El 16 de octubre de 2016, Eva Analía Higui de Jesús caminaba por el barrio de San Miguel, ubicado en la provincia de Buenos Aires, Argentina, cuando comenzó a ser hostigada por tres hombres.
Higui tenía entonces 42 años. Los varones la rodearon. «Te voy a hacer sentir mujer, forra lesbiana», le dijo uno de ellos. Conocían su orientación sexual y no era la primera vez que la atacaban por eso.
Entre todos la tiraron, le desgarraron la ropa. Le advirtieron que la iban a violar. Ella logró sacar una navaja para defenderse. La hundió en uno de sus agresores, Cristian Rubén Espósito, quien falleció. Los otros escaparon, explica la periodista Cecilia González para RT.
Cuando la Policía llegó, Higui seguía tirada, inconsciente, golpeada, con la ropa hecha jirones. La detuvieron y quedó acusada de homicidio simple.
El ataque lesbofóbico y el intento de violación jamás se investigaron, pero Higui sí tuvo que pasar ocho meses en prisión. Gracias a las organizaciones de derechos LGTBIQ que se movilizaron, logró salir en libertad en junio de 2017. Pero siguió procesada.
Hoy, casi cinco años después, por fin comienza el juicio en su contra y que pondrá nuevamente a prueba a la justicia en Argentina, que cada tanto demuestra su falta de perspectiva de géneros y de derechos humanos.
Apoyos en Argentina
El caso de violencia machista pasó casi desapercibido en los medios más influyentes de Argentina. A Higui le jugó en contra ser mujer, pobre y lesbiana. En el momento del ataque no había terminado ni siquiera la primaria. Tenía todo en contra para invalidar su testimonio. Para muchos, no importaba tanto.
Pero el activismo surtió efecto. Los medios alternativos estuvieron presentes con ella desde el primer momento. La prensa internacional retomó la historia, la publicó en diversos idiomas y la campaña en su apoyo comenzó a crecer. Hubo marchas, radios abiertas, partidos de futbol, ollas populares, manifestaciones para respaldarla.
Hasta Higuita, el famoso futbolista colombiano al que le debe su apodo, se solidarizó con ella, amante de la pelota, jugadora en las canchas de su barrio desde la infancia, destacada en la posición de arquera.
Ahora, la exigencia es por la absolución de Higui, presa por defenderse y atacada por ser lesbiana. Así lo proclaman cientos de personas que han acudido a apoyarla a las puertas del tribunal en el inicio de un juicio que se realizará en cuatro sesiones a puerta cerrada y con 30 testigos.
La última audiencia será el próximo martes. Luego vendrá la sentencia que ella y parte de la sociedad esperan sea a favor de una sobreviviente y no de sus agresores.
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