Cuando hablamos de sexo, nuestras imágenes mentales evocan mujeres, hombres, disfraces, juguetes sexuales, gays, lesbianas, transgéneros, mucha genitalidad, diferentes razas y etnias; aparecen cosas raras como disfraces de peluches y si nos ponemos hardcores, hasta un par de animales vienen a la mente, si hacemos remembranza de las categorías de las páginas porno. Pero en ninguna de nuestras imágenes aparece la discapacidad. Como si las personas discapacitadas fueran asexuadas o no fueran sujetos de deseo.
Por el contrario; cuando hablamos de discapacidad, lo primero que se nos viene a la cabeza es Don Francisco, Teletón, el Banco de Chile, un montón de famosos cagados de sueño, mucho testimonio del que te pone los ojos llorosos, el apestoso “levántate papito”, muchas marcas de grandes empresas y lo más sexual que imaginas es un par de culos que te ponen en la TV muy tarde en la Vedetón. También piensas en los asientos reservados del metro y de las micros. En sillas de rueda, muletas, remedios y ortopedia. Pero jamás pensamos en sexo. {destacado-1}
La situación de las personas con discapacidad física (ya sea congénita y más aún cuando es adquirida) ha sido minorizada por nuestra cultura, convirtiéndolos en sujetos de caridad en vez de ser pensados como sujetos de derechos y por ende, como iguales, que pueden conquistar y ser conquistados. Nos asombramos cuando sabemos de personas discapacitadas que tienen parejas y más aún cuando tienen hijos, porque el modelo de “integración” se nos viene al suelo y se nos aparece la idea del ¿cómo?
Lo cierto es que hay formas y muchas; pero en Chile, ninguna de ellas se ha explorado, según lo que nos cuenta Alejandro Hernández, Director de la Fundación Nacional de la Discapacidad:
“Una persona con discapacidad física, al momento de ejercer su sexualidad plenamente -que es un tema de salud- encuentra un montón de limitancias. O sea, yo no conozco ningún centro de salud que haga talleres a las personas con discapacidad, para que puedan ejercer su derecho a gozar de la sexualidad libremente. No hay educación sobre la utilización de vibradores, sobre el uso de geles para la autoestimulación o la estimulación de la pareja. Por ejemplo, hay un libro que se llama “Silla Sutra” en donde se muestran y explican diversas posiciones para tener intimidad con la pareja y nada de eso se ve a nivel de políticas públicas. El tema de la sexualidad, en Chile, está completamente abandonado. Es un tabú del que no se habla. Sin embargo en varios países de Europa existe como política de estado un servicio de personas que acompañan y educan, sobre todo a personas con grandes discapacidades a vivir su sexualidad, en donde se presta asistencia y asesoría a las parejas o a personas solas y se trabaja no solamente a nivel corporal o del coito en sí, sino que también trabajan con ellos a nivel psicológico y de autoestima.»
Lamentablemente en Chile estamos a años luz del tema.
Una muestra de lo que cuenta Alejandro está graficada en la película “Las Sesiones”, protagonizada por Helen Hunt. En esta película, ella es una terapeuta, que asesora a Mark O’Brien (John Hawkes) que es un poeta y periodista de 36 años de edad, afectado por una poliomelitis y, producto de una gran discapacidad, todavía es virgen por lo que decide contratar los servicios de la terapeuta para pasar a la “adultez”.
La película es una belleza. Totalmente recomendada. Les dejo el trailer.
Pero mientras la buscan ahondemos un poco en la figura de estos asesores:
¿Qué es un asistente sexual?
Es una persona que, luego de pasar por un proceso de capacitación, puede acompañar, a varones, mujeres o parejas con diversidad funcional o discapacidad, de forma sexual, afectiva y eróticamente para ayudar a suplir el «vacío» y/o proporcionar espacios para ampliar sus experiencias en la materia. A pesar de ser un servicio pagado, lejos de ser un catálogo de prestaciones definidas, es un apoyo integral y en consonancia también con las emociones de las personas beneficiarias. Estos “cuidados eróticos” van variando según las necesidades del beneficiario que va desde caricias sensuales hasta la penetración pasando por la masturbación y la inclusión de juguetes sexuales, todo en pro del desarrollo de la experiencia sexual satisfactoria de forma individual o facilitando, a instancias suyas, el acto sexual de una pareja que no ha podido lograrlo sin ayuda.
El hombre o mujer que trabaja como asistente sexual, debe pasar por una formación básica y luego elegir la especialización en el apoyo a hombres y mujeres con discapacidad para que puedan acceder a la experiencia de la intimidad sexual; respondiendo a todas sus necesidades y deseos, previamente concertados. Es importante que los beneficiarios comprendan que no son parejas afectivas, a menos que así lo decidan entre ambas partes.
