A pocos meses del silbatazo inicial del partido inaugural del Mundial de Catar 2022, a disputarse el 21 de noviembre entre la selección local y Ecuador, los trabajadores migrantes que construyeron los estadios aseguran continuar viviendo en condiciones precarias, pagando tasas ilegales e imposibilitados a cambiar de trabajo sin la anuencia de su empleador, de acuerdo a testimonios recogidos por The Guardian.
Según contó un trabajador bangladesí identificado como Kabir, al final de la jornada son transportados hasta los dormitorios provistos por su empleador, el Complejo Agrícola e Industrial Al Sulaiteen, ubicados en medio de una granja y rodeados de invernaderos. Muchos de ellos, reporta el medio británico, son de pequeñas dimensiones, sucios y carecen de ventanas, haciendo la estadía de los migrantes «miserable».
A pesar de que el comité organizador del torneo anunció en 2017 un plan para evitar que los empleadores exigieran una tasa de contratación, y devolverlas en caso de que hubieran sido pagadas, esta práctica continúa siendo cotidiana, denunciaron los trabajadores bangladesíes, indios y nepalíes entrevistados.
«Pagué 3.000 dólares [para asegurar mi empleo], señaló Kabir. «Algunos pagan un poco más, otros un poco menos, pero todos pagan», agregó.
Condiciones de «explotación laboral grave» en Catar
Del mismo modo, uno de los migrantes indios denunció recibir un sueldo mensual de unos 256 dólares, lo que equivale a poco más de un dólar por hora. Tras pagar las cuotas de contratación y los gastos de la vida diaria, afirma que es capaz de enviar a casa poco más de 182 dólares para la manutención de su mujer y sus cuatro hijos.
Esta situación ha llamado la atención de organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos, entre ellas Amnistía Internacional, Migrant Rights y Human Rights Watch, que en mayo pasado formaron parte de una coalición que instó a la FIFA a pagar unos 440 millones de dólares en compensaciones a los trabajadores migrantes de Catar víctimas de supuestas violaciones a sus derechos humanos y laborales.
De forma similar, luego de que en agosto pasado al menos 60 migrantes fueran detenidos en Doha, varios de los cuales fueron deportados, por manifestarse y exigir el pago de sus salarios atrasados, el grupo de defensa de los derechos de los trabajadores Equidem denunció en un informe que los empleados han sido víctimas de «explotación laboral grave» y han sufrido de una vigilancia intensiva por parte de sus empleadores.
Los supuestos continuos abusos y las paupérrimas condiciones de vida de los migrantes en Catar son raramente denunciadas por los afectados, principalmente, coinciden las organizaciones, porque las víctimas temen a las represalias que podrían sufrir por defender sus derechos e intereses, que van desde el despido hasta la deportación.
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