POR JOSEFA BARRAZA Y PABLO SEGUEL
Un alargado trozo de tela se resbala entre las pequeñas orejas de Ximena, quien desde su curiosidad infantil y temor, intenta mirar hacia el suelo, mientras el vendaje que impedía su visión, seguía soltandose como un nudo mal hecho. El ruido de una conversación radial la distrae, en tanto el vehículo donde viaja con su padre y hermano -de ocho años-, dobla por calles para eludir controles, sin lograr avanzar en el trayecto. Esta es la historia de Ximena Canales, quien a sus siete años de edad, fue detenida por Carabineros junto a su padre Juan Segundo Canales y su hermano Rodrigo, a las afueras de la embajada de Francia en marzo de 1974, mientras solicitaban asilo político.
“(Un carabinero) Nos ordenó tirarnos al suelo y luego procedió a revisarnos, vendarnos, esposar a mi padre, y vendarnos a todos. Este carabinero avisó a una patrulla a la que nos subieron; la venda de los ojos se aflojó, así pude ver algo por debajo de la venda, por el rabillo del ojo. Este vehículo anduvo varías vueltas (…) luego de dar más vueltas nos llevaron a un regimiento, nos bajaron y nos entregaron a los militares, allí le sacaron las esposas a mi padre, lo amarraron con cordel grueso, y se lo llevaron entre dos militares (…) quedamos a cargo de un militar”, se lee en los antecedentes del caso de Ximena, quien en conversación con este medio, confesó que fue dos veces golpeada por carabineros por mirar debajo de la venda.
Tras varias horas de estar en ese lugar, los niños se reencontraron con su padre, quien venía muy golpeado. Tenía sus muñecas ensangrentadas debido a la rigidez de la soga. De pronto, las vendas volvieron a cubrir sus rostros, mientras eran trasladados amarrados a un estacionamiento. Ximena, a quien nuevamente se le soltó parte de su venda, pudo divisar personas de civil y un sótano: Un sótano bullicioso, del que provenía una extraña música.
Bajan directamente hacia el sótano, en tanto Juan Segundo es alejado nuevamente del lado de sus hijos, quienes lo miran en espera de su regreso.
“Quedamos solos en una especie de calabozo, era una puerta con rejas, al fondo de ese espacio había una caja de madera con un paño mugriento encima, no nos sentamos, hasta que por cansancio lo hicimos, quedamos vigilados por un soldado (…) en algún momento de la madrugada sentimos un disparo, fue un ruido muy fuerte. Ante la desesperación me escapé, el guardia no pudo detenerme, subí corriendo, por los gritos se iban abriendo puertas a ambos lados, me detuve unos segundos en la primera puerta del lado derecho, allí había un hombre amarrado en una silla, su cabeza caída, no sé si estaba desmayado o muerto, pero detrás de él en la pared había salpicadura de sangre”, relató Ximena para la solicitud de declarar Monumento Histórico el Sitio de Memoria del subterráneo del ex Hospital Militar de Santiago en 2017.
Sin embargo, esta no es la única escena que impacta a la niña. Mientras continúa su recorrido por el subterráneo, observa a una anciana desmayada, quien traía un vestido con su enagua descosida; Ximena no sabía si estaba desmayada o muy golpeada, hasta que siente que entre tres hombres la toman y tiran al calabozo, en donde pudo reencontrarse con su padre, quien venía sangrando por los golpes y apenas sosteniéndose en pie.
“No se muevan”, le susurra Juan Segundo ante la mirada aterrada de sus dos hijos, quienes no pudieron emitir palabra.
956: Una cifra que desgarra
El pasado 8 de septiembre, y a 50 años del Golpe de Estado, el Observatorio de Derechos de la Defensoría de la Niñez, dio a conocer las cifras que revelan las graves vulneraciones sufridas por la niñez y adolescencia en el periodo de la dictadura en Chile, basándose en la información de las comisiones de verdad y reconciliación (informe Rettig e Informes Valech I y II).
