La pandemia causada por el COVID-19 ha obligado a que miles de millones de personas tengan que quedarse en sus casas para evitar ser contagiados con el coronavirus tipo 2 del síndrome respiratorio agudo grave o SARS-CoV-2. Este confinamiento, que en muchos países se ha prolongado por más de dos meses está causando ansiedad en muchos de los que cumplen con la medida preventiva, pero el encierro resulta más grave sobre aquellos que ya tenían este trastorno emocional y que con el brote del virus han quedado totalmente expuestos.
La ansiedad es un sentimiento de inquietud, nerviosismo, preocupación, temor o pánico por lo que está a punto de ocurrir o puede ocurrir. El confinamiento y el no saber cuándo terminará o en qué momento los científicos conseguirán una cura o vacuna para volver a la vida rutinaria también es un disparador de la ansiedad, que en su etapa más intensa puede sentirse como miedo, terror y hasta pánico.
La preocupación constante y los sentimientos de tensión y estrés son formas de ansiedad, y el coronavirus y su comportamiento están formando parte de este fenómeno que sumado al encierro preventivo y el uso de medicamentos ansiolíticos como el alprazolam, comercialmente conocido como Xanax, pudiera ser una combinación letal en muchas personas que decidan usar este recurso para calmarse.
El alprazolam es el principio activo más recetado en el planeta para tratar los estados de ansiedad, los ataques de pánico o el estrés intenso, que funciona como un psicofármaco de alta efectividad pero cuyo uso y administración debe pautarse cuidadosamente para evitar tolerancia y adicción.
El alprazolam es un tipo de benzodiacepina de acción intermedia. Esto significa que su efecto es relativamente rápido, algo muy útil cuando se sufre un ataque de ansiedad o de pánico en un momento dado. Además, este medicamento también suele ser usado como antidepresivo y relajante, para bajar crisis de angustia neurosis entre otros tipos de estrés.
El confinamiento, el bombardeo de noticias y la propia pandemia han generado estados intensos de preocupación, estrés, ansiedad, depresión y angustia en la gran mayoría de las personas que han cumplido con la cuarentena o el confinamiento.
Claro, muchas personas logran dominar estos niveles de estrés pero otras no, y ahí es cuando este fármaco se convierte en una opción útil, efectiva; y en el peor de los casos, adictivo y necesario.
¿Qué es el alprazolam y como combate la ansiedad?
Alprazolam es el principio activo de estos fármacos comercializados bajo el nombre de Trankimazim, Xanax, entre otros. Por lo general, cada comprimido lleva 0,5 mg de este elemento. El resto de los componentes que conforma cada pastilla es lactosa monohidrato, celulosa microcristalina, almidón de maíz, sulfosuccinato dioctil sódico (85%) con benzoato sódico (15%), dióxido de sílice coloidal, estearato de magnesio, etc.
Fue sintetizado por primera vez por Upjohn Laboratories (ahora parte de Pfizer) en los años ’60 y como alternativa a los barbitúricos, tremendamente adictivos y con serios efectos secundarios. Sin embargo, no fue hasta 1981 cuando empezó a venderse como el primer fármaco aprobado para tratar los ataques de pánico.
El éxito fue inmediato, tanto es así que a la fecha, según reseña un estudio de la Universidad de Virginia publicado en el Journal of Adicction Medicine, el alprazolam es la benzodiazepina más recetada en todo el mundo, y a su vez una de las más adictivas.
El alprazolam se absorbe fácilmente en el tracto gastrointestinal. Tiene un inicio de acción rápido y una biodisponibilidad del 80 % al 90 %. El medicamento se metaboliza en el hígado y se elimina a través de la orina. Es común que los médicos receten a sus pacientes dosis que van de 0,25 mg a 0,5 mg, unas tres veces al día.
La particularidad de este ansiolítico es que su estructura es muy similar a la de los antidepresivos tricíclicos, que generan un efecto y unas propiedades sedantes, hipnóticas y anticonvulsivas, además de un potencial más que notable para reducir la ansiedad. Es decir, es una benzodiazepina de alta potencia.
