El Gobierno de Estados Unidos sancionó este martes a la empresa suiza Rosneft Trading S.A., que forma parte de la petrolera estatal rusa, Rosneft, por sus actividades en Venezuela, lo que constituye un intento más de Washington por asfixiar económicamente a la nación caribeña.
Como resultado de esta medida todas las propiedades e intereses de Rosneft Trading S.A. en territorio norteamericano quedaron congeladas.
La empresa, registrada en Ginebra en 2011 y encargada de apoyar a su casa matriz en la ejecución de sus operaciones en el extranjero, principalmente las relacionadas con distribución, comercialización, procesamiento y transporte de petróleo y sus derivados, tiene prohibido el acceso de los circuitos bancarios y financieros estadounidenses, así como negocios con ciudadanos de ese país.
El Departamento del Tesoro incluyó al presidente de la junta directiva de la empresa, Didier Casimiro, y dio 90 días de plazo para que otras compañías suspendan los negocios que tienen con la filial de Rosneft.
Washington acusa a Rosneft Trading S.A. de manejar las exportaciones de petróleo de Venezuela con la intención de eludir las sanciones impuestas para desestabilizar a ese país y derrocar al presidente Nicolás Maduro.
«Rosneft Trading S.A. y su presidente negociaron la venta y el transporte de petróleo crudo venezolano (…) EE. UU. está decidido a evitar el saqueo de los activos petroleros de Venezuela por el corrupto régimen de Nicolás Maduro», indicó el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.
Por su parte, el enviado especial de EE. UU. para Venezuela, Elliott Abrams, dijo que Rosneft facilitó el envío de dos millones de barriles de petróleo venezolano a África occidental en enero pasado, y un millón a Asia en septiembre de 2019.
Además, según Abrams, la compañía rusa planificó con el Gobierno venezolano la exportación conjunta de 55 millones de barriles de petróleo en los últimos cuatro meses de 2019.
Justificó que la medida constituye «una reacción al amplio crecimiento de esta empresa sobre el petróleo venezolano» y advirtió que «todos los que participen en transacciones con Rosneft podrían estar sujetos a sanciones».
En enero de 2019, el presidente Donald Trump, impuso fuertes sanciones a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), luego de reconocer al diputado opositor Juan Guaidó como «presidente encargado» del país suramericano. Entonces, Washington congeló todos los activos de la compañía y prohibió que ciudadanos y empresas estadounidenses hicieran negocios con la empresa venezolana.
Ahora Washington va más allá en su agresión contra Venezuela y se atreve a imponer sanciones a una empresa no norteamericana por hacer negocios con el país caribeño.
El objetivo de Trump es ejercer más presión sobre el Gobierno de Maduro, al limitar su capacidad de colocar crudo en el mercado internacional, teniendo en cuenta que la renta petrolera es la principal fuente de ingresos de Caracas.
Asimismo, busca limitar la influencia de Moscú, tanto en Venezuela como en América Latina, y frenar las actividades de un gigante petrolero como Rosneft, que representa una competencia para las empresas norteamericanas.
Arma de destrucción masiva
El canciller de Venezuela, Jorge Arreaza, repudió las sanciones emitidas por la Casa Blanca contra Rosneft Trading S.A. y las calificó como una nueva agresión para «generar sufrimiento y dificultades» al pueblo del país caribeño.
Arreaza enfatizó que las decisiones del Departamento del Tesoro son medidas coercitivas que violan los principios de la Carta de las Naciones Unidas (ONU) y constituyen nuevas armas de guerra de destrucción masiva.
«Esa medida es contra el pueblo venezolano, contra los trabajadores de PDVSA, contra la posibilidad de que podamos vender más petróleo para el desarrollo del país», aseguró.
La respuesta de Rusia
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia expresó su rechazo a la ampliación de las medidas coercitivas por parte de EE. UU. a entidades rusas.
Sin embargo, Moscú asegura que las sanciones «no han influido y no podrán influir en la política rusa en asuntos internacionales, entre ellos la interacción con las autoridades legítimas de Venezuela, Siria, Irán y cualquier otro país».
La Cancillería rusa denunció que, con estas medidas, Washington «socava cada vez más el libre comercio mundial por el que los estadounidenses abogan tanto, y aumenta las tensiones a nivel internacional».
Por su parte, la petrolera rusa Rosneft calificó de arbitrariedad las sanciones impuestas por Estados Unidos contra su filial Rosneft Trading S.A. por sus actividades en Venezuela.
«Las sanciones contra RTSA tienen carácter arbitrario y selectivo, porque hay otras compañías internacionales, incluidas estadounidenses, que llevan a cabo actividades similares en Venezuela, pero el regulador de EE. UU. no les presenta reclamación alguna», indicó la compañía en un comunicado.
Rosneft subrayó que implementa sus proyectos en el territorio de Venezuela «en estricta conformidad con las normas de la legislación internacional y nacional».
«En la implementación de sus proyectos, la empresa realiza actividades exclusivamente comerciales, actuando en pro de los intereses de sus accionistas y sin perseguir fines políticos», aseguró.
La estatal rusa recordó que empezó a invertir en la economía venezolana mucho antes de las sanciones estadounidenses y que sus actividades se implementan en el marco de los contratos firmados con anterioridad y que tienen por objeto cumplir con intereses comerciales a largo plazo.
El comunicado difundido por Sputnik resalta también que «la empresa no viola las restricciones ilegales impuestas por Estados Unidos, algo que fue confirmado varias veces por el regulador» norteamericano.
Asimismo, informó que después de analizar los documentos publicados por Washington, la compañía considerará algunas opciones de protección jurídica.
¿Más sanciones?
En su afán de cercar a Venezuela, el Gobierno de Estados Unidos amenaza a empresas norteamericanas e internacionales para evitar que mantengan actividades comerciales con ese país.
Por el momento, Elliott Abrams señaló que mantienen conversaciones con España, para tratar de que Repsol modifique su relación con el país suramericano.
«Tendremos más conversaciones con funcionarios españoles y con Repsol (respecto a Venezuela) y esperamos que a medida que avancemos, las actividades de Repsol cambien«, dijo.
Sin embargo, dejó claro que la tanda de sanciones previstas comenzaron contra la filial de Rosneft. «Habrá más pasos y más presión en las próximas semanas y meses», amenazó Abrams.