“En una ladera en el norte de Colombia, tres docenas de hombres con overoles azules se afanan en un campo, destruyendo arbustos de coca. Trabajan en parejas: uno golpea un azadón bajo las raíces de un arbusto y lo suelta con una palanca; el otro agarra la planta por sus hojas de color verde brillante y la arranca del suelo.
El Gobierno de Iván Duque aclama a los erradicadores como héroes olvidados. Y, sin embargo, los hombres con overoles azules están perdiendo la guerra. Una vez que han limpiado un campo, los cultivadores de coca regresan invariablemente y replantan. O plantan en otro lugar. La erradicación manual también requiere mucha mano de obra y es peligrosa: a los narcotraficantes no les agrada que les arranquen los arbustos. Desde que Duque llegó al poder a mediados de 2018, los grupos armados han matado a 29 miembros de los equipos de erradicación, en su mayoría soldados y policías. Más de 200 han resultado heridos, algunos mutilados de por vida por las minas terrestres.
Y a pesar de sus esfuerzos, la producción de coca de Colombia se ha disparado. Entre 2012 y 2017, aumentó en más del 250% a un récord de 171.000 hectáreas, según la ONU, que utiliza satélites para monitorear el cultivo. Al reforzar los equipos de erradicación, Bogotá ha reducido esa cifra a 154.000 hectáreas en 2019, pero aun así el país es, con mucho, el mayor productor mundial de hoja de coca y cocaína”.
«Cocaine: Colombia weighs a new aerial war on drugs», by Financial Times
Con estas líneas comienza un informe especial del Financial Times (FT), publicado este 22 de febrero. El medio británico aborda el fenómeno del narcotráfico y la producción ilegal de cocaína en el país sudamericano.
La nueva época oscura en Colombia
El informe destaca que actualmente el Gobierno de Iván Duque tiene una posición contradictoria frente a este flagelo. Por un lado, el presidente aseguró el pasado 8 de febrero que en su gestión se han realizado las mayores incautaciones históricas de clorhidrato de cocaína: más de 500 toneladas. Incluso, sostiene que llevan 130 mil hectáreas erradicadas.
Por otro lado, el informe del FT expone la realidad que viven actualmente los erradicadores manuales, a quienes considera que son los primeros que están perdiendo la guerra. “Una vez han limpiado un campo, los cultivadores de coca regresan y replantan”, enfatiza el medio.
En ese sentido, el FT causó muchísima controversia al referirse a la llamada ‘época oscura’ del Cartel de Medellín. “El país produce más cocaína ahora que a principios de la década de 1990, cuando el líder del cartel de la droga, Pablo Escobar, estaba en la cima de su notoriedad”, es la afirmación del medio.
¿Cómo llegó el medio británico a esa conclusión? En su informe citan cifras de la Oficina de Asuntos de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). “Colombia produce 70% del suministro mundial de droga. Mientras, las autoridades estadounidenses dicen que 89% de la cocaína que incautan parece provenir de Colombia”.
El narcotráfico en los últimos 30 años
Acto seguido, el FT compartió una gráfica que denota el crecimiento acelerado de la producción de la droga en Colombia. Los datos van desde 1987 hasta 2019, con tres puntos de inflexión. El primero es precisamente en 1987, en plena guerra de carteles y cuando el narcotráfico tuvo un gran auge. En esta época, específicamente, en 1993, muere Escobar Gaviria, pero curiosamente la producción comienza a incrementar.
El segundo es el año 2000, cuando comenzó la implementación del Plan Colombia, financiado por el Gobierno estadounidense. Allí hubo el pico más alto hasta esa fecha. No obstante, paulatinamente fue disminuyendo la producción hasta la gestión de Juan Manuel Santos (2010-2018). El tercero y último es en 2017, en ese periodo de transición hacia Duque, cuando nuevamente se ve un incremento.
Ahora, el informe detalla que en 1993, cuando murió Pablo Escobar, Colombia registraba unas 50.000 hectáreas de cultivos ilícitos. Para finales de la década de 1990, esa cifra sobrepasó las 150.000 hectáreas. Luego, en 2012 se redujo la cifra a menos de 60.000 hectáreas. Finalmente, en la era Duque se llegó nuevamente a las 150.000.
Curiosamente, ese último punto de inflexión en 2017 tiene otro evento de gran importancia. Se trata de la firma del Acuerdo de Paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP). En otras palabras, cuando la guerrilla se desmovilizó, renunció a las armas e ingresó a la vida política, la producción llegó a su pico más alto.
Al respecto, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefaciente (JIFE), que recogió las cifras de la ONU, concluyó que el Gobierno colombiano ha fallado en ese compromiso que dice asumir todos los años de erradicar la producción de cocaína en su país.
¿Erradicación con glisofato?
En su trabajo, el medio también aborda el debate que impera en Colombia sobre cómo erradicar los cultivos. La administración Duque insiste en que la mejor forma y la más ‘efectiva’ es reanudar la aspersión aérea con glifosato. Pero, en 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó este herbicida como «probablemente cancerígeno para los seres humanos».
El diario refiere el debate entre quienes promueven su uso y quienes aseguran que causa graves enfermedades como el cáncer. Ahora bien, las Fuerzas Armadas dicen que no rociarían cultivos cercanos a viviendas sino “parcelas de coca de tamaño industrial que los narcotraficantes siembran lejos de pueblos y aldeas”. Sin embargo, la sociedad no confía y recuerda viejos tiempos.