Las funciones de un asistente sexual, según Silvina Peirano, profesora en discapacidad mental social y fundadora de Sex Assistent, un servicio de formación de asistentes sexuales y asesoramiento en Barcelona, España, son los siguientes:
- El escuchar para conocer y evaluar las necesidades de la persona a la que acompañará. Considera, por ejemplo: las posibilidades de una persona paralizada de pies a cabeza; cuya sexualidad no sólo se resume a la masturbación, ni se centra en sus órganos genitales. La ayuda sexual es mucho más amplia, sutil, compleja y delicada. Con una persona tetrapléjica, que no puede sentir nada de la cintura para abajo, tratará de descubrir las zonas de placer en otras partes del cuerpo, por ejemplo: redescubrir el orgasmo con una caricia en el oído.
- La autoestima y el reconocimiento corporal. Muchas mujeres con discapacidad expresan su temor de «no ser bellas», mientras que muchos varones temen «no ser lo suficientemente buenos en sus relaciones afectivo-sexuales». El/La asistente sexual reforzará la auto-imagen corporal y afectiva, en un camino de aprendizaje hacia nuevos y más placenteros roles de género.
- El acompañamiento tanto a la persona que asiste, como así a sus familiares. Por ejemplo, ante un varón que suele mostrar una conducta violenta o autolesiva al no saber como autosatisfacerse: el/la asistente sexual sugerirá recursos a sus progenitores para que puedan superar inseguridades al tener que enfrentarse con la sexualidad de sus hijos, y así beneficiar la independencia y la intimidad de ambos.
- La relación entre una pareja en la que ambos presentan una dolencia que los inhabilita para hacerlo de manera independiente. En estas situaciones, el/la asistente acomoda en la posición correcta a la pareja. Luego, respetará su espacio de intimidad, pero estará atento/a a sus requerimientos.
- En una discapacidad grave, incluso la masturbación puede ser problemática. Algunas personas con autismo juguetean compulsivamente con sus genitales; sin llegar a la eyaculación, por miedo o por no contar con los medios ni el aprendizaje previo para lograrlo. El/La asistente sexual arbitrará los medios para satisfacer mejor las necesidades individuales de la persona con discapacidad, proporcionando alternativas seguras y satisfactorias.
Asistencia sexual en el mundo
Ya en diciembre del año pasado, en Argentina, el tema de la sexualidad de las personas discapacitadas pasó a tener relevancia y a entrar en el debate gracias a que durante un encuentro en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, se planteó la regulación de la figura del acompañante sexual.
Sin embargo, este tema ya está más que superado en varios países de Europa, en donde la Asistencia Sexual es una realidad hace más de 20 años, como en el caso de Alemania, Suiza, Holanda y Dinamarca, mientras que en Francia se encuentran en proceso de legislación, aseverando la viabilidad de la propuesta. Esto a razón de que los Estados consideran que la asistencia sexual es un servicio más, al servicio de la salud integral y, por esta razón, han llegado a financiar las instancias y los emprendimientos asociados al tema. Sin embargo, la realidad chilena ni siquiera ha visualizado la posibilidad.
Pornografía y discapacidad
La discapacidad también se ha llevado a la pornografía y hay en esto un gesto de integración que no deja de ser muy interesante ya que hay casos que son admirables y contribuyen a desmitificar la asexualidad de la discapacidad. Lamentablemente y, hasta el momento de cierre de esta investigación, no he podido encontrar actores o actrices porno que sean latinoamericanos. Pero en España, está el caso de José Manuel Blanca (32) o “Josito”, quien, a los 17 años, tuvo un accidente automovilístico que le ocasionó una lesión medular que le impide caminar. No obstante, ha decidido desarrollarse como actor porno y los resultados han sido tremendamente satisfactorio para él ya que, a pesar de poder desplazarse únicamente con silla de ruedas, ha sido justamente en este elemento en el que también se apoya para tener sexo, luego de que un productor le diera una oportunidad. Fue tanto el revuelo de su participación en una producción porno heterosexual que le han llegado nuevas propuestas laborales, llegando a participar en producciones con la compañía de las mejores estrellas porno del cine triple X como Diana Dean, Sara May y Salma de Nora.
