Por Geraldina Colotti / Semanario @CuatroFWeb
Al momento de escribir este artículo, está en marcha el primer día de la reunión virtual de ministros de defensa de la OTAN, durante el cual se discutió el tema de la «presencia de las fuerzas estadounidenses en Europa» después del anuncio de Donald Trump de que quería reducir en más de 25 % la presencia de tropas estacionadas en Alemania.
La noticia fue lanzada el 5 de junio por el Wall Street Journal y se difundió internacionalmente, causando discusiones y aclaraciones, en un contexto de tensiones diplomáticas entre la administración norteamericana y la alemana. Ahora, el anuncio es confirmado por el secretario de Defensa, Mark Thomas Esper: 9.500 tropas serán retiradas en septiembre, dejando en el país europeo, el más importante en la Eurozona, 25.000 soldados.
El secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, ya había anticipado que la decisión se refería al marco de los acuerdos bilaterales y no debe confundirse con el compromiso militar en la OTAN, que de hecho podría incrementarse, como está sucediendo realmente. La posible reducción de tropas, cuyos términos se especificarán en una reunión bilateral, se compensará con un fortalecimiento de la presencia militar en Polonia.
De hecho, la Casa Blanca anunció que la próxima semana, a pesar de la pandemia, recibiría al presidente polaco. Por otro lado, horas después de la publicación de la noticia, comenzaron las maniobras de Baltops 2020, los ejercicios navales más importantes en el Mar Báltico que vieron, hasta el 16 de junio, la presencia de fuerzas aéreas y navales de 19 países de la OTAN.
En cualquier caso, señaló Stoltenberg, la presencia militar de Estados Unidos y Canadá en los países europeos «toma diversas formas», especialmente en los Estados bálticos y España, donde se encuentra la base de Rota. Una presencia que no se limita, por lo tanto, solo a Alemania, donde se han instalado tropas estadounidenses desde el final de la Segunda Guerra Mundial: inicialmente, estaban allí para evitar un nuevo inicio del nazismo, luego cumplieron la tarea como fuerzas antisoviéticas, dentro de la «guerra contra el comunismo» del siglo pasado.
Que el número de soldados estadounidenses en Alemania disminuyan de 34.500 a 25.000, es poca cosa, dada la presencia de Estados Unidos en toda Europa, y particularmente en Alemania e Italia. La industria de la guerra es un elemento estructural y dominante en todos los países capitalistas, y no conoce crisis.
El propósito de este anuncio, es presionar al principal país de la eurozona para que acceda a nuevos acuerdos comerciales de venta de armas a Europa, como Patriot E SAMP/T, aviones de combate de quinta generación, y lograr que estos gastos, que aumentan considerablemente cada año, se sigan incrementando en la pospandemia.
El gasto militar relacionado con la OTAN también concierne egresos para «seguridad interna», por la sociedad de control que promete una mayor aceleración frente a una crisis económica de proporciones gigantescas, que pesa sobre los sectores populares, empujándolos a luchar. Como motor global del complejo militar-industrial, la OTAN está lejos de ser una empresa pasiva para los Estados Unidos.
Alemania es el principal contribuyente. Italia lo sigue. Este año, a pesar del desastre generado por el coronavirus, la compra de armas y la reducción de camas, Italia presupuestará unos 26,3 millardos en gastos militares, un millardo y medio más que el pasado año.
Además de los F-35, que costaron 15 millardos de euros, la Marina invirtió 1,3 millardos de euros en dos submarinos, construidos por Fincantieri, ganador de la licitación de fragatas destinadas a la Marina de los EE. UU. Y luego están los siete millardos de euros asignados por el Ministerio de Defensa para la construcción de otros armamentos bajo una ley específica, y luego otros 1,3 millardos de euros por año para las 36 misiones militares en el extranjero.
Se estima que son más de 100 las bases relevantes norteamericanas en Italia, sin mencionar las bases secretas. La economía de regiones enteras está determinada por la presencia de bases militares y polígonos, que causan daños a las personas y al medio ambiente también por el uso de sustancias tóxicas utilizadas en experimentos militares.
