El próximo 20 de marzo se realizará en Washington, Estados Unidos, la elección para determinar quién dirigirá la Organización de los Estados Americanos (OEA) por los próximos cinco años. La plaza la disputan tres candidatos: el uruguayo Luis Almagro, el peruano Hugo de Zela y la ecuatoriana María Fernanda Espinosa.
Para que exista un ganador, uno de estos tres deberá conseguir 18 votos durante el proceso comicial, que incluirá la participación legal de 33 países de la región, excluyendo a Cuba y Venezuela, que decidieron retirarse del bloque por considerarlo una institución dedicada al injerencismo y a sabotear sus procesos democráticos.
Pero, a pesar de ello, la OEA obtendrá de manera fraudulenta el voto de Venezuela, mediante un ilegítimo proceso que concede al autoproclamado «presidente encargado» Juan Guaidó, y su vocero Gustavo Tarre Briceño, para que levante la mano y apruebe todo lo que le imponga el Gobierno de Estados Unidos.
Ya en ese sentido, el proceso electoral quedaría totalmente viciado, a menos que a última hora decidan no incluir el voto de Venezuela, que seguramente está alineado a la candidatura de Luis Almagro, quien es apoyado por Estados Unidos y Colombia.
Sin embargo, más allá de lo viciado del proceso, existe una disputa interna entre los candidatos a la Secretaría que ensombrece el verdadero fin por el que nació la OEA, pues se debate entre convertirse en un lobby de exterminio y de apoyo a la invasión militar extranjera en Venezuela o volver a sus raíces y apostar por soluciones pacíficas y dialogadas para solventar, no sólo la crisis política venezolana, sino también lo que sucede en el resto del continente.
Al respecto, la candidata María Fernanda Espinosa -quien ha denunciado ser una perseguida política del régimen de Lenín Moreno en Ecuador, al que apoyó en sus primeros meses tras la traición al expresidente Rafael Correa- sostiene que en este momento histórico la OEA no debe concentrarse únicamente en Venezuela sino en toda la región.
«Necesitamos transformar la maquinaria de comunicación de la OEA, necesitamos comunicar más y mejor, eliminando posiciones personales y reflejando las posiciones de los Estados miembros tomadas por resoluciones y declaraciones», resalta Espinosa, al distanciarse de Almagro, quien considera sólo ha dedicado su Secretaría para atacar y emitir opiniones directas contra Venezuela, a pesar de no ser la posición unánime de los países que integran el bloque.
Por esa razón, considera que el caso de Venezuela debe tratarse con diálogo y negociación entre todas las partes para así dar con una solución pacífica de las controversias, como manda la Carta de las Naciones Unidas. Esto, resalta Espinosa, aliviaría «la crítica situación que atraviesa el pueblo venezolano (…) una situación difícil desde el punto de vista humanitario».
Espinosa ocupó varios cargos importantes durante el gobierno de Rafael Correa. El 15 de enero de 2007, el expresidente la nombró como su primera ministra de Relaciones Exteriores, cargo que ejerció hasta el 7 de diciembre de ese año.
Luego fue Ministra coordinadora de Patrimonio Natural y Cultural, entre octubre de 2009 y noviembre de 2012. Seguidamente, fue designada Ministra de Defensa Nacional, cargo que ocupó desde noviembre de 2012 hasta septiembre de 2014.
En octubre de 2014, Espinosa fue nombrada Representante Permanente de Ecuador ante las Naciones Unidas, en Ginebra. En ese cargo, defendió el caso de Julian Assange en un debate sobre la detención arbitraria, en septiembre de 2016.
Fue calificada por Correa como traidora al formar parte del complot de Lenín Moreno para dar al traste con la Revolución Ciudadana e imponer un modelo de corte neoliberal, arrodillado a Estados Unidos y vendido a la burguesía de gran poder económico.
Al poco tiempo, Espinosa se separa del régimen de Moreno -que también apoya la reelección de Almagro- y este la comienza a perseguir judicialmente. Así, la Asamblea Nacional procede a dar inicio a un juicio político en su contra por presuntas irregularidades en sus funciones como Canciller.
Posteriormente, Espinosa se convierte en presidenta de la Asamblea General de la Organización de la ONU, cargo que ocupó desde el 18 de septiembre de 2018 al 17 de septiembre de 2019.
¿Qué propone María Fernanda Espinosa para la OEA?
