El fiscal general de Estados Unidos, William Barr, autorizó iniciar investigaciones en torno a las denuncias de Donald Trump. Estas tienen que ver son supuestas irregularidades en el reciente proceso electoral. Por tanto, fiscales federales se encargarán de hacerlas antes de que se certifiquen los resultados de los comicios.
Barr explicó que pueden iniciarse investigaciones si hay acusaciones claras y creíbles de irregularidades en el proceso de votación. Mucho más, agregó, si pueden afectar el resultado de una elección federal. Así se lee en un comunicado publicado este lunes.
Ante esta disyuntiva surge la pregunta: ¿Pueden decidirse en tribunales los resultados de las elecciones presidenciales estadounidenses? Para responder es necesario hacer un repaso por los hechos conocidos hasta ahora.
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Los medios estadounidenses declararon quién ganó las elecciones, algo absolutamente normal en ese país desde mediados del siglo XIX. En este caso fue el representante del partido Demócrata, Joe Biden. Pero, su rival Republicano, el presidente Donald Trump, desafió el conteo de votos en cuatro estados clave.
La campaña de Trump denuncia, sin presentar una sola prueba, que hay fraude electoral. Específicamente, hablan de cuatro estados -Pensilvania, Wisconsin, Georgia y Michigan- donde quieren detener el conteo para que Trump gane.
¿Por qué los medios declaran al ganador de la contienda electoral?
Generalmente, o siempre, cuando los datos muestran que un candidato tiene ventaja irreversible las principales cadenas mediáticas lo declaran ganador. Este anuncio se tiene de dar en horas de la madrugada del día siguiente a la votación. Sin embargo, estos resultados no son oficiales, sino proyecciones, puesto que el recuento oficial siempre tarda días en conocerse.
El principal problema este año es que, por efecto de la pandemia, hay un enorme volumen de votos por correo. Entonces, el conteo oficial se está demorando más de lo normal. Ahora, todo se agravó porque algunos estados ordenaron -por decreto- que no podía contarse ninguna papeleta hasta que cerraran los centros el día de las elecciones.
Esto provocó que el conteo de los llamados “votos ausentes” comenzarán, manualmente, la misma noche del 3 de noviembre. Además, los votos por correo reclaman más tiempo porque deben cumplirse ciertos requisitos de verificación.
“Si la contienda es demasiado cerrada y ninguno de los candidatos toma una buena ventaja, el conteo sigue antes de conocerse al ganador”. Así lo explicó Matthew Weil, director del proyecto electoral del Centro Bipartidista de Investigación de Políticas, en entrevista con BBC.
Cuándo comenzaron las demandas
Antes de la votación presencial del martes, hubo más de 300 demandas en 44 estados. Todas estaban vinculadas al voto por correo y anticipado, que este año se acercó a los 100 millones de sufragios.
Las denuncias se centraron en una serie de cuestiones. Entre ellas, la fecha límite para enviar y recibir las papeletas, las firmas obligatorias de los testigos y los sobres utilizados para enviarlas.
Por un lado, los estados controlados por republicanos alegaron que las restricciones eran necesarias para reprimir el fraude electoral. Por el otro, los demócratas acusaron que eran intentos de evitar que la gente ejerciera su derecho cívico.
Ahora, las demandas se centran en estados donde, curiosamente, perdió Trump. Porque para el actual presidente, en los estados donde él ganó no existió ningún tipo de irregularidades.
¿Cuáles son los estados clave en disputa?
Wisconsin
La campaña de Trump solicitó un recuento en Wisconsin, argumentando «anomalías observadas» el martes 3 de noviembre. Pero, no está claro cuándo se realizaría ese recuento. Normalmente eso no ocurre hasta que los funcionarios terminan de revisar los votos. De momento, la fecha límite en Wisconsin para cerrar ese proceso es el 17 de noviembre.