Toda la red está, directa o indirectamente, subordinada al Pentágono, ya que está organizada dentro del «Área de Responsabilidad» del Comando Europeo de los Estados Unidos, dirigida por un general norteamericano que es, al mismo tiempo, el Comandante Supremo Aliado en Europa. Es una de las seis estructuras unificadas con las que Estados Unidos controla territorios en la mayor parte del mundo.
Según investigaciones confiables, hay alrededor de cincuenta ojivas nucleares en Italia.
«Nuestra posición es sólida, en el pacto Atlántico, en la OTAN y con nuestros socios históricos», dijo la senadora del Movimiento 5 Estrellas (M5S) Paola Taverna sobre las noticias falsas de la supuesta financiación de Chávez para el M5S. Posiciones que son cualquier cosa menos «anticapitalistas», y constituyen una prueba más de las mentiras orquestadas contra la revolución bolivariana, de las que hablamos en estas páginas.
Tensión en el ambiente político
La noticia de la retirada de las tropas de Alemania se difundió en una atmósfera tensa, después de que la canciller alemana, Angela Merkel, se negara a viajar a Estados Unidos para asistir a la reunión del G7 pautada, originalmente, para final de junio. La reunión tuvo una preparación tormentosa, en medio de la pandemia de coronavirus. El Secretario de Estado Mike Pompeo había presionado para que se aprobara la definición de «Virus Wuhan», sin llegar a un consenso.
Por lo tanto, se pensó que Trump había perdido interés en la reunión pero, a principios de junio, relanzó la cumbre, evidentemente para difundir el mensaje de que la crisis del coronavirus había terminado y que Estados Unidos podía revivir la economía internacional. Excepto que, en ese momento, Merkel rechazó oficialmente la invitación por razones de salud, pero dejando filtrar que no tenía interés en asistir a una reunión improvisada para darle valor a Trump que, anteriormente, no había mostrado un respeto particular por la vieja Europa, al suspender vuelos de estados europeos sin previo aviso, intentar comprar una compañía alemana próxima a producir una vacuna contra el Covid-19 y luego maltratando a la OTAN.
Por lo tanto, Trump anunció de inmediato que tenía la intención de hacer uso de la prerrogativa permitida al país organizador para invitar a Rusia, Australia, Corea del Sur e India y pospuso la cumbre, que tendrá lugar en Camp David y no en su National Doral Golf Club como inicialmente anunció, y en septiembre Trump les dijo a los reporteros de la Casa Blanca: «Los alemanes son delincuentes, han sido delincuentes durante años, le deben miles de millones a la OTAN y pueden pagarlos».
Una declaración que Stoltenberg ha evitado comentar. Sin embargo, se acordó con Trump que los países europeos de la Alianza Atlántica deben respetar el compromiso de apoyar un gasto militar equivalente al 2% de su PIB para 2024. Y si 8 de ellos han cumplido el acuerdo, muchos todavía están lejos del objetivo. Un compromiso adquirido en 2014, antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Trump ya había agitado el tema en su campaña electoral, en 2016, y luego lo abordó en varias ocasiones, a pesar de las opiniones contrarias encontradas tanto en el campo de los demócratas como en el de los republicanos a los que él pertenece. Inmediatamente después del asesinato del general iraní Qasem Soleimani, Trump propuso extender la OTAN al Medio Oriente, nuevamente para amortizar los costos.
Mientras tanto, en los países proatlánticos, los periodistas se han apresurado a explicar que todos aquellos estados en los que la OTAN desempeña un papel predominante, especialmente los estados bálticos, consideran que una desinversión de Estados Unidos en la Alianza Atlántica produciría un «escenario tripolar«. Con una Europa fuerte pero militarmente debilitada, Estados Unidos más aislado y Rusia claramente por delante.
El rol de Rusia
Rusia también estuvo en el centro de la conferencia virtual de la Alianza Atlántica: «Hoy nos dirigimos al gran y creciente arsenal ruso de misiles de propulsión nuclear y sus implicaciones para la seguridad de la OTAN«, dijo Stoltenberg al final del primer día de la reunión virtual. «El comportamiento de Rusia es desestabilizador y peligroso», agregó al anunciar «el fortalecimiento de nuestra defensa aérea y antimisiles integrada»; pero afirmó que «no se desplegarán nuevos misiles nucleares terrestres en Europa».
