La ciudad de Tenino, ubicada en el estado de Washington, al noroeste de Estados Unidos, tomó una decisión que asombra a propios y extraños, al asumir una especie de economía comunal e imprimir sus propios dólares, en su búsqueda por mecanismos para sobrevivir a la fuerte crisis económica generada por la pandemia de la COVID-19.
Desde hace varios meses, Estados Unidos es territorio fértil para el nuevo coronavirus, no sólo por ser el epicentro del brote de contagios de la COVID-19, sino también por ser el país con mayor cantidad de fallecidos y por sufrir una de las peores contracciones económicas del planeta, con más de 50 millones de personas que han perdido sus puestos de trabajo.
En medio de esta coyuntura casi apocalíptica, la mayor autoridad de la ciudad de Tenino, localidad con poco más de 1.800 residentes, tomó la decisión de conseguir una especie de subsidio social a los lugareños y pequeños empresarios que se han visto terriblemente afectados por las medidas de confinamiento y caída de la producción.
La alternativa que consiguió el alcalde Wayne Fournier fue crear una moneda propia que les permitiera a los habitantes de la ciudad, convertida en un pueblo fantasma, mantener un intercambio económico que generara actividad financiera y comercial.
Así surgieron los ‘dólares covid’, un proyecto básicamente fundamentado en el tipo de economía comunal que aunque no se deslinda del patrón hegemónico del dólar, sí tiene un efecto de esperanza y solidad entre los habitantes de ese ayuntamiento, sin tener que depender del papel moneda de color verde, para combatir la crisis generalizada.
Dólares impresos en madera
Sobre esta nueva experiencia, la agencia AFP entrevistó al alcalde Fournier, quien dijo que Tenino se había convertido en un pueblo fantasma con negocios a punto de la quiebra y muchas personas en peligro de pobreza y miseria.
Tenino estaba a punto de sucumbir a la pandemia «hasta que sus autoridades revivieron una no convencional idea del siglo pasado: imprimir su propia moneda en finas placas de madera«, explica AFP.
“No hay comercio, no hay ventas y las calles están muertas. Da igual si son la tres de la tarde o las tres de la madrugada (…) Estábamos recibiendo muchas llamadas de empresas que nos decían no estar seguras de poder continuar”, declaró Fournier.
La solución para salvar a la ciudad la consiguieron en el museo de la ciudad, donde se encuentra una impresora de madera que fue creada en 1890.
Las autoridades de Tenino decidieron utilizar la impresora del Siglo XIX para fabricar 10.000 dólares en rectángulos de madera, cada uno con un valor nominal de 25 dólares.
El billete tiene una imagen del presidente George Washington y una expresión en latín que traducida significa: “Lo tenemos bajo control”.
Ese dinero es entregado como subvención a residentes que demuestren que están siendo perjudicados por la pandemia. Cada uno puede recibir hasta 300 dólares mensuales. Esa madera solo vale dentro de los límites de Tenino.
Conocidos como “Dólares Tenino”, “Dólares COVID” e, incluso, “Dólares Wayne”, por el apellido del alcalde; los billetes son aceptados en casi todos los negocios de la ciudad a una tasa fija equivalente a casi un dólar.
Escasez de dólares en época de coronavirus
La idea de imprimir billetes para sortear los efectos negativos de una crisis económica no es nueva. De acuerdo con el despacho de AFP, la ciudad utilizó la misma impresora y la misma solución durante la devastación causada en Estados Unidos por la Gran Depresión de 1930.
La escasez de dólares en aquel tiempo llevó a directivos de bancos de Tenino a imprimir dinero en corteza de picea. “El concepto se hizo viral en los años 1930”, dice Fournier y otras comunidades, empresas y cámaras de comercio lo emularon.
La atención de los medios provocó la curiosidad de inversores y a lo largo de los años la moneda de madera se tornó en objeto de colección a la venta en plataformas como eBay y Amazon.
La versión contemporánea, al igual que su edición previa, apunta a tender una mano durante la crisis económica que ha provocado el cierre de negocios en el país norteamericano.
“Es más que nada una promoción de la propia ciudad”, dijo Chris Hamilton, gerente de la principal tienda de alimentos. “Mucha gente que llega a la ciudad ni siquiera sabía que existe Tenino y quiere conocer cómo es ese lugar que imprime su propia moneda”, añade.
“Podrían detenerse un rato, comprar un helado o recorrer las calles y comer una hamburguesa”, comenta.
Monedas complementarias similares existen en muchos lugares de EE. UU y Europa. No buscan reemplazar la moneda nacional sino apoyar la economía local. Pero este tipo de acciones no son bien vistas por las autoridades estadounidenses, pues si alguno de estos billetes genera una masiva confianza y se masificara, podría ser una dura competencia al hegemónico dólar.
¿Un golpe a la globalización?
La agencia AFP intentó conseguir la posición del Departamento del Tesoro sobre las acciones del ayuntamiento de Tenino, pero sus autoridades se rehusaron a realizar comentarios sobre el uso de las monedas locales.
De acuerdo con el reportaje, debido a la galopante crisis económica en Estados Unidos y un desempleo que en junio marcó 11,1 % -una de las mayores tasas desde la Gran Depresión- cada vez más estadounidenses abogan por las monedas complementarias al considerarlas como una forma de ayuda a la gente.
“La crisis en el financiamiento de los municipios impulsa la creatividad. Los administradores están explorando emitir su propia moneda en vez de emitir bonos para financiar su respuesta al COVID”, dijo Susan Witt, directora del centro de estudios económicos Schumacher.
Ese centro desarrolló los BerkShares, una moneda en circulación desde 2006 en la región de Berkshires, al oeste de Massachusetts, y es distribuida por bancos locales. Witt está asesorando a varios municipios estadounidenses interesados en iniciativas similares que no dependan de los dólares.
Muchos consideran a las monedas locales como un baluarte contra la desenfrenada globalización. En Suiza, por ejemplo, se utiliza el sistema WYR, creado en 1934, y que es considerado como la moneda local más antigua del mundo que es usada a diario en miles de pequeños negocios.
“La gente se empezó a dar cuenta que nos tornamos demasiado globales, demasiado rápidamente y perdimos nuestras características propias”, dijo Chris Hewitt, fundador de Hudson Valley Current, una moneda del Upstate Nueva York y que opera como un sistema de crédito mutuo.
Los entusiastas de este tipo de monedas aspiran a generar un movimiento nacional. “Si eso se hace orgánicamente en todo el país, podría salvarnos de una seria recesión”, recalcó el alcalde Fournier.
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