Como todo fármaco, y especialmente como todo psicofármaco, tiene unos efectos secundarios asociados. El tratamiento con este ansiolítico debe ser lo más corto posible, siendo lo ideal y lo recomendable no superar nunca las 12 semanas, incluyendo en ese tiempo, la fase de retirada del propio medicamento.
¿Cuáles son sus efectos secundarios?
El alprazolam es un fármaco que muchos pacientes acaban tomando con excesiva regularidad, hasta el punto de volverse adictos. El efecto del consumo crónico de este tipo de benzodiacepina tiene serias consecuencias.
La Universidad de Dhaka, en Bangladesh, realizó un exhaustivo estudio para averiguar los efectos secundarios en estos casos, y cuyos resultados aparecieron publicados en la revista Behavioural Neurology, que determinó las siguientes consecuencias negativas en los consumidores del fármaco: bajo rendimiento cognitivo, problemas de atención y de memoria; problemas psicomotores, movimientos más lentos. Incluso, serios problemas para conducir o manejar algunas maquinarias.
Por otro lado, en caso de que el paciente acabe desarrollando dependencia física y psíquica, se experimentarán los siguientes efectos: cefaleas, dolores musculares, ansiedad acusada, confusión e irritabilidad, hormigueo y calambres en las extremidades, sensibilidad a la luz y a los sonidos, alucinaciones o convulsiones en los casos más graves.
El alprazolam no está recomendado para toda la población. Por ejemplo, los pacientes con glaucoma de ángulo estrecho no podrán seguir el tratamiento con este fármaco. Personas con enfermedades en las vías respiratorias, con insuficiencia respiratoria o renal tampoco podrán tener el alprazolam como fármaco para la ansiedad. En definitiva, sus efectos coinciden con los daños que causa en los infectados con COVID-19.
Tampoco debería utilizarse durante el embarazo y la lactancia. En los adultos mayores, el fármaco resulta peligroso además, porque los hace más propensos a caídas y fracturas. Sin embargo, su uso es ampliamente prescrito en países como Reino Unido y Estados Unidos; donde adolescentes y adultos jóvenes lo usan desde hace años como una droga legal, altamente adictiva y recreativa.
El peligroso efecto rebote del alprazolam
La doctora Cathy Montgomery, profesora de Psicofarmacología de la Liverpool John Moores University, explicó en un estudio sobre los efectos del Xanax que “cuando alguien experimenta un alto grado de ansiedad, libera una mayor cantidad de sustancias químicas como la adrenalina, que normalmente le harían sentirse más despierto y alerta, pero también se produce una deficiencia de los receptores GABA-A, responsables de producir un efecto sedante«.
«Entonce, el aumento de la adrenalina y el descenso de GABA tiene un doble impacto en el aumento de la excitación del cerebro, que se manifiesta en forma de ansiedad. Por tanto, tomar Xanax puede no tener en estas personas el mismo efecto de potente sedante”.
Por tanto, si se toma Xanax con fines recreativos, es decir, si sufrir de ansiedad, se conseguirá un peligroso efecto sedante que creará un desequilibrio químico en el cerebro —el mismo que el fármaco se supone que debe corregir— pero en dirección opuesta.
Los peores efectos se empiezan a manifestar después de que los efectos sedantes han pasado, cuando el cuerpo comienza a hacer lo posible por mantener el equilibrio del cerebro. “Tomes lo que tomes, tu cerebro intentará regularlo, liberando, por ejemplo, adrenalina para contrarrestar un efecto”, explica Montgomery.
Mientras estás bajo los efectos del Xanax no lo notarás porque el fármaco es tan potente que supera los esfuerzos del cerebro por restaurar el equilibrio. “Cuando tomas esta sustancia, liberas suficiente cantidad de GABA como para evitar que sufras ansiedad”, explica Montgomery.
