfeld, quien agrega que Facebook espera que hasta la mitad de sus empleados trabajen de manera remota en una fecha tan próxima como 2025.
El director ejecutivo de Shopify, compañía canadiense de comercio electrónico que emplea a 5000 personas, tuiteó en mayo que la mayoría de ellos “trabajarán permanentemente de manera remota. La centralidad de la oficina ha terminado”. El director tecnológico de Walmart les dijo a sus empleados que “trabajar virtualmente será la nueva normalidad”.
Quora, un sitio web de preguntas y respuestas, aseguró la semana pasada que “todos los empleados pueden trasladarse de manera inmediata a cualquier lugar donde podamos emplearlos legalmente”. Los trabajadores que no quieran mudarse pueden usar las oficinas en Silicon Valley, que se convertiría en un espacio de trabajo compartido. Quora declinó decir cuántos empleados tiene.
Adam D’Angelo, director ejecutivo de Quora, dijo que él y el resto de los líderes administrativos lucharían contra la noción de que los empleados que trabajan de manera remota eran de segunda clase. Todas las reuniones serían virtuales. El futuro del trabajo, escribió, sería un paraíso para todos.
Quora dijo que el 60 % de sus empleados expresó que prefería el trabajo remoto, algo similar a lo que muestran las encuestas en Estados Unidos. En una encuesta de Morning Consult realizada a fines de mayo para Prudential, el 54 % dijo que quería trabajar de forma remota.
Sin embargo, en una señal de advertencia para los administradores, el mismo 54 % de los encuestados también aseguró que al hacer trabajo remoto se sentían menos conectados con su empresa.
El disentimiento del trabajo a distancia
Describe Streitfeld que un revés muy sonado para el trabajo remoto fue un intento en Best Buy, la tienda minorista de artículos electrónicos con sede en Mineápolis. El programa original, que atrajo atención en Estados Unidos, comenzó en 2004. Estaba destinado a evaluar a sus empleados por lo que lograban, no por las horas que el proyecto había tomado o por la ubicación en la que se realizó.
Best Buy canceló el programa en 2013, al aducir que dio a los empleados demasiada libertad. “Cualquier persona que ha liderado un equipo sabe que delegar no siempre es el estilo de liderazgo más efectivo”, dijo en aquel momento el director ejecutivo, Hubert Joly.
Jody Thompson, cofundadora del programa, quien dejó de trabajar en Best Buy en 2007 para convertirse en consultora, dijo que la compañía tenía un desempeño deficiente y entró en pánico. “Regresó a la filosofía de: Si puedo ver a las personas, eso significa que deben estar trabajando”, comentó.
El cierre por el coronavirus, en el que el 95 % de los trabajadores del campus corporativo de Best Buy laboran actualmente de manera remota, y eso podría estar generando otro cambio en la filosofía de la empresa. “Esperamos continuar de manera permanente con algún tipo de opciones laborales flexibles”, dijo una vocera.
El trabajo flexible brinda a los empleados mayor libertad con sus horarios, pero no cambia de manera fundamental en que son supervisados, que era el objetivo de Thompson. “Este es un momento en el que trabajar puede cambiar para bien”, dijo. “Necesitamos crear una nueva cultura laboral, en la que todos sean un 100 % responsables y un 100 % autónomos. Sólo administrar el trabajo, no a las personas”.
Pero también es un momento, reconoció, en que el trabajo puede cambiar para mal. “Es un momento desconcertante”, afirmó Thompson. “Cuando eres gerente, existe la tentación de supervisar a alguien con más rigor si no lo puedes ver. Hay un incremento en gerentes que usan software de espionaje”.
Vulnerabilidad del empleo remoto
Los empleados remotos pueden librarse de los costos de trasladarse a la oficina, pero tradicionalmente son más vulnerables. Jeffrey Gundlach, quien tiene a su cargo la firma de inversiones DoubleLine Capital, dijo en su transmisión mensual por Internet que había comenzado a ver con otros ojos a su personal recién adaptado al teletrabajo.
“Me di cuenta, de alguna manera, quién realmente hacía el trabajo y quién no hacía tanto trabajo como parecía”, afirmó. Con respecto a “algunas de las personas de supervisión y gerencia intermedia comienzo a preguntarme si realmente los necesito”, agregó.
Al comienzo del año la tasa de desempleo era baja y los trabajadores tenían algo de ventaja. Todo eso se ha perdido, al menos durante el próximo año o los dos posteriores. El trabajo remoto generalizado podría consolidar ese cambio.
“Cuando las personas están en crisis, te aprovechas de ellas”, dijo John Sullivan, profesor de Administración en la Universidad Estatal de San Francisco.
“Los datos obtenidos durante los últimos tres meses son muy poderosos”, recalcó. “Las personas están conmocionadas. Nadie vio una caída en la productividad. La mayoría experimentó un incremento. Las personas han ido al trabajo durante miles de años, pero eso va a terminar, y cambiará la vida de todos”.
La innovación, agregó Sullivan, podría finalmente ponerse al día. “Cuando contratas de manera remota, puedes conseguir el mejor talento disponible y no solo el mejor talento que quiere vivir en California o Nueva York”, concluyó. “Obtienes una verdadera diversidad. Resulta que eso afecta a la innovación”.
«Muy romántico y muy poco realista»
Laermer, el ejecutivo de relaciones públicas, es más cauteloso sobre las implicaciones de la crisis. En marzo, cuando cerró su oficina, anticipó un desastre, como lo que sucedió los viernes en 2017, pero cinco veces peor, describe Streitfeld en su artículo.
Aunque la situación ha sido muy buena para Laermer, pues hasta contrató, vía Zoom, a personas que no ha conocido cara a cara, “y han resultado ser trabajadores excepcionales”, hay otras razones para no augurar el éxito del trabajo remoto así por así.
¿Qué cambió? Bueno, por una parte, la tecnología, incluido Zoom, es mejor. Además, “ahora tenemos reglas”, dijo.
“Debe estar disponible entre las 9:00 de la mañana y las 5:30 de la tarde. No puedes abordar esto como si fueras un supervisor de niños”. Pero aseguró que no por ello estaba tratando de finalizar el contrato de arrendamiento de su oficina.
“Las empresas dicen que trabajar desde casa está funcionando tan bien que van a dejar que la gente trabaje desde casa para siempre”, subrayó Laermer, quien sostiene que todo el tema del trabajo a distancia «es una buena estrategia de relaciones públicas, muy romántico y muy poco realista», por eso, añadió: «¡Volveremos a la oficina tan pronto como haya una vacuna!”.
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