Entrevistado por BBC, Richard Briffault, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Columbia, recordó que en 2016 también hubo un recuento en Wisconsin. Al final, «cambió unos cien votos».
Seguidamente, precisó: «Un recuento no es un medio para cuestionar la legalidad de un voto. Es literalmente un medio para asegurarse de que los cálculos sean correctos».
Michigan
Trump ganó Michigan en 2016 por su margen más delgado: poco más de 10,700 votos. Este 4 de noviembre, su equipó anunció una demanda para detener el conteo allí. No obstante, los funcionarios ya contabilizaron extraoficialmente el 96% de los votos.
En este estado aún quedan miles de votos sin contar y la mayoría proviene de regiones históricamente demócratas. Por eso, los medios estadounidenses proyectan una victoria de Biden.
Pensilvania
El desafío se centra en la decisión del estado de contar las boletas con matasellos del día de las elecciones, pero que llegan hasta tres días tarde. Con base en eso último, los republicanos buscan una apelación.
Al respecto, Weil considera que esta demanda tendría mayor posibilidad de triunfar que las anteriores. Recordó que la Corte Suprema estaba en un punto muerto antes de que se uniera la jueza Amy Coney Barrett.
«Existe el riesgo de que algunos de esos votos postales emitidos el martes, pero que no se recibieron hasta el viernes, puedan descartarse. Sí, sería un resultado incorrecto, pero creo que es un resultado legalmente posible», aseveró.
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Pero, Weil agrega que los resultados tendrían que ser «muy, muy cerradas para que eso importe». Recordó que las autoridades instaron mucho a los votantes a entregar sus boletas en los centros, en lugar de enviarlas por correo. «Así que supongo que no habrá una gran cantidad de papeletas que puedan descartarse, si ese fuera el caso», añadió.
Georgia
Los republicanos y el equipo de Trump presentaron una demanda en el condado de Chatham, en Georgia, para detener el conteo. Nuevamente, alegaron “problemas” con el procesamiento de las boletas de votos ausentes.
Sin pruebas, solo con retórica, el portavoz republicano, David Shafer, tuiteó que los observadores del partido vieron a una mujer «mezclar más de 50 votos en la pila de votos ausentes no contados».
En este caso, la solicitud a la “justicia” es que se supriman del conteo las boletas del condado que se recibieron después de cerrarse las urnas el día de votación.
¿Podría llegar este desastre electoral a la Corte Suprema?
En la madrugada del miércoles, cuando Trump denunció “fraude” sin mostrar una prueba dejó clara su próxima acción. «Iremos a la Corte Suprema de Estados Unidos. Queremos que se detenga la votación», enfatizó.
La votación ya se detuvo. Las urnas cerraron el día de las elecciones. Solo quedan las votaciones tardías, como por ejemplo Pensilvania, que únicamente se demoraron por restricciones impuestas por los republicanos.
En este particular, Weil aseguró: «La Corte Suprema no tiene ningún tipo de poder especial para detener el proceso de conteo legal». Así mismo coincidió Briffault, explicando que puede haber disputas por contiendas cerradas en estados cruciales. “Pero, deben tener (un caso) que suscite una preocupación constitucional» para que llegue a la Corte Suprema, acotó.
«No existe un proceso estándar para llevar las disputas electorales a la Corte Suprema. Es muy inusual y tendría que involucrar un tema muy importante«, añadió.
Entonces, si la campaña de Trump piensa impugnar el resultado, primero debe hacerlo ante tribunales estadales. Luego, si no obtiene el fallo deseado y no se ordena -por ejemplo- un recuento, allí es que podría llevar el caso ante la Corte Suprema.
Pero, generalmente los recuentos se activan automáticamente si los márgenes son bastante cerrados. El último ejemplo de ellos sucedió en Florida en 2000, en la batalla entre George W. Bush y Al Gore.
¿Cuánto tiempo puede durar todo el proceso esto?