“En las zonas rurales de Colombia, algunos agricultores recuerdan con horror los viejos tiempos de la fumigación aérea. Era una ciencia inexacta. Los aviones se abalanzaron sobre los campos, rociando coca, pero también otros cultivos legales. Maíz, cacao, plátanos e incluso vacas se rociaron con herbicida”, señala el texto.
Incluso, la investigación expone cómo el uso de este herbicida causó el desplazamiento de miles de campesinos de distintas regiones. Sobre este punto, entrevistaron a Leider Valencia, organizador de la Coordinadora Nacional de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana.
La COCCAM es una plataforma que coordina a campesinos productores de cultivos declarados ilícitos. Valencia declaró que “muchos agricultores se vieron obligados a abandonar sus tierras por completo y mudarse a otro lugar” debido a la amenaza de verse envenenados.
El glisofato, “cuando se usa en agricultura, penetra en los suelos, se filtra en el agua y sus residuos permanecen en los cultivos. Está presente en lo que comemos, en el agua que bebemos y en nuestros cuerpos”, advierte Greenpeace.
Los cálculos de la ONU
El reporte del Financial Times viene a complementar el informe de Monitoreo de Territorios Afectados por Cultivos Ilícitos 2017, publicado por la ONU en 2019. Este último documento revela que “las áreas netas con cultivos de coca en Colombia, calculada en 2016 a 2017, aumentó 17%, pasando de 146.000 hectáreas a 171.000 hectáreas”.
Asimismo, exponen que la región Pacífico es el área que tendría más hectáreas de cultivo ilícito. Mientras, en la Región Central se dio el aumento más considerable con 31%. Los departamentos de Antioquia, Putumayo, Norte de Santander y Cauca tendrían 64% del incremento. Nariño, con 7% de incremento, sigue siendo el departamento más afectado por los cultivos.
En esa ocasión, el representante de la UNODC en Colombia, Pierre Lapaque. ofreció una entrevista a La FM. En ella, destacó que este informe es una fotografía que revela una problemática mundial y que busca enfrentar este fenómeno. «No se busca echarle la culpa a nadie. Este informe busca mostrar una foto global que es una realidad, y a la que se debe prestar atención para resolverla».
Según el informe anual de la UNODC, la producción mundial de cocaína marcó un nuevo récord en 2017. Ese año aumentó 25% en comparación con 2016. “La producción estuvo mayormente liderada por el incremento de la elaboración de cocaína en Colombia. Este país produce cerca del 70% de la cocaína mundial».
«La guerra contra las drogas fracasó«
En febrero de 2019, el grupo de Acciones por el Cambio publicó el informe «La experiencia de Colombia en materia de política de drogas en la última década«. Allí exponen que la estrategia de reducción de cultivos declarados ilícitos ha sido costosa y poco eficiente. Esto, porque no da una solución sostenible a los problemas de las familias relacionadas con el cultivo de coca.
El estudio reveló que la lucha contra el narcotráfico no ha llevado a una desarticulación de las economías criminales. Al contrario, el microtráfico y el narcomenudeo siguen siendo sumamente rentables. En ese sentido, entre 1994 y 2015 se asperjaron, vía aérea casi 1.9 millones de hectáreas con glifosato. El resultado fue el siguiente:
“La política de erradicación con glifosato implicó daños a la salud para mujeres gestantes. De acuerdo con los cálculos disponibles, las acciones de fumigación implican un aumento de 2,9% en la tasa de abortos espontáneos en un radio de un kilómetro. En el caso de los municipios con altos niveles de fumigación aérea, la tasa de abortos sube a 8,7%.
En otras palabras, la política ‘emblema’ de Bogotá contra el narcotráfico solo deja efectos contraproducentes para la vigencia de los derechos humanos, la salud pública y la democracia e institucionalidad. Por ello, el informe invita al Gobierno a reflexionar y entablar un diálogo con la sociedad civil para establecer puntos de acuerdo sobre la política antidrogas.
Incluso, el estudio cierra con una frase contundente dirigida al Gobierno de Iván Duque. “Valoramos las diferentes posiciones que pueda tener el Gobierno alrededor de la producción, tráfico y consumo de estupefacientes. Sin embargo, le invitamos a escuchar lo que por largo tiempo han sostenido la academia y la sociedad civil: la guerra contra las drogas fracasó porque se volvió una guerra contra poblaciones vulnerables”.
Cuánto dinero mueve el narcotráfico
En 2010, el periodista Hernán Carrera precisó que anualmente se mueven más de 50 millones de kilos de sustancias ilícitas. Esta cantidad reporta aproximadamente 500.000 millones de dólares de ganancia cada año. Esta cifra es un cálculo de expertos de la ONU, del Fondo Monetario Internacional y de la DEA.
En un artículo publicado en AVN, Carrera reseñó que Catherine Austin Fitts, ex funcionaria del gobierno de George Bush padre y actual directora de un fondo de inversiones en Wall Street, calculó que por cada dólar sumado en el renglón ganancias de una transnacional, se produce un incremento de seis dólares en el valor de sus acciones.
Entonces, «si se multiplican por seis los 500 mil millones del narcotráfico, cedidos en préstamo a bajo interés, o incluso en canje simple por acciones, son 300 billones de dólares, perfectamente legales, cambiables, usables, a mutuo beneficio. Un monto que no conviene dejar al alcance de potenciales competidores».
El periodista cierra diciendo que “de allí se comprende la real importancia del negocio de la droga en el mundo. Es un elemento que mueve la economía y la política colombiana y que no conviene reflejar a la luz pública. De allí se entiende la represión de la libertad de expresión en Colombia, porque un escándalo mediático de enormes proporciones, indudablemente, resquebrajaría la indivisible alianza colombo-estadounidense”.