Y el 6 de julio, tendrá lugar una conferencia de países participantes del Tratado de Cielos Abiertos, dedicada a las intenciones de Estados Unidos de abandonar el acuerdo: el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, lo comunicó. El 21 de mayo, Trump anunció la retirada de Estados Unidos del pacto, que se espera tenga lugar en noviembre.
Washington acusa a Moscú de violar el acuerdo firmado en 1992 y en vigor desde 2002, que permite a los 34 estados signatarios, incluidos Estados Unidos y Rusia, realizar vuelos de observación en el territorio de otros países para obtener imágenes aéreas de equipos y estructuras militares y asegurarse de que no haya ataques en preparación.
Sería el tercer tratado abandonado por Trump después del de la energía nuclear iraní (2018) y después del de misiles terrestres de mediano alcance, abandonado en 2019. La diplomacia de la OTAN está tratando de hacer retroceder a Trump, aún más después de las amenazas de abandonar incluso la Alianza Atlántica, a cuyos gastos militares los Estados Unidos contribuyen con el 70%.
De hecho, en los 71 años de existencia de la OTAN, Trump es el primer presidente de EE. UU. que no califica como líder fuerte de la Alianza Atlántica, y esto no agrada a los altos círculos militares. Incluso si quisiera hacer un seguimiento de sus declaraciones belicosas, colocarse en la incómoda posición de traicionar a sus aliados y contradecir a la mayoría de la opinión pública norteamericana, para abandonar la OTAN todavía tendría que contar con el consentimiento del Congreso, compuesto por el Senado y la Cámara de Representantes.
Lo más probable es que, unos meses antes de las elecciones presidenciales, intente obtener algunos resultados: al presionar las teclas que le hicieron ganar las primeras elecciones, entre declaraciones rimbombantes y beligerantes, y promesas de poner a «Estados Unidos primero», y tal vez buscando consenso entre aquellos que no aceptan las misiones en el extranjero.
La gestión del coronavirus también ha creado un descontento indudable en las Fuerzas Armadas, especialmente en la Marina, como lo muestra la historia del portaaviones Theodore Roosevelt, que permaneció en cuarentena durante dos meses, y cuyo capitán Brett Crozier fue destituido por tratar de proteger a los marineros del Covid-19.
Estados Unidos es un país que permite que locos con la billetera hinchada se conviertan en presidentes, pero luego el aparato se protege a sí mismo cuando ve grandes intereses consolidados en peligro. La credibilidad de Trump no solo se ve desafiada por las protestas después del asesinato de George Floyd, sino también en los niveles superiores del establishmet.
Jeffrey Gordon, portavoz del Pentágono de 2005 a 2009 y considerado uno de los pocos que conoce la dinámica dentro del Gobierno de Estados Unidos, habló de las tensiones que estallaron en la esfera de la seguridad. Cree posible que «los altos rangos del Pentágono, como el Secretario Esper, pudieran ser despedidos o renunciar», y que Trump «nunca recortará fondos para la seguridad interna».
Mientras tanto, nueve meses después de su despido, el ex asesor de seguridad nacional, John Bolton, ha publicado un libro titulado “The Room Where it Happened: A White House Memoir”, cuyos anticipaciones ya han causado un terremoto. El retrato emergente de Trump es despiadado: ignorante, falso y dispuesto a hacer cualquier cosa para ganar las elecciones. También dispuesto a prometer al presidente chino ventajas económicas a cambio de apoyo electoral.
Bolton afirma que Trump llegó a un paso de romper el tratado con la OTAN. En cuanto a Venezuela, Trump lo considera un protectorado que sería «cool» someter. «Es una demostración de lo que hemos pasado y de lo que debemos enfrentar», comentaron tanto el presidente Nicolás Maduro como Diosdado Cabello. Trump calificó a su ex asesor como un «viejo belicista».
De Estados Unidos a Europa, una lucha entre tiburones por el mismo bocado: la libertad de los pueblos de las armas del capital.