Por ser un proceso electoral presidencial, hay fechas límite federales y constitucionales para avanzar. Los estados tienen alrededor de cinco semanas -a partir del 3 de noviembre- para determinar qué candidato ganó su contienda presidencial. Este año esa fecha límite es el 8 de diciembre.
Luego, si un estado no ha declarado ganador para esa fecha, el presidente lo elige el colegio electoral, sin importar el resultado del voto popular. En este caso, el Congreso puede dictaminar que no se hará el recuento final.
El 14 de diciembre, se reúnen los “colegios electorales” de cada estado para votar, con o sin los resultados del voto popular. Y, si aún no hay un ganador para el 6 de enero, el Congreso decide el resultado.
Ese último paso se conoce como “elección contingente”. Acá, la Cámara de Representantes elige al presidente. ¿Cómo lo elige? Bueno, cada delegación estadal en la Cámara tiene un voto. Al final, quien gane 26 votos es el nuevo presidente, ya que son 50 estados.
Por su parte, el Senado confirma al vicepresidente. Y solo en este caso es que podría haber un presidente y un vicepresidente de diferentes partidos.
Pero Weil señala: «Tendrían que salir mal muchas cosas para llegar a esta situación. Es decir, la elección debería ser increíblemente cerrada. (…) Porque podría haber fallos judiciales en varios estados y aun así tener un candidato que obtenga 270 votos en el colegio electoral».
¿Y si los estados no coinciden en quién ganó la votación?
Pude suceder -aunque poco probable- que los poderes Ejecutivo y Legislativo en un estado no se pongan de acuerdo. Por ejemplo, que alguna de las partes alegue que el conteo final de votos es inexacto o manipulado.
Se trata de una posibilidad en estados clave como Carolina del Norte, Pensilvania, Michigan y Wisconsin. ¿Por qué? Porque tienen actualmente gobiernos divididos: gobernadores demócratas y legislaturas de mayoría republicana.
Entonces, en una elección cerrada, los legisladores teóricamente podrían separarse de sus gobernadores y presentar a sus propios resultados ante el Congreso. Y allí, el Congreso tendría que determinar cuáles son los votos válidos: los presentados por la legislatura o los del gobernador.
Si la Cámara y el Senado están de acuerdo, no hay problema. Pero, si están divididos, sería entrar en aguas desconocidas. Sin embargo, la BBC reseña que “algunos expertos dicen que la ley federal está a favor de los electores del gobernador”.
La toma de posesión
La Constitución de Estados Unidos establece que el 20 de enero comienza el nuevo período presidencial. «Al mediodía, tenemos que jurar que alguien será presidente. Si no hay un resultado, entonces pasamos a otro plan de sucesión», dice Weil.
En ese sentido, explica otro escenario posible, aunque remoto. La Cámara de Representantes no consigue mayoría para elegir al presidente, pero el Senado sí logra confirmar al vicepresidente. Entonces, si la Cámara no puede resolverlo antes del 20 de enero, el vicepresidente elegido por el Senado se convierte en el nuevo presidente.
Una probabilidad más remota aún: Cámara y Senado no se ponen de acuerdo y no hay presidente ni vicepresidente. En este caso, el titular de la Cámara de Representantes asume la presidencia de la nación.
¿Hemos visto este tipo de drama electoral antes?
Hablemos del más reciente. Las elecciones de 2000 son las únicas decididas por la Corte Suprema, cuando George W. Bush superó a Al Gore. El día de las elecciones, Gore ganó el voto popular, pero estaba todo muy cerrado con el número de colegios electorales. Todo dependía de cómo Florida repartiera sus 25 votos.
La carrera estuvo lo suficientemente cerrada como para desencadenar un recuento. El equipo de Gore solicitó que cuatro condados hicieran ese recuento a mano. La campaña de Bush apeló. Semanas después, la Corte Suprema falló a favor de Bush -siguiendo las líneas de partido 5-4- y Gore aceptó el falló.