“De ellas se desprenden datos relevantes tales como que 150 niños, niñas y adolescentes fueron identificados como víctimas de ejecución en el periodo de la dictadura, mientras otros 40 fueron víctimas de desaparición forzada (…) Por otra parte, 956 niños, niñas y adolescentes sufrieron la prisión política y torturas, mientras otros 102 estuvieron en prisión política acompañados de un adulto o adulta. Además, 15 mujeres embarazadas fueron ejecutadas o desaparecidas, y un total de 700 niños, niñas y adolescentes quedaron huérfanos debido a la ejecución o desaparición forzosa de sus padres”, informó en su página web la Defensoría de la Niñez.
Es importante precisar, que para esta recopilación de cifras, se consideró que para la época, la mayoría de edad era hasta los 21 años, pero aquí se consideraron los casos hasta los 17 años de edad; por lo que de un total de 307 personas de hasta 21 años fueron víctimas, 75 de ellas detenidas desaparecidas.
“Aquí fue”
Tras la orden de su padre de no moverse, Ximena y Rodrigo no pudieron emitir palabra por el terror que provoca la incertidumbre. Luego, las vendas volvieron a oscurecer las miradas de Juan Segundo y sus hijos, quienes no se despegaron de su lado, mientras eran subidos bruscamente a un vehículo, en donde su copiloto los amenazaba y golpeaba con la culata de un rifle para que permanecieran agachados.
“Llegó el vehículo a un lugar, allí a punta de arma, nos bajaron bruscamente, y nos lanzaron al suelo, caímos de guata al suelo, las cabezas enfrentadas, estábamos alumbrados por los focos del vehículo. El terror era tan grande, que ni siquiera ahora puedo plasmar o explicar el miedo experimentado. Los dos gritaban, amenazaban, uno de ellos pasó bala, indicando que, si movíamos un músculo, dispararía. Luego de un largo martirio, dijeron que se alejarían, pero debíamos seguir inmóviles. Seguimos así por un largo tiempo, hasta que no se sintió más el ruido del motor, mi padre nos dice que él se va a levantar despacio, que nos quedáramos quietos (…) de repente nos dice que nos levantemos rápido. Estábamos botados era un basural”, se lee en el expediente de Ximena.
Ximena, Juan Segundo y Rodrigo corrieron, mientras caían a los hoyos del piso irregular. Llegaron a una avenida iluminada, no había nadie alrededor, por lo que siguieron caminando en busca de ayuda. De pronto, el sonido de un motor los alerta; era una micro que se detuvo frente a ellos, abrió su puerta, en tanto el chófer le reclamaba a Segundo cómo se le ocurría andar con sus hijos durante un toque de queda. Los miró detenidamente, y en cuestión de segundos les pidió que subieran rápido, y que se mantuvieran agachados.
En febrero de 2009, Ximena reconoció y descubrió que el lugar donde estuvo detenida junto a su padre y hermano era el sótano ubicado en las dependencias de la Unidad de Urgencia Pediátrica, del ex Hospital Militar de Santiago. Luego de confirmarlo, inició la larga lucha para declarar como Sitio de Memoria dicho lugar. Incluso, fue reconocida como víctima sobreviviente por la Fundación Salvador Allende, beneficiada por brindar testimonio ante la CODEPU y convocada a participar en la causa Banco Riggs que se llevó a cabo en contra de Augusto Pinochet, por malversación de fondos públicos, (cuentas secretas que mantenía en el banco mencionado), debido a esta razón la acogieron en PRAIS ARICA, puesto que, la ley Valech no la reconoció como víctima sobreviviente.
-Una vez comprobado esto empezó mi lucha, solicitar el reconocimiento de dicho lugar como centro clandestino de detención, tortura, ejecución, porque fui testigo de una ejecución, esta lucha fue concebida en mi ser por la verdad, por la razón, por el dolor de tantos y tantos compatriotas (…) exigiendo la reparación a través del reconocimiento de sitio de memoria, cuya gestión la inicio Marcela Sandoval, Encargada Prais Nacional, procediendo a la marcación de sitio de memoria, el 30 de Octubre de 2015, ella fue quien realmente acogió mi solicitud, preparando las bases para el reconocimiento oficial de sitio de memoria-, explica Ximena, en conversación desde Arica, confirmando que se declaró Sitio de Memoria el 27 de octubre de 2022.
