La renuncia del ministro de Justicia de Brasil, Sergio Moro, avivó la fuerte crisis política que atraviesa el Gobierno de Jair Bolsonaro, entre otros motivos por su criticado manejo de la pandemia del coronavirus en la nación suramericana.
Moro dimitió en una explosiva conferencia de prensa en la que acusó al presidente ultraderechista de obstruir e interferir en investigaciones de la Policía Federal (PF) y del Supremo Tribunal Federal (STF).
Los dardos del ex juez federal también sugieren posibles crímenes de responsabilidad del Jefe de Estado, que habilitarían la apertura de un juicio político en el Congreso.
Durante los últimos meses, la prensa brasileña advirtió sobre los roces entre Bolsonaro y uno de sus ministros más claves para poder implementar sus políticas conservadoras, sobre todo aquellas relacionadas con los temas de seguridad y justicia.
Las páginas de los diarios se hicieron eco del recelo del Mandatario, cuya popularidad se encuentra por el piso según las encuestas, ante la notoriedad mediática que estaba tomando la figura de Moro, quien ha tratado por todos los medios de posicionarse como el gendarme anticorrupción.
Moro, quien fue el juez del caso Lava Jato y encarceló- sin pruebas- al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, hoy en libertad, fue escogido como una las 50 personalidades mundiales de la década por el diario Financial Times, que sirve a los intereses de la derecha mundial, algo que según los medios no fue del agrado del Presidente brasileño.
Pese a que el año pasado su reputación se vio manchada por la filtración de mensajes que pusieron en duda su imparcialidad en el proceso judicial contra Lula, Moro cuenta con una aprobación del 50 %, mientras que la de Bolsonaro apenas llega al 30%.
Moro versus Bolsonaro
La gota que colmó el vaso de Moro la destitución del director general de la Polícia, Maurício Valeixo, publicada durante la madrugada del viernes 24 de abril en el Boletín Oficial, pese a que Moro, su superior jerárquico, no había firmado el decreto.
“No tengo cómo mantener los compromisos que asumí, sin condiciones de trabajo, sin tener cómo preservar la autonomía de la Policía Federal”, indicó Moro ante la prensa.
“Quedó claro que el Presidente no quiere que siga en el cargo”, agregó, al asegurar que el ultraderechista había violado el compromiso al que habían llegado de darle “carta blanca” para nominar a las autoridades policiales.
Valeixo era uno de los principales colaboradores del ahora ex ministro desde la operación Lava Jato, y Bolsonaro ya había intentado sustituirlo en agosto pasado. Según los medios, Moro había mantenido conversaciones durante los últimos días con ministros militares para evitar la expulsión del comisario.
En la rueda de prensa reveló que el Jefe de Estado busca controlar las investigaciones de la Policía por motivos políticos.
“Me dijo que quería colocar a una persona con quien tuviera contacto personal, a quien pudiese llamar, pedirle informaciones e informes de inteligencia. Prestar ese tipo de información no es el papel de la Policía Federal”, denunció.
En sus declaraciones defendió su integridad personal e insistió en que “la autonomía de la policía” había sido clave para encabezar la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y el crimen organizado que llevó a una “disminución significativa de los delitos en 2019”
Destacó que aceptó ser ministro de Bolsonaro para “profundizar en el combate a la corrupción”, y dejó claro que su renuncia se debió a la intransigencia del Mandatario.
“Busque una solución para evitar una crisis política en plena pandemia”, afirmó.
Bolsonaro no se quedó callado y el mismo viernes se presentó rodeado de sus ministros como una muestra del apoyo ante la crisis política, para indicar que la decisión de remover a Valeixo fue una resolución tomada en conjunto con Moro, y negó cualquier tipo de interferencia en la Policía Federal.
“Se habla de una interferencia mía en la Policía Federal, pero si puedo cambiar un ministro, ¿por qué no puedo cambiar al director de la Policía Federal sin pedirle autorización a nadie?», planteó.
Indicó que le garantizó a Moro la autonomía de las dependencias bajo su poder, entre ellas, la Policía Federal, pero resaltó que “autonomía no es sinónimo de soberanía”.
Aunque aseguró estar “muy triste” por la dimisión, no dudó en arremeter contra su exministro, llamándolo un ególatra y oportunista que había puesto en duda su autoridad.
“Él era un ídolo. Sabía que no sería fácil. Una cosa es admirar a alguien, otra es vivir con ellos. Hoy conocí a esa persona comprometida consigo misma, con su ego y no con Brasil”, dijo, citado por El País.
Sin embargo, dejó caer que será “una tarea difícil” encontrar un reemplazo “comprometido con el futuro” de Brasil.
Complicidad entre Moro y Bolsonaro
Más allá de los roces, Sergio Moro y Jair Bolsonaro, mantenían una estrecha relación. De hecho el ex ministro fue clave para que el ultraderechista llegara al poder.
El exjuez ordenó detener sin pruebas a Luiz Inácio Lula da Silva en 2017 e impidió, con la colaboración de generales y jueces, su candidatura en 2018 -cuando era favorito- para beneficiar así a Bolsonaro.