El pasado 12 de febrero, Espinosa presentó ante el Consejo Permanente de la OEA sus propuestas para el siguiente período de trabajo de la Secretaría General.
La sesión extraordinaria se realizó en la sede de la OEA, en Washington, y en su discurso compartió con los representantes de los países su visión para renovar, revitalizar, y rejuvenecer la organización.
“Tenemos que tomar una decisión. O bien nos comprometemos a avanzar hacia una nueva y poderosa etapa en la historia de la organización, o simplemente mantenemos el status quo, continuando por el mismo camino, lidiando con la frustración y la falta de respuestas significativas a los grandes desafíos que enfrentamos. La OEA es irremplazable, sin embargo, las instituciones deben cambiar con los tiempos. Deben crecer y evolucionar. Ahora debemos enfrentar el desafío de renovar, revitalizar y rejuvenecer la OEA”, dijo.
Espinosa añadió que, por ejemplo, el tema de Venezuela es de «alta preocupación» y que es «muy complejo», razón por la que considera que la OEA no ha logrado «destrabar el problema».
Por esta situación, indica, se han conformado otras asociaciones como el Grupo de Lima o el Grupo de Contacto, que no han tenido resultados efectivos en resolver la crisis política que se agravó en 2019 cuando el opositor Juan Guaidó desconoció al Gobierno de Maduro y se autoproclamó «presidente encargado».
«Hay que evaluar esos esfuerzos y replantear la estrategia. No podemos repetir lo mismo y esperar un resultado diferente. Creo que hay que bajar la tensión, poner el tema de Venezuela fuera de los reflectores y hay que darle una atención seria, inclusiva (…) hay que retirar las pasiones y pensar en el pueblo venezolano más allá de la polarización política; realmente tenemos que reemplazar la estrategia y apostar al diálogo y a los medios pacíficos», agregó en contraposición a la postura belicista del actual secretario, Luis Almagro.
Almagro ha fungido como un promotor de la campaña de guerra contra Venezuela y el derrocamiento del Gobierno de Maduro, al que califica de «dictadura», y hasta llegó a afirmar que no podía descartarse una intervención militar en ese país caribeño.
Esta postura radical lo ha llevado a obtener el respaldo de Colombia y Estados Unidos, principales promotores de la violencia en Venezuela, junto con el extremismo de derecha que gira en torno a la imagen de Guaidó, quien legalmente no tiene ningún poder en el país que dice gobernar.
El 27 de abril de 2019, Venezuela formalizó su salida de la OEA, convirtiéndose en la segunda nación, después de Cuba, en no formar parte de la organización. Las autoridades venezolanas acusaron a la OEA de vulnerar el derecho internacional y de estar subordinada a los intereses de Estados Unidos.
La candidata ecuatoriana dijo en una entrevista reciente a Sputnik que, en los últimos años la OEA no pudo procesar las diferencias y combatir la polarización entre los países.
«Creo que no lo ha logrado, es bastante claro y evidente cuando vemos los patrones de votación de la organización, siempre son mayorías muy apretadas, hay muchos países que no se sienten integrados en la discusión; también pasa cuando una organización se vuelve monotemática y olvida que necesita cumplirles a los estados», acotó Espinosa.
Igualdad y respeto a la soberanía
Para la candidata ecuatoriana es fundamental que la OEA replantee sus lineamientos y lograr que el organismo sea respetuoso de la soberanía de los Estados y la igualdad entre los países.
«Esa es la magia del multilateralismo, cada país ocupa un asiento, tiene un micrófono para hablar y todas las voces son igualmente importantes (…) el gran paraguas es recuperar el diálogo, despolarizar la organización, hacer que sea eficiente y transparente y que responda a los grandes necesidades del hemisferio», subrayó.
Espinosa considera que los países del Caribe y algunos de América Central necesitan una agenda de desarrollo y propuestas para combatir el cambio climático, temas que no han sido adecuadamente tratados en los últimos años en la OEA.
«Además, hay una agenda de seguridad hemisférica que nos une a todos, todos queremos combatir el crimen transnacional organizado, el tráfico ilícito de drogas y la trata de personas; además, todos queremos una agenda de igualdad entre hombres y mujeres. Ese tipo de temas han sido dejados de lado en la organización; desde ahí se puede construir unidad, respetar nuestras diferencias y procesarlas».
Cuando fue consultada sobre cómo evaluaba la gestión de Almagro, dijo que no le correspondía pronunciarse. Sin embargo, señaló que el Secretario General tiene que ser un «puente de diálogo» y un «generador de acuerdos y consensos».
