La pandemia del COVID-19 lleva en su cuenta casi 36 millones de infectados en el mundo. De ellos, aproximadamente 14 % reside en un país de América del Sur: Brasil. La nación superó este miércoles los cinco millones de casos positivos, según datos del Consejo Nacional de Secretarios de Salud.
De acuerdo con medios brasileños como Brasil de Fato, esta cifra récord se da en paralelo con los peores niveles de aislamiento registrados en el país desde el inicio de la pandemia. Al respecto, la plataforma de geolocalización y tecnología Inloco alerta que desde hace casi un mes los índices diarios se incrementan de forma desesperada.
Solo en las 24 horas transcurridas previas al miércoles se confirmaron 31,553 contagios por coronavirus. Además, actualmente hay más de 468 mil casos activos en seguimiento. Mientras, el otro saldo trágico -los fallecidos- se acerca a los 150 mil, incluidos 734 en la jornada récord.
En ese sentido, la tasa de letalidad, que mide el número de muertes entre quienes contrajeron la enfermedad, es de 3 %. Sin embargo, São Paulo, Río de Janeiro, Pernambuco, Rio Grande do Norte y Ceará tienen tasas por encima del promedio nacional.
La curva exponencial del COVID-19
En Brasil, el crecimiento de la enfermedad continúa casi cinco veces más rápido que el registrado hasta junio. En detalle: pasaron 114 días desde el primer caso, en febrero, hasta registrarse un millón de pacientes, el 19 de junio.
Luego, transcurrió menos de un mes después, el 16 de julio, para que el número de contagios sumará dos millones. Después, la marca de los tres millones se logró 25 días después, el 9 de agosto. También 25 días después, el 3 de septiembre, el coronavirus ya había alcanzado a cuatro millones de personas en el país.
Entonces, sí hubo una relativa desaceleración en la velocidad con la que el país alcanzó los cinco millones de infectados: 34 días después. Sin embargo, estos resultados se ven después de una meseta muy alta, ya que fueron cuatro meses con registros semanales de más de 200 mil infecciones y de seis mil defunciones.
Precisamente, ese récord ubicó al gigante suramericano entre las tres naciones con mayor número absoluto de casos de la enfermedad, detrás de India y Estados Unidos. Además, actualmente ocupa el segundo lugar en el total de muertes y es el sexto en la lista de muertes por cada millón de habitantes.
La frase lapidaria: con menos del 3 % de la población mundial, Brasil tiene alrededor del 14% de los infectados por COVID-19 en el mundo.
El caos en Sao Paulo
Sao Paulo es uno de las ciudades más afectadas por la pandemia. Allí, la letalidad del coronavirus es 60 % mayor en los barrios pobres, en comparación con los barrios ricos, Un estudio reciente de la Universidad de São Paulo (USP) determinó que la realidad actual produce la sensación de que la ciudad vive en diferentes siglos, en términos de combatir la pandemia.
“Los datos pueden mostrar que la carga de mortalidad del covid tiene una determinación social muy clara. No es nada nuevo, pero es una reafirmación de la determinación social de las muertes, que no es diferente en el covid. El riesgo de infectarse está socialmente determinado y las consecuencias de la infección son aún peores”, reseño la investigación.
El estudio se basó en los datos de defunción confirmados por el Departamento de Salud municipal y en información socioeconómica del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Entonces, la ciudad se dividió en tres tipos de barrios: más rico, intermedio y más pobre. Cruzando con los números se encontró que los barrios Brás (intermedio), Pari (intermedio) y Cachoeirinha (más pobre) concentran el mayor número de muertes por cada 100 mil habitantes: 87, 84,4 y 83,9, respectivamente.
Por otro lado, Bela Vista (más rico) tiene 20,7 muertes en los mismos términos de comparación, al igual que Butantã, con 23,4 muertes, y Jardim Paulista con 23,7.
Los barrios más ricos registran el menor número de muertes, 36 por cada 100 mil habitantes, mientras que los más pobres, el mayor: 57.7 defunciones. Los barrios clasificados como “intermedios” tienen 51,1 muertes.
La conclusión fue que aunque el COVID-19 no elige a sus víctimas, la calidad de la protección sanitaria y económica que ofrece el Estado determina qué parte de la población es la más afectada por la enfermedad.
Niveles de atención sanitaria en Brasil
En Sao Paulo, las regiones más pobres se caracterizan por una escasa infraestructura hospitalaria y deficientes redes de saneamiento básico y agua. Y esta última afirmación coincide con otro estudio realizado por el Instituto Pólis, que sigue la misma línea de investigación.
La encuesta del Instituto Pólis, realizada entre el 21 de marzo y el 27 de mayo, se basó en datos oficiales. Uno de los hallazgos se relaciona con la presencia significativa de mujeres de bajos ingresos y encargadas de mantener a la familia en los territorios con mayores índices de letalidad. Ese detalle dibujó que las víctimas de la enfermedad también están marcadas por género.
Adicionalmente, la investigación determinó que para la población más pobre la posibilidad de trabajar desde casa no se corresponde con la realidad. Incluso, eso se convierte en un agravante ante el cierre de escuelas y guarderías.
