Mientras Brasil se acerca aceleradamente a los cuatro millones de contagios por COVID-19, supera los 122.000 fallecidos y el Amazonas sufre la indiscriminada deforestación amparada por el régimen de Jair Bolsonaro; la economía del gigante suramericano ha entrado en una dura recesión que prende las alarmas de todos los sectores del país.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) informó el pasado martes -1 de septiembre- que la economía de Brasil registró una contracción récord de 9,7 % en el segundo trimestre respecto al primero, cuando ya había caído 2,5 % debido al coronavirus, con lo cual entró formalmente en recesión.
Esta situación se da, justamente, mientras que Bolsonaro anunció una extensión de la ayuda estatal por la pandemia, aunque con un recorte importante de 50 % menos de lo que pagaban hasta ahora.
De acuerdo con un reportaje del portal Ámbito, la caída supera los 9,2 % estimados por 49 economistas consultados por el diario económico Valor; pero es inferior a la prevista en mayo (-11,1 %), gracias a los auxilios de última hora que decidió distribuir Bolsonaro casi en contra de su voluntad, para apaciguar los efectos de la pandemia.
De hecho, la decisión de prorrogar el apoyo económico provocó la ira de los sectores liberales contra Bolsonaro, que consideran innecesario este «gasto público».
La recesión en Brasil, considerada la mayor economía de América Latina, se hace evidente al ver el derrumbe de su Producto Bruto Interno (PBI). En el primer semestre, el retroceso fue de 5,9 %; mientras en el segundo trimestre fue de 11,4 %, precisó el IBGE.
La contracción del segundo trimestre se dio “en el auge del aislamiento social, cuando diversas actividades económicas fueron parcial o totalmente paralizadas para enfrentar la pandemia”, explicó la coordinadora de Cuentas Nacionales del IBGE, Rebeca Palis.
Industria y servicios los más afectados en Brasil
Brasil es el segundo país más afectado en el mundo en términos absolutos por el coronavirus, solamente superado por Estados Unidos.
Los sectores que sufrieron mayor impacto por la contracción fueron la industria (-12,3 %) y los servicios (-9,7 %), que en conjunto representan el 95 % del PBI de Brasil. El único sector que creció fue el agropecuario, con un incremento mínimo de 0,4 %, impulsado principalmente por la producción de soja y café.
El desplome es sideral, pero “en el mundo actual, parece muy razonable”, dijo a la agencia AFP Margarida Gutiérrez, profesora de macroeconomía del instituto Coppead de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
A pesar de esto, el desmoronamiento del gigante suramericano aún es muy inferior al de otros países de la región como México (-17,1 % en el segundo trimestre) y Chile (-13,4 %), o al de economías desarrolladas como Reino Unido (-20,4 %), España (-18,5 %) y Francia (-13,8 %), todas afectadas por el impacto de la crisis del coronavirus.
De acuerdo con expertos consultados por el diario Folha de S. Paulo, se espera que el período de recesión sea corto pero de una intensidad récord, considerando los datos de las últimas cuatro décadas.
La receta del gobierno de Bolsonaro para no caer al abismo fue flexibilizar las medidas de confinamiento y activar la producción -a pesar del duro golpe que esto significó para millones de brasileños afectados por la COVID-19- y entregar un subsidio de 600 reales (110 dólares) a 66,4 millones de brasileños, y en los casos de mujeres solteras y jefas de familia de 1.200 reales.
Destruir el plan Bolsa Familia
El subsidio de Bolsonaro, distribuido mensualmente desde abril para tratar de paliar la crisis que generó más de nueve millones de empleos destruidos, ahora será 50 % menor y según el ultraderechista pasará a sustituir el plan «Bolsa Familia», creado por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que lleva alimentos a las familias más necesitadas.
El plan «Bolsa Familia» llevó a Brasil a convertirse en potencia global. Según el régimen de Bolsonaro ,será sustituido por el plan «Renta Brasil» en 2021, y tendrá como antecedente el subsidio hecho por Bolsonaro.
Esto podría significar que la ayuda del Gobierno a las familias en condiciones de pobreza se convierta en un aporte mínimo, lo que se traduciría en un recorte del gasto público que pretendería disfrazar a expensas de las exigencias que le hacen los sectores liberales.
Minutos después de que se conociera el ingreso de Brasil en recesión, el presidente Bolsonaro anunció la extensión del mencionado subsidio pero condicionado a 300 reales menos.
“En base a la ley de responsabilidad fiscal, decidimos mantener el auxilio pero fijarlo en 300 reales”, dijo Bolsonaro desde el Palacio del Planalto, tras reunirse con ministros y legisladores oficialistas.
“No es un valor muy grande pero básicamente queremos atender a la población”, dijo, que según él es 50 % superior al plan social Bolsa Familia.
Según las encuestas, este auxilio elevó siete puntos la popularidad de Bolsonaro pese a que la pandemia ya dejó más de 122.000 muertos en Brasil y que el ultraconservador es ampliamente criticado por hacer una fuerte campaña contra las medidas de prevención.
En un mensaje al mercado financiero y presionado por el ministro de Economía, Paulo Guedes, Bolsonaro también dijo que enviará al Congreso el proyecto de reforma administrativa, con el que pretende modificar la estabilidad laboral de los funcionarios públicos que ingresen por concurso.
“Los cambios son a partir de los nuevos empleados que entren al Estado”, aseguró el ministro Guedes, quien citó a la “meritocracia” como un valor de esta reforma.
Hasta el momento, la situación en Brasil sigue siendo bastante incierta, sobre todo por cuál será el verdadero efecto negativo de la pandemia y las decisiones del régimen ultraderechista para una de las economías más importantes del continente, con una de las poblaciones más grandes del planeta.
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