«Me parece que no me corresponde a mí evaluarlo (a Almagro); pero creo que la evidencia está frente a nosotros; he hablado con muchos jefes de Estado, de Gobierno y cancilleres en estas semanas y creo que hay una constancia de que tenemos un hemisferio polarizado, tenemos un déficit de diálogo, de capacidad de procesamiento de las diferencias y creo que para eso se necesita una persona que lo sepa hacer bien», indicó.
El Secretario General debería ser un «referente» para los Estados miembros, que mantenga un rol imparcial, agrega Espinosa.
«Es imprescindible que sea un puente de diálogo; tengo la convicción que tiene que ser así, como presidenta de la Asamblea General de ONU mostré que se pueden construir acuerdos y consensos con las mayores adhesiones posibles. He probado en mis 30 años de carrera que eso es posible. Por ejemplo, la reforma del Consejo de Seguridad fue un tema súper polémico y logré que se llegara a un acuerdo que represente y refleje una amplia mayoría», señaló.
Espinosa, quien hizo historia al convertirse en la primera mujer de América Latina y el Caribe en ser elegida presidenta de la Asamblea General y la primera embajadora de Ecuador ante la ONU en Nueva York, sostiene que de ser electa en la OEA, firmará «un código de ética que recoja cuáles son las responsabilidades de un secretario general».
«El objetivo es garantizar que el secretario no solicitará ni recibirá instrucciones de ningún Gobierno o autoridad ajena a la organización. Además, el Secretario General no puede promover ninguna posición personal, ni interés de ningún grupo social o partidista; el rol del secretario general tiene que ser imparcial», acotó.
También indica que la Secretaría General debe asesorar, orientar a los Estados y ofrecer toda la información imparcial y técnica disponible para que los países tomen posiciones.
«En ese código quiero poner por escrito mi compromiso de no optar por la reelección en mi mandato; en el código quiero establecer que se debe tener un comportamiento ético para que no se haga uso de los recursos institucionales para fines personales», señaló.
Refrescar la agenda y atender asuntos de importancia
Espinosa resalta que espera realizar en la OEA una renovación total. «Busco hacer una renovación programática (…) Hay que refrescar la agenda (…) tenemos que volver al plan de acción de pueblos indígenas, ahí tenemos una gran deuda; tenemos la convención de las personas con discapacidad (…) el otro tema que es fundamental es el trabajo con inmigrantes y refugiados».
La diplomática ecuatoriana agrega: «No hay otra plataforma más adecuada (que la OEA) porque todos los países del hemisferio somos países de origen, tránsito o destino de la migración; hay que consolidar una agenda de trabajo para tratar este tema».
Además, propone necesario impulsar una agenda para la igualdad, con observatorio hemisférico que analice la participación política de las mujeres.
«Deberíamos evaluar la posibilidad de una ley generada por la OEA en contra de la violencia política a la mujer; otro tema es la igualdad económica y salarial y tenemos que impulsar una gran cruzada en contra de todas las formas de violencia y discriminación», comentó.
«Hay mucho trabajo que hacer, están las capacidades, pero se necesita un liderazgo político; espero ser la próxima secretaria de la OEA, porque sería la primera mujer en 71 años de historia de la organización«, agregó.
Espinosa fue nominada mediante una carta enviada por los gobiernos de Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas, países que calificaron a la ecuatoriana como una distinguida ciudadana de América.
«Estamos seguros de que María Fernanda Espinosa cumple con los más altos estándares de integridad personal y capacidad profesional», indicaron ambos gobiernos en la misiva.
Hugo de Zela, el candidato de Perú
Hugo de Zela es el actual embajador de Perú ante el Gobierno de Estados Unidos. Su posición con respecto a Venezuela no es muy distante a la de Almagro. De Zela considera que el Gobierno de Nicolás Maduro es una dictadura, reconoce a Juan Guaidó, fue el encargado de fundar y coordinar el Grupo de Lima para atacar al país suramericano, pero cree que la solución al conflicto venezolano no debe ser violento sino amparado en el diálogo.
El diplomático fue viceministro de Relaciones Exteriores (2018-2019), embajador en Argentina (1998-2002) y en Brasil (2006-1010), entre otros cargos.