A medidados del años pasado, The Intercept reveló las maniobras ilegales que aplicó junto a los fiscales de Lava Jato para encarcelar a Lula, quien permaneció encerrado en el calabozo de la Superitendencia de la Policía Federal en Curitiva durante 580 días.
Moro obstruyó las investigaciones sobre el asesinato de la activista Marielle Franco, ocurrido en 2018, y en las que salieron a relucir el nombre de Jair Bolsonaro y su clan.
También fue noticia su interferencia desde el Ministerio de Justicia para entorpecer la causa abierta contra Flavio Bolsonaro (hijo del Mandatario), por posible lavado de dinero en una asociación con un asesor ligado a las «milicias» paramilitares.
Empeño en controlar la Policía
Según los medios, Bolsonaro está decidido a tomar el control directo de la Policía Federal debido a varios motivos. El más reciente son las investigaciones abiertas en el STF sobre el acto antidemocrático que protagonizó el Presidente frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia para pedir la intervención del Congreso y la Justicia y en el que se atrevió a afirmar: «Soy la Constitución».
La interferencia del Mandatario en la labor de la Policía Federal sucede justo cuando la prensa informó de una serie de investigaciones a sus hijos, el diputado federal Eduardo Bolsonaro y el senador federal Flavio Bolsonaro, por desvío de fondos públicos para financiar campañas sucias en redes sociales contra sus rivales políticos y periodistas.
¿Se avecina un impeachment?
Tampoco se pueden olvidar los 24 pedidos de impeachment en contra de Bolsonaro que por ahora permanecen guardados en los cajones de la Presidencia de la Cámara baja.
Hace unas semanas, el magistrado de la Corte Suprema Celso de Mello exigió al titular de la Cámara Baja, Rodrigo Maia, pronunciarse sobre los pedidos de impeachment, los cuales debían sacarse del cajón y tirarse a la basura o puestos a votación.
Las acusaciones de Moro sugieren posibles crímenes de responsabilidad del Jefe de Estado y podrían ser el punto clave para la apertura de un juicio político en el Congreso contra el Presidente.
Algunos analistas señalan que, con sus continuas provocaciones y su criticado manejo de la pandemia, que en Brasil ya registra más de 50.000 casos y 3.300 muertos, el propio Bolsonaro estaría interesado en ser sometido a impeachment.
“Bolsonaro quiere un proceso de impeachment porque vio que eso fortaleció a Donald Trump en Estados Unidos y le dio el discurso de víctima, de alguien perseguido por el establishment político y el sistema”, afirmó Dawisson Belém Lopes, profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais.
“La salida de Moro probablemente impulsará el clamor por un impeachment, una posibilidad que Bolsonaro alienta día a día”, indicó el periodista Leandro Dario, en un artículo publicado por Perfi.
«Fora Bolsonaro»
La salida del exjuez dejó debilitado al Mandatario, luego de que hace pocos días despidió al ministro de Salud, Luis Henrique Mandetta, por el apoyo del funcionario al confinamiento ordenado por la mayoría de los estados, medida que ha sido rechazada por Bolsonaro.
Adicionalmente, Moro era considerado uno de los representantes del ala moderada y tecnocrática, en contraposición con el ala ideológica que integran el propio Bolsonaro y sus hijos, por lo que “su salida despierta en los inversores el temor a que el Gobierno termine de perder el rumbo”, reseñó Reuters.
Según los medios, la renuncia de Moro también influye en los militares, que cada vez ganan más poder dentro del Gobierno, teniendo a 2.897 uniformados en cargos estatales, quienes estarían evaluando su relación con Bolsonaro.
De acuerdo al diario Folha de Sao Paulo, una de las opciones que están sobre la mesa de la cúpula militar es retirar su apoyo al actual Presidente.
Con el despido del director de la Policía Federal, los militares «se vieron traicionados por el modus operandi del Presidente”, indicó el periodista Igor Gielow.
Según el rotativo, la renuncia de Moro también “conmocionó” a los uniformados, al denunciar la “interferencia política” del Presidente en asuntos judiciales.
El diario agrega que en una conversación sobre los intentos de mantener la gobernabilidad, los militares afirmaron que el próximo Ministro de Justicia debería ser un abogado con una reputación intachable y sin conexiones políticas.
Sin embargo, trascendió que el Mandatario quiere a uno de sus hombres de confianza, el actual jefe de la Secretaría General de la Presidencia, Jorge Oliveira, como reemplazo de Moro. El otro nombre que se baraja es el del Fiscal Federal General, André Mendonça, quien también es cercano a Bolsonaro.
Asimismo, semanas atrás los medios señalaron que los integrantes de las Fuerzas Armadas estaban listas paJefe de Estado.
Lo cierto es que la renuncia de Moro le está trayendo dolores de cabeza a Bolsonaro, quien atraviesa el momento más delicado en sus 16 meses en el poder.
La Bolsa de Sao Paulo reaccionó con una caída histórica y la moneda oficial, el real, se depreció marcadamente frente al dólar.
Adicionalmente, miles de brasileños protagonizan «cacerolazos» en las principales ciudades del país, y los gritos de «Fora Bolsonaro» se escuchan cada día con más fuerza desde las ventanas.
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