A Maxciel Pereira dos Santos lo mataron a plena luz del día con dos tiros en la nuca cuando viajaba en una moto junto a su esposa en la ciudad de Tabatinga, en el estado de Amazonas de Brasil, en 2019.
Tenía 34 años y colaboraba para la Fundación Nacional del Indio (Funai) en la defensa de los indígenas en las Tierras Indígenas del Valle de Javari.
Se dedicaba a operaciones de combate de la minería, la explotación de madera, la caza y la pesca ilegal. Hasta hoy su crimen no ha sido resuelto por la Policía, explica la periodista Marta Miera para RT.
Dos Santos era considerado «el brazo derecho» del reconocido indigenista Bruno Pereira, que el pasado 5 de junio desapareció junto al reportero británico Dom Phillips en la misma región donde se cometió su asesinato.
En septiembre de 2019, Dos Santos y Pereira, que en aquel entonces era coordinador de la Funai para los indígenas no contactados, ayudaron a elaborar un plan junto a la Policía para destruir 60 balsas de mineros ilegales que exploraban en áreas cercanas a la reserva indígena.
Dos Santos murió tres días antes de que se ejecutase la acción y, un mes después, Pereira fue exonerado de la Funai.
«Eso les expuso tremendamente a los dos», explicó Alexandre Saraiva, exdelegado de la Policía Federal en el Amazonas, durante una entrevista a G1.
Phillips y Pereira, otro escándalo en Brasil
Tres años después de la muerte de Dos Santos, que apenas tuvo repercusión, las desapariciones de Phillips, colaborador habitual del diario The Guardian, y Pereira ponen de nuevo sobre la mesa los eternos conflictos que azotan a la Amazonía y la falta de protección de los activistas.
En pleno año electoral, el caso ha provocado un gran impacto dentro y fuera del país y ha dejado entrever la carencia de los organismos de fiscalización en estas zonas, todavía más debilitados desde que Jair Bolsonaro llegó al poder.
«Es un aventura que no es recomendable hacer. Todo puede ocurrir», dijo Bolsonaro al comentar la expedición en la que Phillips y Pereira desaparecieron.
En una columna de opinión, el economista Joel Pinheiro da Fonseca asegura que al hablar en esos términos, el presidente deja claro que perdió cualquier intención de gobernar la región, es decir, que perdió la soberanía.
«Bolsonaro siempre coqueteó con la idea de vender la exploración de la Amazonía a grandes empresas extranjeras, pero lo que terminó haciendo fue más sencillo. El gobierno simplemente abandonó la escena y dejó que cualquiera hiciera lo que quisiera», asevera el analista.
El presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, calificó la región como un «Estado paralelo dirigido por el crimen organizado del narcotráfico transnacional que se impone donde el Estado brasileño no llega».
El Valle de Javari
El Valle de Javari se encuentra en la frontera entre Perú y Colombia y es una de las selvas más densas del planeta. Tiene 8,5 millones de hectáreas demarcadas y representa la segunda mayor reserva indígena del país tras la Yanomami, que cuenta con más de 9,4 millones de hectáreas.
En esta región habitan más de 6.000 indígenas de siete etnias conocidas y alrededor de 20 grupos no contactados. Su situación geográfica lo convierte en un refugio perfecto para narcotraficantes, misioneros evangélicos y diversas actividades delictivas, como la pesca o la caza ilegal.
Desde que fue exonerado de la Funai, Pereira trabaja junto a la Unión de los Pueblos Indígena del Valle de Javari (Univaja) en un proyecto de vigilancia del territorio y había sido amenazado en muchas ocasiones. Phillips, que lleva 15 años viviendo en Brasil, escribe un libro sobre el medio ambiente en la Amazonía.
Las primeras hipótesis apuntan que el caso está relacionado con actividades ilegales de pesca –en concreto, una especie denominada pirarucu, uno de los mayores peces de agua dulce del mundo y protegido desde la década de 1980– y la caza en la región.
«Los pescadores nunca aceptaron la demarcación del territorio, que fue homologado en 2001», contó al portal Amazonia Armando Soares, exjefe de la unidad descentralizada de la Funai en el Valle de Javari, entre 2003 y 2005, y amigo de Pereira.
La Policía investiga un esquema de lavado de dinero para el narcotráfico por medio de la venta de pescado y animales que podría estar relacionado con la desaparición de los dos hombres.
Bruno denunció en abril al Ministerio Público que recibía amenazas de una organización criminal que actuaba en la pesca y la caza ilegal en la Tierra Indígena del Valle de Javari. En un audio grabado días antes de su desaparición, se le escucha denunciar que pescadores de esta zona disparaban a los equipos de fiscalización.
Movilización indígena en Brasil
Desde el primer momento, varios equipos de indígenas, muchos compañeros de Pereira de Univaja, han rastreado sin tregua la zona, junto a la Policía, el Ejército y la Marina de Brasil.
La ayuda de los indígenas ha sido clave para encontrar los objetos de los dos hombres el fin de semana pasado.
Por el momento, hay dos sospechosos, que son hermanos, detenidos: Oseney da Costa de Oliveira, conocido como Dos Santos y Amarildo da Costa de Oliveira, alias ‘Pelado’. Varios testigos aseguran que vieron a ‘Pelado’ seguir con su lancha el bote en el que viajaban Phillips y Pereira antes de desaparecer.
También se esperan los resultados de unas muestras de sangre encontradas en la lancha de ‘Pelado’ y el análisis de material biológico detectado en el río.
«Angustiosos momentos»
Las familias vivieron angustiosos momentos esta semana con el cruce de informaciones contradictorias sobre el caso. Desde la Embajada de Brasil en Reino Unido se comunicó a los allegados que los cuerpos habían sido encontrados, pero la Policía y ONGs no lo corroboraron.
Un día después, el embajador de Brasil en Reino Unido, Fred Arruda, pidió disculpas a la familia del reportero por transmitirles información errónea.
Bolsonaro, por su parte, declaró esta semana que se habían identificado «vísceras humanas flotando en el río». Este miércoles, el ultraderechista volvió a revolver la situación con unas declaraciones sobre el reportero británico.
«Ese inglés estaba mal visto en la región, porque hacía muchos reportajes contra los mineros, un tema ambiental, entonces, en esa región de allá, que es bastante aislada, a mucha gente que no le quería», dijo.
Phillips y Pereira llevan 11 días desaparecidos. Una tragedia que ha servido para recordar la violencia y el terror que sufren los indígenas en la Amazonía, pero también los activistas y los periodistas que luchan por ayudarles.
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