Huelga en las refinerías, escasez de combustibles, aumento considerable del costo de vida, régimen de guerra, marcha de izquierda y, esta semana, una huelga «generalizada». Todo un coctel que demuestra el hondo malestar social que desde hace días calienta la política y abre un nuevo flanco de protestas, no solo en Francia, sino, posiblemente, en toda Europa.
Con una economía de pronóstico reservado y una inestabilidad política en el continente que ha llevado al inédito triunfo de la extrema derecha en Italia, así como a la renuncia de Liz Truss como primera ministra del Reino Unido, a pocas semanas de formar gobierno, Enmanuel Macron también sufre en carne propia las consecuencias políticas del conflicto ucraniano.
El destino final de esa convulsión es una interrogante que se hace el mundo y que pocos saben responder, explica el sociólogo Ociel Alí López en un artículo de opinión para RT.
Huelga en refinerías y plantas nucleares de Francia
Varias refinerías y plantas nucleares han estado en huelga las últimas semanas. Las acciones que afectan a la empresa ExxonMobil comenzaron desde el 20 de septiembre y las de TotalEnergies, desde el 27.
En el sector nuclear, ED, la principal empresa francesa de servicios eléctricos ha tenido dificultades para reiniciar varios reactores, debido al mismo pleito laboral centrado en el aumento de los salarios.
Esto ha provocado las colas inmensas de carros para la surtir gasolina, que hemos presenciado por medio de videos virales, así como la sorprendente escasez en muchas estaciones de combustible.
Uno de los principales argumentos de los huelguistas para justificar su convocatoria es el aumento desproporcionado de las ganancias de las compañías petroleras y sus altos cargos durante la crisis energética, por lo que piden aplicarles un impuesto especial.
En medio de esta situación caótica, la manifestación del pasado domingo, previa a la huelga, logró el cometido de la izquierda de retomar las calles, así como demostrar poder de movilización y unidad en torno al liderazgo de Jean-Luc Mélenchon, quien la consideró «exitosa».
Se preparaba así el terreno para una huelga que los organizadores calificaron de «generalizada» para no darle el valor terminante que confiere el significante «huelga general».
Huelga «generalizada»
El martes tuvo lugar la huelga convocada por sindicatos y movimientos de izquierda, como Francia Insumisa. Es la primera de su tipo en este nuevo ciclo de protestas. La acción, cuya demanda principal se centra en el aumento de salarios, se cumplió en varios sectores neurálgicos como el petrolero, el transportista y el nuclear, entre otros, y demostró que la articulación entre diversos segmentos sociales puede ir más allá que las marchas y las protestas al estilo «chalecos amarillos», movimiento que colapsó el país hace cuatro años y que irrumpió en la escena también en otoño.
El plus, la diferencia con aquel momento, si se quiere, es que las izquierdas se han unido políticamente y lograron en las recientes legislativas romperle la mayoría a Macron, lo que avecina un pleito próximo para la aprobación del presupuesto nacional.
La diferencia, si se quiere, es que ahora las izquierdas se han unido políticamente y lograron en las recientes legislativas romperle la mayoría a Macron, lo que avecina un pleito próximo para la aprobación del presupuesto nacional.
Aunque el presidente tiene apenas medio año de haber ganado de manera amplia en las presidenciales, la situación social se agrava rápidamente y la izquierda demuestra estar preparada para recoger el repudio ciudadano, ante las nocivas circunstancias que apremian a amplios sectores de la población.
Claro, para cobrar, la izquierda deberá tener paciencia y establecer estrategias a largo plazo, mientras está obligada a retomar los bastiones históricos que la extrema derecha le ha robado.
Muy probablemente el conflicto crecerá en medio de una Europa desestabilizada.
La situación en Europa
Esta respuesta francesa a la crisis aúpa el «populismo de izquierdas», liderado por Mélenchon, que abre las posibilidades de salida a la crisis desde una perspectiva contraria a lo que sucedió recientemente en Italia, con el triunfo de Meloni y también, como podría esperarse, en la propia Francia, debido al avance de la también derechista extrema Marine Le Pen, quien en las presidenciales logró llegar a la segunda vuelta y que ha territorializado espacios populares que eran tradicionalmente de izquierda.
El auge de las movilizaciones de izquierda contra el liberalismo de Macron es también una contención contra el crecimiento de la derecha radical.
Tanto el resultado electoral en Italia como las movilizaciones en Francia dan cuenta de que Europa está buscando salidas a la crisis que no pasan por la racionalidad liberal que el establecimiento está dispuesto a permitir, y que, si las condiciones se mantienen, permitirán el surgimiento de fórmulas populistas, extremistas o alternativas.
El auge de las movilizaciones de izquierda contra el liberalismo de Macron es también una contención contra el crecimiento de la derecha radical.
En todo caso, la renuncia de Liz Truss en Reino Unido hace ver al continente todo que las salidas de radicalización del liberalismo no van a conducir a una mayor estabilidad, por lo que los populismos, de izquierda y derecha, pueden estarse abriendo paso, lo que sería un dolor de cabeza para el ‘statu quo’.
Estas movilizaciones y paros convocados por la izquierda más radical, en medio de la explosiva situación, pueden engendrar un otoño caliente que traiga réplicas en otras partes de Europa.
La crisis en torno al combustible ha llevado al ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, a criticar abiertamente a EE.UU. por el precio en que ese país vende el gas natural, una incomodidad que comienza a manifestarse a varios niveles y no solo en los huelguistas.
«No podemos aceptar que nuestro socio estadounidense venda el GNL (gas natural licuado) cuatro veces más caro que el precio al que se lo vende a sus industrias», reclamaba Le Maire hace algunos días.
El recorte de producción de petróleo que dictaminó la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a comienzos de octubre afecta a Europa de manera privilegiada y, de aquí en adelante, será un asunto determinante para que el euro siga perdiendo peso con relación al dólar.
Francia corre el peligro de «latinoamericanizarse», y estas huelgas, conflictos y disturbios que se han vivido los últimos días acentúan la tendencia no solo de desestabilización macroeconómica, sino de movilización producto del malestar social que se está generando desde hace años, pero que Macron ha sabido surfear con cierta holgura.
El gran problema del mandatario francés que la situación actual no es la misma que cuando ocurrió su reelección, en aquel lejano mes de abril, cuando los efectos del conflicto en Ucrania aún no hacían los estragos que ya se están sintiendo en otoño, y que pueden acentuarse durante el cercano el invierno.
El mundo no sabe hacia dónde va Francia, pero la tendencia es peligrosa.
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