Un documento confidencial obtenido en exclusiva por El Ciudadano revela que el servicio de inteligencia israelí ordenó espiar ilegalmente a funcionarios iraníes en Chile, contando para ello con la asistencia del ex director de la PDI, Nelson Mery. Quien dio curso al apremiante requerimiento extranjero fue el ex agente de la DINA, Daniel Cancino Varas, actualmente prófugo de la justicia por su responsabilidad en el secuestro del mirista Carlos Guerrero Gutiérrez.
La nota de carácter secreto, que este diario da a conocer por primera vez, data de 1993 y contiene la firma del entonces jefe de seguridad de la embajada de Israel, Amir Oren, informante del Mossad que en nuestro país operaba con la cédula de identidad Nº 14.669.672-4, registrando domicilio en un departamento de Las Condes ubicado en calle Badajoz.
“En fecha 15 de febrero de 1993 llegará a Chile el ministro del Exterior iraní. Se me transmitió pedirles que durante la visita del mismo, es importante tratar de seguir sus movimientos y los de su comitiva para luego informar al respecto”, escribió el operador judío en una misiva dirigida atentamente al mandamás de Investigaciones de la época.
La solicitud fue derivada en forma expedita a la Brigada Investigadora de Organizaciones Criminales “Bulnes”, organismo autónomo creado por el general Horacio Toro, que luego de una serie de conflictos internos en la investigación por el homicidio del senador derechista Jaime Guzmán – suscitados por la insistencia de Nelson Mery en atribuir culpabilidad a un delincuente común con peritajes realizados en un laboratorio privado – había pasado a depender directamente de la Jefatura de Inteligencia Policial, a esa fecha comandada por un sujeto al que apodaban “El Rucio Bonito” y que no ocultaba su adicción por la música de Isabel Pantoja y los cigarrillos Lucky Strike.
Era claro que al prefecto en retiro de Investigaciones, Daniel Cancino Varas, cómplice de las atrocidades cometidas por el brigadier Miguel Krassnoff, le apestaba la publicidad. En una entrevista que concedió a la periodista Alejandra Matus en abril de 1996, el ex integrante de la Brigada Halcón de Villa Grimaldi llegó a acusar al comisario Jorge Barraza, jefe de la BIOC, de violar su identidad secreta. “Cuando se cumplen labores de inteligencia tanto la unidad como su personal deben ser extremadamente discretos y, en lo posible, mantenerse en el anonimato”, declaró en conversación con La Tercera.
Quizás fue esa la razón por la que Cancino omitió colocar su nombre al firmar el documento de la PDI que oficializó el espionaje israelí de 1993. “Dar cumplimiento a lo solicitado al señor Director General”, indicó escuetamente el ex agente de la DINA en la Providencia Nº 115 con membrete ‘Reservado’ (ver imagen). La BIOC, sin embargo, se negó a monitorear las actividades del canciller.
Si bien el tiempo ha pasado, y Amir Oren, el espía del Mossad que durante los años 70 sirvió también de nexo entre lobistas del Congreso de EEUU y la embajada de Israel en Washington, integra ahora el equipo editorial del periódico ‘Haaretz’ como columnista “experto en seguridad”, una funcionaria emparentada con él, de nombre Dinorah Benaderet, cumple un papel similar en la Agregaduría de Defensa de la legación diplomática israelí en Chile.
Un ex funcionario de Investigaciones que trabajó fiscalizando el acceso de pasajeros en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez, ratifica la penetración del Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales hebreo, más conocido como el Mossad, en la jefatura de la policía civil. “Una vez detuve a un pasajero que se presentó ante mí como latino, pero hablaba cinco idiomas y portaba una infinidad de pasaportes con la misma fotografía. Me pidió que por favor lo dejara hacer una llamada. Vinieron a buscarlo del consulado israelí y tuve que soltarlo”, declaró a este diario.
En 2011, un cable de Wikileaks reveló que el agregado militar israelí en Chile, coronel Yoeli Or, informaba a la embajada de Estados Unidos – y ésta a su vez al Departamento de Estado – sobre la colaboración que existía entre la PDI y el Estado de Israel para espiar a diplomáticos iraníes. Con fecha 21 de julio de 2008, la misión estadounidense dejó constancia de que Or trabajaba “con la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) y ‘otras agencias’ (presumiblemente la Agencia de Inteligencia de Chile, ANI), compartiendo información y proveyendo capacitación”.
Según declararon fuentes de inteligencia a este medio, las relaciones entre la PDI y el Mossad comenzaron a estrecharse cuando Nelson Mery, un declarado masón que profesa la religión judía, se encontraba a la cabeza de la institución. Sería el propio Mery quien daría luces de lo anterior, fruto de un complicado desliz comunicacional a pocas horas de ocurrido el atentado a la mutual israelita-argentina de la AMIA, en julio de 1994.
El ex número uno de Investigaciones afirmó, anticipando posibles ataques en Chile, que “desde hace unos 25 días se sabía de esa posibilidad (el atentado en Argentina), cuya inminencia la dieron a conocer los organismos de inteligencia de Israel a las entidades homólogas de Sudamérica”.
Los comentarios provocaron molestia dentro del gobierno, el que en voz del subsecretario del Interior, Belisario Velasco, y del canciller Carlos Figueroa, debió salir a desmentir las afirmaciones del jefe policial. “Si la hubiese sabido (la información) se la habría transmitido al canciller argentino y a todos los cancilleres de los demás países de la región”, expresó éste último, dejando en mal pie a quien parecía tener una relación privilegiada con el Mossad.
El nexo radica, afirman algunos, en la amistad de Nelson Mery con el sobreviviente del Holocausto y partidario de Augusto Pinochet, David Feuerstein, ambos colaboradores de la organización de raíces masónicas B’nai B’rith, la que se define como una entidad defensora de los derechos humanos. De acuerdo al ex katsa del Mossad, Victor Ostrovsky, B’nai B’rith sirve el propósito de reclutar ‘sayanims’ o colaboradores judíos para la actividad de inteligencia del Mossad en todo el mundo.
Según reveló hace algunas semanas el ex técnico del banco HSBC, Hervé Falciani, el monto más alto en la lista de potenciales evasores de impuestos relacionados con Chile pertenece a Susette Feuerstein, hija de David. Susette aparece ligada a cuentas que entre 2006 y 2007 tuvieron un saldo máximo de 83 millones de dólares. El propio David, que a su llegada a Chile fue investigado por eventuales negocios ilícitos de contrabando en la década de 1950, registra 6,2 millones de dólares vinculados a una sociedad domiciliada en las Islas Vírgenes Británicas.
*Este reportaje fue publicado en la Edición Nº 162 del diario El Ciudadano.