Un metaperitaje realizado por la bioquímico Shirley Villouta comprobaría científicamente que Mauricio Ortega, único imputado por la mutilación de su ex pareja, Nabila Rifo, no tomó el hormigón usado para agredir a la mujer en la ciudad de Coyhaique. Esto, en contradicción con la versión prestada por la víctima en el juicio oral.
Asesorando a la Defensoría Penal Pública, la profesional revisó el análisis del Laboratorio de Criminalística de Carabineros (Labocar) de Santiago a las muestras levantadas en el sitio del suceso y detectó presuntos errores de interpretación. Ello, en relación con la prueba rotulada como «E.1», correspondiente a sangre extraída desde el material sólido que fue usado para golpear la cabeza de Rifo la madrugada del 14 de mayo de 2016.
El examen se basó en el denominado «principio de intercambio de Locard», bajo el cual se entiende que, al producirse un hecho delictivo, existe un intercambio o transferencia de indicios entre la víctima y el autor.
Villouta indica que, si bien el Informe Pericial de Genética Forense (Match) Nº 3279-01-2016 del Labocar -que comparó la muestra del hormigón con la pareja y otras cuatro personas que estuvieron presentes en la fiesta previa a la agresión-, determinó la presencia de un ADN masculino desconocido junto al de Rifo, la diligencia no aplicó la estrategia de exclusión para consignar explícitamente la ausencia de la huella genética de Ortega.
Aislando el contenido genético no identificado, el asesoramiento de la bioquímico resalta la existencia de nueve marcadores incompatibles con el perfil genético de Ortega, número suficiente para descartar al acusado como sospechoso de manipular el elemento.
«De los 23 marcadores genéticos sin considerar el marcador del sexo, es decir el de amelogenina, podemos observar que existen 9 marcadores genéticos donde sus alelos no coinciden con los alelos encontrados en la evidencia», destacó.
Lo anterior se encuentra regulado en el artículo 24 del decreto Nº 634 del 25 de noviembre de 2008, como parte de la ley 19.970 que creó el Registro Nacional de ADN -bajo sistemas del FBI-, que establece como mínimo para la exclusión de un perfil genético la falta de correlación alfanumérica entre «dos o más marcadores», situación que se daría en este caso.
Cabe precisar que en el juicio se exhibieron fotografías de un funcionario de Carabineros levantando el hormigón con guantes.
LABOCAR EN LA MIRA
En la octava jornada del juicio oral contra Mauricio Ortega, la defensa interrogó a Paulina Rivera, asesora del Labocar de Santiago que efectuó el «match» de perfiles genéticos.
Luego de múltiples objeciones del fiscal Luis González -que incluso motivaron llamados de atención del juez presidente Rolando del Río por el tono con que se refería a los presentes-, el abogado Ricardo Flores intentó exhibir a la perito un papelógrafo con la transcripción de los datos de su informe. Esto, con el fin de hacer un ejercicio de exclusión frente a los magistrados.
En el intercambio, la funcionaria desconoció el párrafo del decreto Nº 634 sobre ADN que, bajo el criterio aplicado en el análisis de la bioquímico Villouta, permitiría sacar a Ortega del sitio del suceso. «No lo manejo», indicó. Posteriormente, el fiscal González admitió la imposibilidad de concluir, a partir del estudio del Labocar, el hallazgo de huellas genéticas del imputado en el hormigón.
Otra intervención que mereció dudas sobre el trabajo policial del caso fue la del jefe del Labocar de Coyhaique, Luis Rebolledo. En el estrado se cuestionó al capitán por no analizar una caja de cigarrillos encontrada en la intersección de Lautaro con Monreal que podría haber tenido células epiteliales de interés criminalístico. «Para nosotros no era evidencia, porque hay mucha basura que está en la vía pública», contestó.
Tras admitir que los uniformados no hallaron sangre en la casa de Ortega, el oficial justificó la no utilización de luminol para la detección de la misma por la existencia de «elementos grasosos» y «mucho contaminante que nos pudo haber dado un falso positivo». Ante esto, el defensor comentó: «¿Es idea mía o el Labocar en el caso Matute, con una discoteque que tenía comida, alcohol, huellas, grasa, ocupó luminol y sí encontró sangre?»
En cuanto a un supuesto lavado de manos del imputado con diluyente, Rebolledo confirmó que el antecedente no fue incluido en sus informes y que surgió de un comentario efectuado por un colega a través de una mera inspección visual. Igualmente, negó que su equipo hubiera sacado y revisado las tuberías de los lavamanos en busca de restos orgánicos de sangre para confirmar la hipótesis de la Fiscalía.
Es importante aclarar que la presunta relación de las piedras encontradas en el sitio del suceso, con otras halladas en el domicilio de la pareja, también nació de un examen visual de Carabineros.
EL COTEJO DE LA MARCA GENÉTICA
Según lo establecido en la ley 19.790, el fiscal Luis González debió haber remitido al Servicio Médico Legal el perfil genético del sujeto desconocido presente en la evidencia «E.1» (hormigón), para su posterior almacenamiento en el Registro de Evidencias del Registro Nacional de ADN. Esto habría permitido cotejar dicha muestra con el perfil de otros que figuran en la base de datos, más conocida como CODIS.
Aunque la incorporación de la evidencia fue sugerida en el informe forense «match» de la perito del Labocar, Paulina Rivera, la concreción de lo anterior no figuraría en el expediente. Es por ello que el 27 de marzo enviamos un breve cuestionario a la Fiscalía Regional de Aysén, pidiendo informar si se envió o no lo señalado, si se detectó correspondencia genética con alguna registrada en el CODIS, y, en caso positivo, se dieran a conocer los cursos de acción adoptados.
A través del encargado de comunicaciones, el fiscal González contestó a El Ciudadano que solo hablará del tema «cuando termine el juicio».