Brasil superó las 60.000 muertes por coronavirus y los 1,4 millones de contagiados, pero en medio de la profunda crisis causada por la pandemia del COVID-19, líderes, pastores, parlamentarios, dueños de medios de comunicación y fieles evangélicos consolidan su poder político.
Estos grupos religiosos fueron cruciales para que el ultraderechista Jair Bolsonaro llegara a la Presidencia, con un discurso cargado de intolerancia, autoritarismo y referencias a Dios.
Durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2018, proporcionaron a Bolsonaro alrededor de 11 millones de sufragios, por lo que el Mandatario, consciente de la importancia del voto evangélico, hace lo posible por seguir manteniendo su apoyo.
«Entender el peso de la presencia del sector evangélico en el proyecto de poder de Bolsonaro es esencial para entender cómo llegó a gobernar Brasil y cómo se mantiene a pesar de la sucesión de escándalos en su Gobierno y, también, en su familia», planteó la periodista Janaína Figueiredo, en un artículo publicado por La Nación.
Desde que asumió la Presidencia en enero de 2019, Bolsonaro se propuso gobernar como representante de una extrema derecha nacional-evangélica, promoviendo el autoritarismo, sectarismo, occidentalismo, anticomunismo y liberalismo económico.
El poder de los evangélicos
Brasil es el país con mayor número de católicos, al sumar 120 millones de fieles. Sin embargo, un estudio de la firma Datafolha, señala que mientras que la cantidad de católicos se reduce en 1,2 %, los evangélicos crecen en promedio 0,8 % por año.
Jair Bolsonaro se aprovechó del auge de esa comunidad religiosa, se hizo bautizar evangélico y formó una alianza política para llegar y ahora permanecer en el poder.
De acuerdo con los resultados del censo nacional de 2010, el 20 % de la población brasileña pertenece a una iglesia pentecostal o neopentecostal. Sin embargo, la investigadora Mariana Kalil, profesora de la Escuela Superior de Guerra del Ministerio de Defensa, considera que el porcentaje debe ser mayor, lo que explica por qué Bolsonaro aún mantenga una base de apoyo popular de 25 %, a pesar de lo desastroso de su gestión en los ámbitos político, económico, social y sanitario.
A ello también se suma el hecho de que el 30 % de los diputados brasileños son evangélicos.
Obstáculo para la prevención del COVID-19
Mariana Kalil estudia el rol de los evangélicos en la pandemia y una de sus conclusiones preliminares es que estos grupos fueron, desde un principio, un obstáculo para que se elaborara una estrategia de comunicación de riesgo que permitiera transmitir a la población la gravedad de la crisis sanitaria, y la necesidad de cumplir el aislamiento social como medida preventiva.
«Los evangélicos hablan de la teoría de la prosperidad y creen que con la religión se cura y se salva. Si el Gobierno, como pretendió el exministro da Salud Luiz Henrique Mandetta, hubiera aplicado políticas de distanciamiento social duras, Bolsonaro hubiera sido tratado como un traidor», explicó a La Nación.
En Brasil la pandemia avanza de forma alarmante, mientras el Mandatario ha recibido innumerables críticas por oponerse al confinamiento y el distanciamiento social y por haber calificado al COVID-19 de «gripecita».
No obstante, según una encuesta de la firma Datafolha, los evangélicos evalúan de manera más positiva la gestión del Presidente, ya que son contrarios a las medidas de prevención.
Ceremonias masivas en plena pandemia
Influyentes líderes evangélicos como Edir Macedo, de la Iglesia Universal del Reino de Dios, y Silas Malafaia, de la Iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo, son grandes críticos al aislamiento social en Brasil y están alineados con Bolsonaro.
En varios templos evangélicos continúan los cultos en persona donde, pese a medidas adoptadas para guardar distancia entre los fieles y darles gel desinfectante a la entrada, se observan hasta 3.000 en un mismo recinto en plena pandemia.
«Creen que Dios puede resolverlo. La idea es que ‘Dios provee todo’ y no precisas hacer aislamiento», explicó Cecília Mariz, profesora de sociología de la religión en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, a BBC Mundo.
Mariz indicó que detrás de esta postura hay motivos de fe e intereses económicos de algunas iglesias que temen que la crisis disminuya la prosperidad y las contribuciones que reciben de sus adeptos. «Si paras de trabajar, disminuye tu diezmo», subrayó.
El pastor e historiador Brian Kibuuka coincidió y planteó que, además de una visión compartida del mundo y los valores morales, la relación entre Bolsonaro y los evangélicos está relacionada con un negocio millonario amenazado por el coronavirus.
«La única salida hoy para las iglesias evangélicas es presionar al Gobierno para que se retomen todas las actividades. No pueden sostenerse con las iglesias cerradas. Además, muchos deben millones a la Receita Federal (organismo de recaudación de impuestos)», dijo el pastor.
Respaldo político
La política negacionista de Bolsonaro frente al hecho de que Brasil afronta una profunda crisis sanitaria y es el segundo país con más casos registrados y muertes por COVId-19, detrás de Estados Unidos, ha hundido su nivel de aprobación. El 44% de la población considera su Gobierno «malo o pésimo», y las protestas cada día se hacen más fuertes.
Frente a este rechazo, el Mandatario ha optado por refugiarse en sus aliados religiosos. A principios de este mes, recibió en el Palacio del Planalto a varios líderes evangélicos, entre ellos Edir Macedo, de la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Después del encuentro, todos rezaron juntos por Bolsonaro y repudiaron «la convulsión social e institucional», en momentos en que se realizaban marchas a favor de la democracia en ciudades como Río y Sao Paulo.
Los representantes de la comunidad evangélica dijeron que Dios es quien elige y, si es necesario, saca a las autoridades políticas del país.
«Días después, la prensa local reveló que en los últimos meses la Secretaría de Comunicación (Secom) había entregado más de 30 millones de reales (5,5 millones de dólares) a medios evangélicos, entre ellos el grupo Record, que pertenece a Macedo», reportó La Nación.
Electorado fiel
Para que Bolsonaro pueda conservar la fidelidad del voto evangélico debe mantenerse firme a los ideales políticos y sociales de estos grupos.
Para el diputado y pastor Marco Antonio Feliciano, del partido Republicanos, en la actualidad 90 % de la base social de Bolsonaro es evangélica, y aseguró que «el apoyo seguirá firme mientras el presidente defienda a Dios, la patria, la familia y no se involucre en corrupción».
Alineado con la retórica del mandatario y sus ministros, Feliciano arremete contra aquellos que exigen un manejo de la pandemia enfocado en la preservación de las vidas y no en la protección del poder económico.
Aseguró que «la radicalización política llegó a tal punto que la izquierda y otros sectores que desean sacar al presidente están jugando a cuanto peor, mejor; y entre Bolsonaro y el virus, defienden al virus«.
Para la investigadora Mariana Kalil, el presidente es un reflejo de su base de apoyo social y política, y planteó que aunque Bolsonaro siga cometiendo graves errores y existan pruebas sobre su mala gestión, los fieles de las iglesias evangélicas seguirán sustentando «su apoyo en la fe y sobre esa base todo se perdona».
Para Kalil, estos sectores han colaborado con la campaña «destinada a normalizar la pandemia y las muertes, así como siempre normalizaron la violencia en las políticas de seguridad pública«.
El pastor Brian Kibuuka recordó que durante la década de 1970 los evangélicos oraban por los militares que asumieron el poder después del golpe de 1964 y «hoy oran por Bolsonaro, en medio de permanentes amenazas al sistema democrático.