Otro de los casos, quizás uno de los más interesantes, es el de Encarna Conde que es una activista por los derechos de los discapacitados, nacida en Cádiz, en 1960. A los 5 años le diagnosticaron la enfermedad ataxia la que afecta su sistema nervioso y la hace perder progresivamente la coordinación motriz y de habla. En 1991 fundó la Asociación Andaluza de Ataxias Hereditarias y en el año 2006 protagonizó la película porno “Rompiendo Barreras” la que tomó gran notoriedad por ser la primera producción que incluía una a una actriz discapacitada. La noticia tuvo gran repercusión y fue referenciada en todo el mundo. El argumento de la película se basa en la historia de dos hermanas, una de ellas discapacitada, pero con las mismas ganas de garchar que la otra y se recrean en ellas los gustos y las formas de llevar a cada una a la cama.
Lamentablemente, antes de Encarna Code o de “Josito”, sólo se sabe de un actor porno que es japonés y de una joven española que grabó un video casero que nunca llegó a ser comercializado y no se supo más de ella. Entonces podemos contar estos ejercicios con los dedos de apenas una mano, lo que no deja de ser lamentable, si pensamos la sexualidad como un derecho que le ha sido completamente negado a muchas personas.
Para saber un poco más de la realidad chilena, me puse en contacto con un par de personas con discapacidad y los testimonios eran desgarradores. Lamentablemente, en el caso de las mujeres (no voy a mencionar nombres ni ahondar en las enfermedades que las aquejan), eran jóvenes, ambas en silla de rueda, de 25 y 33 años, ambas eran vírgenes y tenían serios problemas de autoestima. Me explicaban que no se sentían objeto de deseo y que sus procesos de adolescencia habían sido muy dolorosos ya que preferían no asistir a fiestas de curso o de amigos porque se quedaron viendo cómo aconteció el mundo alrededor y ellas “no eran parte de ese mundo” y notaban en sus grupos de “pares” sentimientos de incomodidad o pena hacia ellas. Que se automarginaron y que sentían que no tenían posibilidad de ser sensuales o incluso bellas. Además surgió el tema de que se sentían “menos mujeres” porque ni siquiera habían explorado la idea de concebir. Una de ellas, además tenía serios temores de que, en la posibilidad de tener hijos, podía transmitir su discapacidad. La autoanulación fue brutal. Ante la pregunta de si habían pensado utilizar vibradores, ambas se rieron a carcajadas y con vergüenza. Una de ellas me dijo haberlo pensado, pero que, como no trabajaba, le daba mucha vergüenza pedirle dinero a sus padres dinero para eso ya que en su familia no se hablaba del tema. {destacado-2}
En el caso de los hombres, la realidad fue distinta, pero no por ello, menos desgarradora. Uno de ellos me comentó que su primera experiencia sexual había sido con un familiar. No me dijo el parentesco, pero me explicó que esa persona, al ver su impotencia al no tener relaciones sexuales, le brindó una “ayuda”. Me comentó también que esa experiencia fue liberadora, pero dolorosa en términos familiares ya que le generó cierto asco psíquico por la cercanía consanguínea. Por esta razón, me ha comentado que, desde entonces, habló con su padre para que le diera una “mesada” (también se encuentra sin trabajo a pesar de ser técnico-profesional) para gastarlo en prostitutas. Frente a este tema, me comentó que le había resultado bastante difícil conseguir a una persona que le “prestara sus servicios” ya que no todas están familiarizadas con la discapacidad y se excusaban diciendo que a lo mejor requería de cuidados especiales y que no sabían cómo atenderlo. Sin embargo, en su perseverancia, había encontrado un par de chiquillas “buenas” (y mencionó esa palabra sugiriendo cierta caridad en su atención).
El otro testimonio fue un poco más alentador ya que la discapacidad no le impidió tener pareja, sin embargo, me habló de sus inseguridades ya que no estaba seguro de satisfacer completamente a su pareja. Me señaló de que él presumía que su polola tenía otras experiencias sexuales y que no la condenaba por eso. Además habló de cierta “dependencia” afectiva ya que era la única mujer en su vida.
Para agregar otro dato relevante a este pequeño estudio, quise ponerme en contacto con alguna persona con movilidad reducida o discapacidad física que fuera homosexual para ver si la heteronormatividad en las relaciones era algo determinante, pero lamentablemente no encontré la instancia y tampoco acompañó el tiempo. Menciono esto ya que puede ser un dato relevante el hecho de que las personas discapacitadas son minoría y quizás, en la confluencia de estas dos minorías (sexual y de discapacidad) se da otra dinámica de valoración que va más allá de los estereotipos de belleza, de la aceptación al otro en la diferencia y del apoyo y contención que pudieran brindarse, entendiéndose desde el lugar de la otredad.
A todos los entrevistados les pregunté si se habían encontrado en alguna instancia (ya fuera consultorio, hospital, Teletón, SENADIS, etc.) en la cual se les conversara sobre su desarrollo psicosexual y la respuesta fue negativa en todos los casos.