Además, De Zela conoce muy bien la OEA por su dilatada carrera en el organismo hemisférico, primero entre 1984 y 1994, cuando llegó a ser jefe de gabinete del entonces secretario general, el brasileño João Clemente Baena Soares.
En 2010 fue representante permanente de Perú en la OEA, y en 2011 volvió a la jefatura de gabinete, en la que se mantuvo hasta 2015 mientras el chileno José Miguel Insulza era Secretario General.
De vencer Almagro o Espinosa, según De Zela, los países de la OEA seguirán polarizados y no habrá avances en la crisis venezolana. En cambio, asegura que si él gana, la OEA volverá a ser un «foro de diálogo», lo que facilitaría una solución.
De hecho asegura que «Almagro es más parte del problema que de la solución en Venezuela». Esto lo dijo recientemente en una entrevista con la agencia AFP, publicada el pasado 31 de enero.
En esa entrevista le preguntaron: ¿por qué Perú decidió llevar un candidato a la OEA?, a lo que respondió: «Perú quiere contribuir para que este continente, que está tan polarizado, vuelva a tener un lugar de encuentro donde los países miembros de la Organización puedan sentarse, discutir los problemas y tratar de encontrar soluciones en conjunto».
¿Cómo definiría usted su candidatura? «Esta candidatura no es contra nadie, es una candidatura a favor del diálogo, es una candidatura a favor de volver a trabajar en la OEA para los países miembros. Las otras dos candidaturas lamentablemente son una expresión de la polarización que existe en el continente, nosotros pretendemos dar a los países miembros una opción moderada, pero al mismo tiempo efectiva, de solución de los problemas».
«No hay que confundir el hecho de tener presencia en los medios con el hecho de ser efectivo. Para nosotros lo importante es ser efectivo y eso es lo que ofrecemos», agrega.
¿Perú lleva candidato porque está insatisfecho con la gestión de Almagro? «El problema con esa gestión es que se ha hecho parte de la polarización, es más parte del problema que de la solución. Nosotros creemos que la figura del secretario general tiene que tener unas características importantes: La primera de ellas es su capacidad de diálogo, en este momento eso lamentablemente no ocurre, no ocurre con todos los países, solamente con algunos. Nosotros pretendemos recuperar el papel de la Organización como foro de diálogo de todos los países».
¿Por qué a su país tampoco le gusta la otra candidata? «Porque tiene el mismo defecto que la candidatura anterior. Hay todo un sector de países que consideran a esa candidatura del otro extremo ideológico, y en consecuencia tampoco es posible poner en práctica lo que se ofrece, es decir, tener diálogo. Es una candidatura que ha sido inclusive atacada en su propio país».
¿Qué papel juega Estados Unidos en esta campaña? «Es un país de importancia fundamental en la Organización. Ellos decidieron hace ya un largo tiempo favorecer la candidatura de Almagro, pero lo que yo tengo en común con Estados Unidos es el hecho de promover los principios por los cuales se fundó la OEA, es decir, la vigencia absoluta de la democracia y de los derechos humanos», asegura de Zela.
¿Ha afectado la campaña en la OEA al Grupo de Lima, que Perú y usted personalmente articularon? «No, yo diría que no, porque el Grupo de Lima está dedicado exclusivamente al tema de Venezuela y en eso sigue funcionando sin problemas. Entonces el Grupo de Lima no está tratando el tema de las candidaturas, ese es un tema que ha quedado fuera».
¿No teme que Venezuela acapare el debate electoral en la OEA? «El tema de la crisis democrática que vive Venezuela es un tema fundamental y lo que falta para resolverlo es hacer un poco más de diplomacia, no buscar tanto los titulares, sino buscar un acercamiento efectivo para comprender a fondo el problema y encontrar una solución sobre la base de puntos comunes. Todos los países tienen que participar en este esfuerzo, hoy no está ocurriendo eso».
¿En qué han fallado la OEA y el Grupo de Lima que no han podido resolver la crisis en Venezuela? «El Grupo de Lima se crea porque los esfuerzos que se hicieron en su momento en Celac, en Unasur y en la OEA no fructificaron. Se hizo este esfuerzo del Grupo de Lima fundamentalmente, y eso hay que recordarlo, para que haya una solución venezolana, una solución dialogada y que excluya el uso de la fuerza».
«Tal vez tengamos que afinar ese proceso, en este momento hay una discusión interna en el Grupo de Lima precisamente para recobrar efectividad y yo tengo la confianza de que eso se va a lograr».