Asimismo, el color de la piel también es relevante. La mayoría de las muertes se registran en lugares con mayor concentración de población afrodescendiente. Por ejemplo, Cachoeirinha tiene alrededor de 35 % de negros resistentes y se encuentra entre los barrios con mayores tasas de letalidad.
También hay otro punto de correlación entre el trabajo informal y la tasa de letalidad. Acá, el primer aspecto es más expresivo y las tasas también son más altas. En Grajaú, por ejemplo, que tiene una alta tasa de letalidad, aproximadamente 70 % de los trabajadores son informales, entre 25 % y 37 % no tienen un lugar de trabajo fijo y 48 % no puede trabajar desde casa.
El Instituto Pólis señala que, incluso antes de que llegara la pandemia, los profesionales del campo ya habían planteado la hipótesis de que las condiciones de desigualdad territorial impactarían profundamente la propagación de la enfermedad.
En el otro lado del tablero
Mientras los más pobres sufren los embates del coronavirus, los multimillonarios brasileños aumentan sus fortunas durante la pandemia. Entre marzo y junio, al menos 42 multimillonarios brasileños vieron crecer sus patrimonios en 34 mil millones de dólares o unos 177 mil millones de reales.
La afirmación se deriva del informe “¿Quién paga la factura? – Gravar la riqueza para enfrentar la crisis de COVID-19 en América Latina y el Caribe”, de Oxfam Brasil, publicado días atrás.
Según Katia Maia, directora ejecutiva de Oxfam Brasil, los datos muestran que el “COVID-19 no es igual para todos. Mientras que la mayoría de la población corre el riesgo de contaminarse para no perder su trabajo o comprar la comida de su familia al día siguiente, los multimillonarios no tienen nada de qué preocuparse. Viven en otro mundo, el de los privilegios y fortunas que siguen creciendo en medio de, quizás, la mayor crisis económica, social y sanitaria del planeta en el último siglo”.
Al mismo tiempo, en Brasil, la tasa de desempleo aumentó 1,2 % entre marzo y mayo de 2020, en comparación al índice de diciembre de 2019 a febrero de este año. Esto significa que el desempleo alcanzó al 12,9 % de la población económicamente activa, según la Encuesta Nacional Continua por Muestras de Hogares del IBGE, publicada el 30 de junio.
Una «reforma» fiscal
El informe reveló que los ingresos tributarios para 2020 en América Latina y el Caribe pueden caer en dos puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB). Esto equivale al 59 % de la inversión pública en salud.
Frente a la situación actual, Maia asegura que «es hora de que la élite brasileña contribuya renunciando a privilegios y pagando más y mejores impuestos«. A su juicio, si hubiera un impuesto a las grandes fortunas en Brasil, esa situación podría cambiar para bien.
Al respecto, el ministro de Economía, Paulo Guedes, entregó al Congreso Nacional una presunta «reforma tributaria». Sin embargo, solo aborda la unificación y aumento de PIS y Cofins, dos impuestos que afectan el consumo y, por tanto, afectan de manera más significativa a la población más pobre.
Lamentablemente, el ministro no se ha referido a un solo camino que lleve a la tributación de grandes fortunas, herencias, ganancias y dividendos.
“Entre la pobre propuesta presentada por el Gobierno Federal y los discursos de los líderes del Congreso, que defienden una reforma tributaria orientada a simplificar y mejorar el clima de inversión, la mayoría de la población se asusta. Nadie parece tener la intención de tocar los privilegios de los más ricos, que nunca han pagado una parte justa de los impuestos. Es como si la mayoría de la población no tuviera derecho a una vida digna”, es la conclusión de Maia.
Por ello, Oxfam ofrece algunas propuestas para transformar esta realidad. Entre ellas destacó crear un impuesto extraordinario sobre grandes fortunas y paquetes de rescates públicos para grandes empresas con condicionamientos. También hablan de impuestos sobre resultados extraordinarios de grandes corporaciones, desgravación fiscal para aquellos en situación de pobreza, entre otras.
El documento también alerta sobre la necesidad de “contribuir al debate sobre la urgencia de buscar soluciones para el futuro de Brasil y América Latina. La reanudación del desarrollo económico solo será posible con la inclusión de toda la sociedad. Para ello, es urgente enfrentar privilegios y élites económicas. Brasil tiene la oportunidad de avanzar en esta dirección al discutir una reforma tributaria que sea justa y solidaria”.
Las cifras compiladas por Oxfam se basaron en la lista de multimillonarios de Forbes de 2019. Adicionalmente, valoraron la clasificación de multimillonarios en tiempo real de Forbes.
La pobreza extrema pos-COVID-19
Debido a la pandemia, el Banco Mundial advierte que la pobreza extrema puede volver a crecer en el mundo por primera vez en 20 años. Si se confirma el escenario, el planeta tendrá las tasas más altas de personas viviendo en condiciones precarias en este siglo.
La institución prevé que la crisis del COVID-19 lleve a la pobreza entre 88 y 115 millones de personas este año. Entonces, la pobreza extrema afectará a más del 9 % de la población mundial en 2020. “La magnitud de este efecto aún es muy incierta, pero está claro que la pandemia conducirá al primer aumento de la pobreza mundial desde 1998″, concluyen.
A la fecha, el número de muertes mundiales causadas por el COVID-19 supera el millón de personas. En tanto, la cantidad de personas infectadas ya sobrepasó los 36 millones.