En el año 2015, Juan Segundo Canales falleció antes de que iniciarán las gestiones para que el lugar donde fue torturado, fuese declarado Monumento Histórico por su condición de Sitio de Memoria.
Buen Pastor: Una congregación religiosa al servicio de la dictadura
La situación de la violación de derechos humanos en contra de niñas, niños y adolescentes constituye un capítulo oprobioso de la dictadura militar. Centros clandestinos de detención de servicios de seguridad, «campos de prisioneros de guerra», cárceles, penitenciarias e instituciones eclesiásticas se opusieron al servicio de la dictadura. Los testimonios son un reservorio de las atrocidades cometidas por el Estado. Llevados con sus padres, secuestrados directamente o naciendo en los recintos de detención, las circunstancias de la prisión políticas fueron diversas.
Pero hubo circunstancias que profundizaron esta veta y fue la concurrencia, por prejuicios conservadores de la época, de la entrega de la prisión de mujeres y sus hijos a una institución eclesiástica, como lo fue el caso de la Congregación de Mujeres del Buen Pastor. Una concepción religiosa de las mujeres como moralmente tendientes a la corrupción y el pecado, la externalización de la función carcelaria y penitenciaria a instituciones no estatales y la utilización de la infraestructura existente por la dictadura para extender su manto represivo lo posibilitaron.
De acuerdo con la información de las comisiones de verdad y reconciliación, esta congregación puso a disposición de la dictadura dieciocho cárceles a lo largo y ancho del país para que parte importante de las niñas y adolescentes víctimas de prisión fuesen llevados directamente o con sus madres a estos sitios.
En el pasaje Pelletier N°540, sector La Pampa, en la comuna de La Serena, se ubica la Cárcel de Mujeres del Buen Pastor, uno de los pocos casos visibilizados de esta congregación a nivel nacional.
Son frágiles y traumáticos los recuerdos de los niños que fueron llevados siendo bebés con sus madres: “Yo tenía un año y once meses cuando llegué acá, al Buen Pastor y que mi hermana tenía tres años y ocho meses. Éramos niños, aquí había otros niños, de otras nacionalidades (…) Aquí hubo una idea de utilizar todas las formas de tortura, todas las formas de crueldad para destruir al ser humano. Fue realmente una máquina de destrucción. Piensen que este lugar es un lugar que debe estar cercano a Dios, para los que creamos o no. Pero ese respeto no existía aquí, todo era vulnerado. Las mujeres salían de aquí a ser torturadas a los supuestos interrogatorios de la fiscalía militar”. Señala una de las sobrevivientes a finales de 2015 en un testimonio que quedó registrado por el cortometraje “La Serena: Cárcel del Buen Pastor” (2016).
El informe Valech señala: “Desde septiembre de 1973 hasta el año 1975 hubo detenidos en ese lugar. El mayor número corresponde a 1973. Las declarantes coinciden en señalar que fueron trasladadas desde otros recintos, que permanecían incomunicadas por largos períodos y que eran mal alimentadas. Los interrogatorios se efectuaban en el regimiento Arica, al cual eran trasladadas sin previo aviso. Esta situación las mantenía en un estado de temor y angustia permanente, ya que denuncian que durante los interrogatorios eran torturadas”
Las piezas de la memoria son frágiles. En 2015 la Congregación del Buen Pastor puso a la venta este inmueble y comenzó su progresiva destrucción. Por este motivo, la Corporación de Memoria 16 de Octubre de La Serena – que alude a la fecha en la que llegó a la región la Caravana de la Muerte, solicitó a finales de año que se protegiera el inmueble.