Este tema, si lo llevamos a las cifras, puede resultar aún más conmovedor.
A pesar de estar cuestionada la veracidad de los datos del Censo, les dejo los resultados oficiales del CENSO 2012 en Discapacidad.
- El CENSO 2012, asegura que en el país existen 1.131.563 mujeres con discapacidad, es decir el 53,4% del total de habitantes con discapacidad. Mientras que hay 987.753 hombres con discapacidad, equivalente al 46,6% restante.
- Al desglosar los números de acuerdo a la pregunta relacionada con la discapacidad en el Censo 2012, se aprecia que 983.141 personas presentan algún tipo de dificultad física y/o de movilidad. Este grupo es seguido en cantidad por quienes tienen ceguera o dificultad para ver incluso usando lentes, que asciende a 890.569 habitantes.
- En tanto, 488.511 personas tiene sordera o dificultad auditiva incluso usando audífonos, 373.545 tienen alguna dificultad psiquiátrica, mental o intelectual, y 217.688 presentan mudez o una dificultad en el habla.
- Según la distribución regional, la mayor población con discapacidad se concentra en la región Metropolitana, con un total de 705.458 habitantes con discapacidad, le sigue la región del Biobío 326.173 personas y la región de Valparaíso con 226.262 habitantes.
- Las regiones con menor cantidad de personas con discapacidad son Aysén (14.538 habitantes), Magallanes (18.710 habitantes) y Arica y Parinacota (27.415 habitantes).
- La región del Biobío es la que tiene una mayor prevalencia de discapacidad entre sus habitantes, con 16,5%. En tanto las regiones de Los Ríos y Araucanía presentan una prevalencia de 16,2% y 15,8% respectivamente.
- La región de Antofagasta es la que tiene la menor prevalencia, con 8,3%, seguida de la región de Tarapacá con 10,3% y la región Metropolitana con 10,6%.
Con estas cifras, creo que vale la pena concluir este texto haciendo hincapié en que es urgente el establecimiento de políticas públicas respecto a este tema ya que es algo que afecta, no sólo a la persona con discapacidad, sino también a su entorno familiar más cercano y viendo las cifras, son muchos los chilenos que se ven afectados y vulnerados en este derecho. Para cualquier persona del universo, el desarrollo psicosexual es fundamental y nada indica que las personas con discapacidades físicas sean diferentes a este respecto.
Es necesario que hagamos un ejercicio introspectivo y que analicemos cuántas veces pensamos en sexo durante el día. La respuesta (que no es un misterio para nadie) es “muchas veces”. Ahora, si realizamos un ejercicio empático de ponernos en los zapatos del otro, nos podemos dar cuenta de que este tema de la sexualidad en la discapacidad es completamente (insisto) urgente y necesario.
Mientras nos sentamos a esperar que eso pase, en el contexo país en el que estamos, donde los políticos están más preocupados de sus registros históricos de financiamientos truchos y escondiendo boletas (lo que es una mala señal para pensar que esto pueda suceder prontamente), al menos hagámoslo con estilo y aprendiendo sobre el tema. Por eso los invito a ver Yes, we fuck! que es un documental que quiere abordar la sexualidad en personas con diversidad funcional, lxs llamadxs discapacitadxs.
Antonio Centeno, activista del movimiento del Vida independiente, y Raúl de la Morena, realizador de documentales, han iniciado este proyecto que quiere visualizar, principalmente, el sexo en personas con diversidad funcional y generar así un nuevo imaginario colectivo donde todxs, sin complejos, sin censuras, sin prejuicios y sin discriminaciones, podamos disfrutar del sexo.
Yes, we fuck! no es sólo un documental, sino un proyecto donde la gente participa, dialoga y, sobre todo, cuestiona; en el que las redes sociales tienen una importancia fundamental. Además, el proceso de elaboración está sirviendo para tejer alianzas entre diferentes colectivos que trabajan políticamente cuestiones vinculadas al cuerpo y la sexualidad (diversidad funcional, feminismos, transfeminismos, LGBT, queer, intersex, gordxs, entre otrxs).
SENSUALES, RELATOS DE SEXO Y AFECTO EN LA DISCAPACIAD.
Gemma Deulofeu y Clara Clos son las autoras de este libro sobre sexo y afecto en personas con diversidad funcional.
POST OP, primera historia de Yes, we fuck!
El colectivo Post op realizó un taller postporno para la realización de la primera historia del documental Yes, we fuck!.
También les dejo la web, para que puedan seguir interiorizando en el tema.
Cualquier observación, me encuentran en Twitter @AngelaBarraza