El Xanax tarda varios días en desaparecer por completo del cuerpo, pero los efectos más potentes desaparecen al cabo de unas horas. En primer lugar, el fármaco se desvincula de los receptores GABA-A del cerebro, es descompuesto por una serie de enzimas y el hígado y finalmente excretado.
Los problemas pueden surgir en el momento en que el fármaco se separa de los receptores del cerebro. El efecto sedante empezará a desaparecer, pero el cerebro seguirá intentando mantener el equilibrio. Esto puede producir un bajón horrible. “Es lo opuesto a la razón por la que lo tomas”, señala Montgomery. “Sufres un repentino aumento de la actividad cerebral que puede hacerte sentir mucha ansiedad, agitación, insomnio o incluso miedo”.
Esas sensaciones son, en parte, la razón por la que los consumidores de Xanax pueden desarrollar dependencia al fármaco rápidamente y, si no habían sufrido ansiedad antes, podrían desarrollarla ahora.
“Quienes lo toman como droga recreativa pueden sentir la necesidad de seguir tomándolo debido a síntomas de abstinencia, caracterizados por la disforia. Eso perpetua el consumo y luego pasas a tomarlo para automedicarte”, apunta Montgomery.
La tolerancia a los efectos antiansiedad del Alprazolam suele desarrollarse muy poco a poco, aunque quienes lo consumen por sus efectos sedantes pueden tener que subir la dosis a los pocos días.
El doctor Tony O’Neill, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Queens, en Belfast, dice: “Las benzodiacepinas deberían prescribirse solo para periodos cortos de tiempo.
El problema es que con el tiempo necesitas dosis cada vez mayores para obtener los mismos efectos”. Por eso, los consumidores de Alprazolam como droga recreativa en grandes cantidades pueden llegar a desarrollar importantes síntomas de abstinencia. “Pueden llegar a ser horribles”, señala O’Neill.
Entre los posibles síntomas están el insomnio, la ansiedad, ataques de pánico y náuseas. Dejarlo de golpe puede provocar convulsiones.
Muertes por ansiedad
Cuando la persona se vuelve adicta es cuando viene el problema mayor, pues en la búsqueda de hacer al fármaco más fuerte, comienzan a combinarlo con otros, y en el caso de las personas que la usan como «recreación», las pueden llegar a combinar con alcohol, un cóctel que puede llegar a ser mortal.
En su versión recreativa, el fármaco ha sido glorificado por artistas de hip hop y frecuentemente aparece en las letras de sus canciones. En noviembre de 2017, el rapero neoyorquino Lil Peep fue encontrado muerto tras sufrir una sobredosis de Xanax y fentanilo, un potente analgésico sintético.
Esa es una combinación letal, según las autoridades, y los usuarios corren el riesgo de ingerirla cuando compran Xanax en Internet o por medio de vendedores callejeros, ya que no pueden estar seguros de cómo se fabricó el medicamento.
Según las cifras de la Agencia Nacional del Crimen (NCA) de Reino Unido, más de 100 personas murieron en 2018 por consumirlo con fentanilo. «El peligro que tenemos aquí es que los jóvenes que están acostumbrados a tomar el medicamento (Xanax) creen que saben lo que están haciendo», dice Tony Saggers, exfuncionario de la NCA.
«El gran desastre es cuando estas tabletas se comparten entre amigos y un amigo mata a otro amigo porque les han vendido algo sin saber lo que era», advierte.
Los expertos dicen que, a pesar de las advertencias, en países como Reino Unido el uso de Xanax falsificado parece estar creciendo, aunque no hay cifras disponibles para saber exactamente qué tan extendido es su uso.
«La gente compra cosas por Internet y no tiene garantía de lo que recibe. Los componentes pueden cambiar de una droga a otra, así que están jugando con la muerte porque estas cosas son peligrosas«, dice Rosanna O’Connor, directora de Alcohol, Drogas y Tabaco del servicio de Salud Pública de Inglaterra.
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