“El medio es el mensaje”, afirmó el filósofo y teórico canadiense Marshall McLuhan, para resumir que “la forma en que adquirimos la información nos afecta más que la información en sí misma”. Este concepto es 100 % aplicable al cine y su enorme maquinaria publicitaria y propagandística, y permite explicar cómo en plena pandemia mundial la gente disfruta y ansía ver películas sobre virus, epidemias y catástrofes biológicas.
En medio del aislamiento colectivo, las estadounidenses “Contagio” (2011), “Epidemia” (1995) y la surcoreana “Virus” (2013) se han convertido en tres de las películas más vistas en las diferentes plataformas audiovisuales que ofrecen cine en casa. ¿Qué motiva esta reacción social? Quizás el hecho de que muchos cineastas tienden a ver el pánico como una respuesta social inevitable y se aprovechan de ello. Alfred Hitchcock lo explicó mejor en su momento en esta entrevista:
En la actualidad, cuando el COVID-19 acecha a la humanidad, “la debilidad psicológica de la sociedad juega un papel fundamental, y presionada ante una situación que causa ansiedad y estrés tiende a buscar más información sobre la causa de su inestabilidad emocional”, explicó Galvarino Riveros, sociólogo de la Universidad Central de Venezuela, en entrevista exclusiva.
“Los escenarios que vivimos siempre necesitan de una preparación del imaginario colectivo. El cine y los medios sirven, y han servido, para que al momento de que ocurran cambios y transformaciones, ya la sociedad naturalice ese proceso. En otras palabras, el cine nos prepara la mente para aceptar lo que quieren implementar los gobiernos, corporaciones y cúpulas religiosas que manejan la industria”, expuso Riveros.
A ello se pueden agregar palabras del neurocientífico Mariano Sigman, quien en entrevista concedida a El País destacó que “el cine es como una vacuna emocional, te expones al miedo o a otras emociones en pequeñas dosis atenuadas para ganar resiliencia. Es como un entrenamiento sentimental en bajas dosis (…) Te expones voluntariamente y te imaginas los peores escenarios como en las pesadillas, que son un simulacro en el que te preparas cognitivamente para la adversidad”.
El cine de pandemia
La última pandemia de grandes proporciones fue la gripe de Hong Kong (1968–1970), con un saldo superior al millón de fallecidos. Considerando que el continente con la edad promedio más alta es Europa, con 42 años (según estudio de Visual Capitalist), no es osado afirmar que buena parte de la población mundial desconoce cómo vivir en cuarentena. Entonces, deciden acudir al cine, un arte que incorpora realidades, fantasías, sueños e ideas que circulan en la sociedad y las transforma en una narración audiovisual.
Es así como las películas sobre virus, en medio de una ignorancia consciente, sirven como “experiencia”, “lección de vida” o una especie de “catarsis emocional” para reír, llorar, gritar y hasta aplaudir a personajes ficticios que el espectador siente cercanos, aunque “convivió” con ellos o los “conoce” desde hace apenas una hora.
En entrevista exclusiva, William Castillo, periodista y experto en comunicación política, señaló: “¿Por qué la gente ve tantas películas de acción y de guerra? Porque desde hace décadas vivimos en una sociedad en guerra. El cine reacciona como industria cultural ante los fenómenos sociales y la gente reacciona consumiendo esos productos que terminan siendo parte del imaginario y de la realidad de los pueblos”.
Prosiguió Castillo, “es lógico que ante una situación de tragedia sanitaria y una pandemia tan agresiva y sorpresiva, que genera muchos temores colectivos, la gente busque referentes cinematográficos, que bien los ayude a entender qué está pasando o que proyecten sus propios miedos e incertidumbres”.
“No creo que sea un morbo de la gente por verse reflejados en su tragedia, creo más bien que hay una gran incertidumbre y desinformación, una gran necesidad de saber”, precisó Castillo.
Por su parte, Marycleen Stelling, socióloga y profesora universitaria, coincide y afirma que en tiempos de incertidumbre, de miedo de cara al presente y al futuro, la gente procura información, así sea cinematográfica.