“Porque es indispensable reflexionar sobre la historia y tenerla presente, y así evitar en el futuro la repetición de sus errores, la Corporación de Memoria Dieciséis de Octubre 6 viene a solicitar formalmente que los salones posteriores de la antigua Casa del Buen Pastor de La Serena convertida en cárcel de mujeres durante la dictadura militar, sean declarados “monumento histórico”, para así ser protegidos de su eventual destrucción”, señalaron en su presentación ante el Consejo de Monumentos Nacionales. Fue acogida y protegida como Monumento Nacional a finales de año a través del Decreto N° 467.
Pero también hubo centros clandestinos de detención y torturas, los que están mucho más invisibilizados, como lo fueron los recintos de las Fuerzas Armadas y los cuarteles de los servicios de seguridad de la dictadura. Los casos del subterráneo del ex Hospital Militar del Ejército en Santiago y la Villa Grimaldi -el cuartel Terranova en el argot de los agentes represivos- nos muestran una dimensión más desconocida y macabra.
Otro miserable y aterrador plan de la DINA
Miércoles 31 de agosto de 2023, y en un café a pasos de La Moneda, está Macarena Aguiló bebiendo una pequeña taza de té manzanilla, mientras su pelo con reflejos, se menea entre los destellos de un sol invernal. Apenas hace un par de semanas, se enteró que la Corte de Apelaciones de Santiago resolvió someter a proceso por su secuestro, a los agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) Miguel Krassnoff y Rolf Wenderoth; por el delito cometido en abril de 1975, cuando Macarena tenía tres años de edad.
Por lo que, se revocó la resolución respecto al cierre de la investigación y ordenó, pese a existir antecedentes suficientes para dictar auto de procesamiento, la realización de una serie de diligencias destinadas a establecer, entre otros, la responsabilidad de más agentes estatales en el secuestro de Macarena -como lo informó el Diario Constitucional-.
-A pesar de que existan todas las pruebas que comprueben lo que me pasó, es desgastante este proceso. Es revictimizante el tener que demostrar a la justicia, un hecho que sí ocurrió. Por mucho tiempo mi causa judicial estuvo estancada, paralizada-, comienza diciendo Macarena, quien actualmente es una reconocida documentalista.
Macarena Aguiló es hija de los militantes del MIR Margarita Marchi y Hernán Aguiló, quienes luego del Golpe de Estado debieron vivir en la clandestinidad. Por temas de seguridad, la niña se quedó junto a su “nana” Elsa Oróstica, quien la cuidaba desde que nació. Debido a la detención de la madre de Macarena -a manos del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea- en enero de 1975, su tío materno quien vivía camino a San Vicente de Tagua Tagua, la fue a buscar, ya que Margarita y su hermana estaban encarceladas.
Marzo de 1975, y la casa del tío de Macarena en El Tambo se había transformado en una “ratonera”, la que consiste en que agentes de represión se apoderan de una vivienda y sus moradores quedan cautivos, como rehenes, a la espera de que lleguen militantes al lugar para detenerlos; por lo que la DINA llegó al hogar para detectar una comunicación entre Hernán y su pequeña hija. Debido a la ratonera, el tío de Macarena fue detenido y trasladado a Villa Grimaldi, en donde fue torturado. Por lo que en la casa quedaron solo Macarena, su primo de un año y su tía embarazada de seis meses.
Según antecedentes del caso, la DINA trasladó a Macarena y a su tía a Villa Grimaldi en donde fueron interrogadas, para posteriormente ser separadas. Incluso, en el interrogatorio de la niña, la DINA le ofreció dulces para que contestara. Posterior al interrogatorio, fue enviada a la casa de su nana en Santiago, en donde nuevamente hicieron una ratonera por 10 días. Pero, la DINA al no conseguir lo que querían -detener a Hernán Aguiló u obtener información de él-, decidieron llevar a cabo un miserable plan: secuestrar a Macarena.
