por Francisco Marín y Francisca Valencia
En septiembre de 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizó las directrices mundiales sobre la calidad del aire. Con el fin de alcanzar una calidad del aire que proteja la salud de la población mundial, el organismo de la ONU usó amplia evidencia científica para recomendar valores objetivos respecto a seis de los principales contaminantes que se encuentran en la atmósfera.
La carga mundial de morbilidad asociada con la exposición a la contaminación del aire tiene un enorme impacto para la salud humana en todo el mundo. La evidencia científica ha demostrado que esta exposición causa cada año millones de muertes y de años de vida saludable perdidos. Así, la contaminación atmosférica constituye la amenaza medioambiental más peligrosa para la salud humana, según lo establecido por la OMS y distintos organismos científicos.
En un panorama ambiental que no hace más que encrudecerse con la álgida escalada del cambio climático en el mundo, la OMS ha tenido que actualizar sus últimas directrices sobre la calidad del aire, publicadas en 2006. Así, los niveles orientativos sobre los principales contaminantes atmosféricos perjudiciales para la salud -es decir, el Material Particulado 2.5 (MP2.5); Material Particulado 10 (PM10); Ozono (O3); Dióxido de Nitrógeno (NO2); Dióxido de Azufre (SO2) y Monóxido de Carbono (CO)– han cambiado para combatir el nuevo panorama de manera más ambiciosa y exigente.
En Chile, las termoeléctricas, y en específico las carboneras, emiten el 25% de los gases de efecto invernadero del país (uno de ellos el ozono), además de porcentajes muchísimo más altos de otros contaminantes como los mencionados con anterioridad. De todo el parque eléctrico nacional, las carboneras generan entre el 80 y 90 % de material particulado y entre el 80 y 90% del óxido de nitrógeno y del dióxido de azufre.
Pese a estos alarmantes porcentajes, y a que la modificación de las directrices mundiales sobre la calidad del aire y los nuevos valores referenciales de sus contaminantes llevan publicados hace más de un año, las actuales normas chilenas, en base a las cuales se construyen los planes de descontaminación para proteger a las comunidades, permiten valores de contaminantes que superan en cuatro veces los estándares internacionales planteados por la OMS, desprotegiendo inevitablemente la salud de la población. Algunas de las normativas no se actualizan desde 2002, como el caso del Monóxido de Carbono.
Así lo explica en conversación con este medio, verificada en el marco del foro El impacto de las carboneras en la salud de las personas, el doctor Mauricio Ilabaca, quien es jefe del Departamento de Medio Ambiente del Colegio Médico.
«En el caso del material particulado fino (2,5 micras), que llega hasta los alvéolos, la parte funcional del aparato respiratorio; es cuatro veces más permisiva en la actual norma chilena con la que se construyen los planes de descontaminación (…) En el caso de los óxidos de nitrógeno la norma es dos veces más permisiva y así en los otros contaminantes que son hasta 3,33 veces más permisivas«, señaló el médico. El esfuerzo nacional por actualizar las normas debe ser una prioridad añadió Ilabaca.
Pese a las luchas ciudadanas y ambientales que se han dado a lo largo de los años, en la actualidad en Chile quedan 28 carboneras activas, todas ellas ubicadas solo en cinco ciudades: Mejillones, Tocopilla, Huasco, la bahía de Quintero-Puchuncaví y Coronel. Pese a que ya se ha comprometido el cierre de algunas de ellas en años venideros, todavía no existe pronunciamiento sobre el resto. Así, el avance por la descarbonización en Chile sigue siendo lento pese a la urgencia medioambiental y de salud.
La directora de la Fundación Chile Sustentable, Sara Larraín, en conversación con El Ciudadano apuntó a la importancia de «apurar la descarbonización, el cierre o la reconversión de estas carboneras porque a pesar de que, al día de hoy, entre el año 2019 y el año 2022, se han cerrado ocho carboneras, solamente se han reducido las emisiones en un 4 %.«
Graves efectos de los contaminantes para la salud
Los especialistas son enfáticos en señalar que el ojo debe estar puesto en los graves efectos que producen los contaminantes en el aire para la salud de las personas.
La epidemióloga del Departamento de Salud Pública de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Sandra Cortés, señala que la contaminación atmosférica produce efectos agudos en la salud, sobre todo a nivel respiratorio, generando un gran aumento en las consultas médicas. Pero no menos importante son los efectos a largo plazo.
«En la salud infantil hay muchísima evidencia que muestra que los niños que nacen o que crecen en estas comunidades que están sometidas a las disposiciones que provienen de la quema del carbón tienen un mayor riesgo de tener bajos pesos al nacer, de tener partos prematuros, de tener incluso cuestiones antropométricas más pequeñas que los niños que nacen o crecen en lugares donde no están estas fuentes emisoras», señaló la académica de la PUC.
Cortés indicó también que hay evidencia, por ejemplo, de que los niños que nacen en estas comunidades pueden tener en su sangre marcadores que dan cuenta de un daño en el ADN. «Se produce como la transposición de estas moléculas tóxicas en el ADN y que se van a expresar después en su vida adulta o en su vida escolar, por ejemplo, con temas como el deterioro cognitivo, como alteraciones en el desarrollo o incluso con una mayor ocurrencia de enfermedades tan comunes como la diabetes o la hipertensión«, explicó.
La académica además hizo hincapié en un hecho de suma relevancia: los daños que empiezan a ocurrir desde la vida intrauterina se van a expresar en un patrón de salud que es mucho más perjudicial y mucho más costoso para los países y para las comunidades, expresándose no solo en alteraciones respiratorias, sino también por incremento de la mortalidad en general. La evidencia, según las estadísticas sanitarias, señala que en las comunidades afectadas por este tipo de contaminantes duplican sus probabilidades de tener una mayor tasa de mortalidad.
La académica hace eco de las indicaciones de la OMS, que señalan que hay que trabajar en dos líneas: «una, atender las necesidades de salud que tienen estas comunidades, como nos pasa en Huasco, Mejillones, Coronel, Quintero Puchuncaví, donde la red de salud se ve sobrecargada por una exposición que sabemos que se puede controlar y, por otro lado, todos los esfuerzos tienen que ponerse en reducir la exposición al máximo, y eso significa no sólo mejores normas de calidad de aire, también normas de emisión más restrictivas, y establecer otros programas de control a nivel de las industrias. En eso tenemos muchísimo que hacer», señaló.
Finalmente, la directora de Chile Sustentable, Sara Larraín hizo un llamado a la acción civil y a la empatía pues «los chilenos, la sociedad civil, las organizaciones, no podemos aceptar que haya compatriotas nuestros viviendo en lugares donde se enferman y mueren más que la media nacional. Eso no es aceptable, éticamente nosotros tenemos que resolver el tema de la zona de sacrificio porque están condenando a compatriotas a enfermar más y a morir más que la mayoría de los chilenos y eso éticamente y políticamente no es aceptable».
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Para enterarte de más, ve más abajo el conversatorio completo: El impacto de las carboneras en la salud de las personas