¿A qué candidato apoyará Perú si usted queda eliminado en la primera votación? «Ah, Perú no se pone en ese supuesto porque sabe que va a ganar».
Almagro, la pugna por el diálogo y el control de EE. UU.
Sobre el porvenir de la OEA, el sociólogo colombiano Javier Calderón, integrante del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), considera que la elección del nuevo Secretario General determinará si en América Latina predominan las posturas más dialoguistas o las más apegadas a los intereses de EE. UU.
Entrevistado por Sputnik, Calderón sostiene que «puede variar mucho la gestión de la OEA en función de quién gane esta candidatura (…) pues existe una riña entre posiciones más dialoguistas y las que siguen los mandatos de EE. UU. en la región»
«Esta elección es relevante y puede empezar a medir o generar un termómetro de cómo está la disputa política en América Latina», añade Calderón.
Según Calderón, quien también es investigador de la Universidad de Buenos Aires, Almagro propone mantener la concreción de las políticas de EE. UU. en la región, especialmente el papel «activo» contra el actual Gobierno de Venezuela, mientras los otros candidatos plantean visiones más «equilibradas y dialoguistas».
«En el caso de Espinosa propone una agenda bastante en la otra orilla, más desde el progresismo en América Latina. Por su parte, Perú propone a De Zela desde una actitud bastante peculiar, porque se presenta como una opción a la polaridad entre Espinosa y Almagro», dijo.
El presidente peruano, Martín Vizcarra, introdujo la postulación de De Zela el 27 de noviembre pasado, buscando «contribuir al fortalecimiento de la Organización como una instancia de diálogo, generadora de consensos, y que contribuya a encontrar soluciones efectivas a los principales conflictos que aquejan al hemisferio», indicó en su momento.
En el caso de Almagro, quien asumió su cargo en 2015 tras desempeñarse como Canciller de Uruguay en el Gobierno de José Mujica (2010-2015), es un personaje que se ha convertido más en un actor político opositor al Gobierno de Venezuela que en un Secretario General que busque soluciones efectivas.
Tan radical ha sido la postura de Almagro, llegando a términos viscerales, que el partido gobernante de Uruguay, el Frente Amplio al cual él pertenece, se distanció de sus declaraciones y sostuvo una polémica pública con el diplomático que concluyó con su expulsión de ese partido, el 15 de diciembre de 2018.
El 26 de abril siguiente el entonces canciller, Rodolfo Nin Novoa, afirmó que Almagro «defraudó» al Gobierno uruguayo en su abordaje de la crisis venezolana.
Al respecto, Calderón sostiene que la gestión del uruguayo fue «bastante particular, agresiva y contradictoria con algunos países», porque por un lado ataca algunos Estados, lo que «es bastante criticable» desde el punto de vista de la institución que representa, pero por otro es «dialoguista y consecuente» respecto de otras situaciones.
«Uno puede decir que en la OEA hay un doble rasero respecto al seguimiento de los procesos democráticos en América Latina. Uo ve lo que ocurre en Honduras, con un posible fraude electoral, que mantuvo a la población durante semanas en las calles y ve su comportamiento en Bolivia y es completamente opuesto», agregó.
Pero, a pesar del radicalismo de Almagro, sostiene Calderón, pareciera que el actual Secretario tiene ventaja sobre sus adversarios, pues cuenta con el respaldo estadounidense y se mantiene cerca de los diplomáticos de los demás Estados miembros que conoce desde hace años.
Además, un voto que podría ser definitorio en la competencia por la secretaría sería el que en términos legales no debería contar, el de Venezuela, que de aceptarse no sería en realidad del país sino de Juan Guaidó.
«Las otras dos candidaturas tienen menos reconocimiento en general, pero generan cada una algunas simpatías y posibilidades que podrían convertirse en alguna fuerza», agregó.
En el caso de Espinosa, sería la primera mujer secretaria general, lo que le da una «potencialidad importante», ya que la OEA ha sido una institución encabezada por hombres.
«Además, podría representar a algunos países chicos que no se sienten incluidos en los debates de la OEA, que critican el posicionamiento de EEUU», agregó.
En el caso de Hugo de Zela, Calderón afirma que «podría convertirse en un candidato de equilibrio, otra opción interesante si se plantea así ante los países que no siguen a Colombia y a Estados Unidos. Sin embargo, creo que Almagro arranca con ventaja porque lleva bastantes meses haciendo campaña».
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