El 4 de abril de 1975, y mientras Macarena jugaba en el patio trasero de la casa de su nana, la DINA la tomó, pasaron por el living en busca del bolso de la niña, y huyeron por una pequeña reja, para luego subirla a una camioneta. Su abuelo, quien estaba llegando al lugar, logró presenciar la escena.
“¿A dónde la llevan?”, preguntó Jorge Aguiló, sin recibir respuesta de los secuestradores. Luego de eso, Macarena desapareció.
-Me llevaron al Hogar N° 1 de Niñas, de Carabineros, ahí estuve por 21 días. Allí había niñas más grandes. Nadie sabía dónde estaba, pero sí tenía la sensación de estar detenida, a esa corta edad. Incluso, según Carabineros, ellos me encontraron en la calle y me ayudaron, intentando dar a entender que mi familia no estaba al pendiente de mí, lo que era mentira. A pesar de que mis papás no estaban conmigo, sí tenía una familia que estaba muy preocupada por mí. No estaba sola, todo lo contrario-, relata Macarena.
Durante los días en que Macarena estuvo desaparecida, la prensa extranjera, como la Revista Newsweek, los diarios ingleses Daily Telegraph y Morning Star, diario La Opinión de Argentina, informaron que una niña de tres años estaría desaparecida en Chile, “con el objetivo de que su padre se entregara a los servicios de inteligencia que lo buscaban” -se lee en la resolución de la Corte de Apelaciones-.
No obstante, los diarios La Tercera, Austral de Temuco, Las Ultimas Noticias y La Segunda, intentaron desmentir lo publicado en el extranjero. Incluso, en la Tercera se informó que el Director General de la Cancillería, Javier Illanes, habría señalado que las acusaciones de los diarios internacionales eran totalmente falsas. Además, se intentó aclarar que “Carabineros en un acto de profunda generosidad” recogió en calidad de abandonada a la niña, llevándola al Hogar de Menores.
Tras la difusión del secuestro en la prensa tradicional, Macarena Aguiló fue liberada.
“Una vez que Macarena fue encontrada en un hogar de menores, fue llevada a casa de doña Yolanda Disselkoen, suegra de su tía María Emilia Marchi, lugar donde la bañaron y le pusieron ropa limpia, porque al parecer habría estado durante muchos días con la misma ropa, la que se encontraba muy sucia. Padecía de pediculosis, estaba estítica, y decía no haber ido al baño porque era “un hoyo donde debía poner los pies”. Permaneció unos días con su tía, a la que le habían pedido que no avisara a nadie de su aparición, hasta que ella prefirió contarle a su abuelo”, se relata en la causa judicial.
El 22 de abril de 1976, Macarena obtuvo su visa para salir al país, viajando el 27 de abril de 1976 a Francia, en donde vivió en el exilio con su madre.
En el año 2001, Macarena Aguiló interpuso una querella, con la principal motivación de dejar una constancia judicial de lo ocurrido y construir un relato.
“Con la aparición del Informe Valech fue el momento en que se visibilizó lo que ocurrió. Pero también implicó para todos los exmenores que nos presentamos a dar nuestro relato, la constatación de que no habíamos sido considerados por la convocatoria de la comisión para contar nuestra experiencia. Una llegaba allá y el formulario estaba pensado y dirigido a adultos que habían sido víctimas de prisión y tortura, pero en ningún momento se pensó que existían niños que también podían estar ahí”, narró Macarena, al libro “50 años, 50 historias”.
No obstante, la ahora documentalista explica que en el Informe Valech se enumeraron 102 casos de niñas, niños y adolescentes privados de libertad durante la dictadura, pero que aquella cifra es aún mayor, debido a los casos que aún no se han visibilizado.
-Deben ser muchos más. Hay una cifra negra de casos de niñas, niños y adolescentes que aún no se han contabilizado. En mi caso, para conocer mi expediente tuve que buscarlo por muchos lugares, hasta que lo encontré en un tribunal, empolvado. Eso me ayudó a formar aún más el relato de lo que viví. Era solo una niña-, comenta Macarena Aguiló antes de despedirse.