“La nueva normalidad recreada en el cine se torna en una suerte de referencia ante lo desconocido. Otros dirán que es por morbo que se acude a ese tipo de películas. No lo creo. Es más bien una forma para, desde un presente incierto, asomarnos a un futuro cinematográfico”, aseveró en una entrevista exclusiva.
¿Ficción o realidad?
El detalle, o tal vez problema, está en cuántos elementos ficticios se involucran en la trama de la película, cuánto de lo que vemos y oímos en pantalla es verdaderamente adaptable a la realidad. ¿Las reacciones de los protagonistas, de los gobiernos y hasta de los mismos virus se ajustan al mundo real? Y acá lo “políticamente correcto” entra en juego, para decidir quiénes actúan bien o mal ante la emergencia.
Al respecto, José Egido, doctor en sociología para la Universidad de Marsella, en entrevista exclusiva, recordó que “por definición el cine es una recreación de la realidad que, según el objetivo de la película, se puede acercar o alejar de esa realidad que plantea”.
“Tenemos un cine de propaganda que busca presentar de la mejor manera a un grupo de actores (o personajes) determinados; un cine educativo que busca elevar la conciencia de lo que es pedagógicamente legítimo y necesario; y un cine de entretenimiento cuyo negocio es ganar dinero, y a este último la realidad no le interesa”, precisó.
Entonces, la industria del entretenimiento se aprovecha de este tipo de situaciones, y tiene dos estrategias para hacerlo. La primera es produciendo películas sobre el hecho en cuestión, como en 2011 cuando filmaron Contagio, justo dos años después de la crisis sanitaria provocada por la expansión de la gripe H1N1.
“Pero no solo hacen cine de ficción, también documental. Un ejemplo es el seriado ‘Pandemia’, que aborda la supuesta búsqueda de una vacuna y es financiado por Bill Gates. Cuando uno ve la serie, aparte de algunos argumentos científicos, parece una campaña de publicidad de Bill Gates para hacer creer que será el salvador de la humanidad porque encontrará una vacuna”, acotó William Castillo.
La segunda estrategia es rescatando producciones viejas, como la misma Contagio, Epidemia o Virus, y acá es donde ganan relevancia las plataformas digitales, porque colocan estos filmes entre sus principales recomendaciones para aprovecharse de la ávida búsqueda de información de la sociedad.
Galvarino Riveros lo describió así: “Espacios como Netflix condicionan el qué leer, qué información buscar y hasta qué película debe ver el mundo. Esto genera un condicionamiento social que limita a las personas, porque otro le construye su quehacer, le ‘obliga’ a ver lo que ‘está de moda’, y le establece una acción que debe imitar o repetir” para no ser víctima de una especie de ignorancia supina.
Mitos y realidades sobre estas películas
Una investigación publicada en diciembre de 2019 en la web de los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos advirtió de la influencia engañosa que estas películas pueden tener en la respuesta de la sociedad. “El cine nos hace creer que en estas crisis la gente tiene una reacción inmoral y egoísta, y que los gobiernos responden con medidas brutales, injustas y violentas”, aunque no sea así.
En las películas, las naciones con Gobiernos comunistas o de izquierda son presentadas como los villanos y hasta emplean argumentos para convertir su aseveración en un hecho científico, mientras que los grandes sistemas neoliberales son los únicos preparados para sacrificarse y salvar a la humanidad.
De la ficción a la realidad, William Castillo explicó que con el COVID-19 ha quedado claro que no existe una respuesta de mercado o de los sistemas privados y neoliberales para erradicar la pandemia, un planteamiento común en películas como ‘Contagio’.
“Hoy todo el mundo clama por la intervención del Estado, por fortalecer los sistemas públicos de salud y por medidas sociales de cuarentena. Se ha comprobado que es la respuesta adecuada para detener la cadena de contagio, porque así lo ha logrado China, Vietnam, países del sureste asiático y hasta Venezuela y Cuba”, subrayó.
Por otro lado, ante el COVID-19, los acostumbrados héroes cinematográficos han elegido defender la economía y la libertad de movilidad por encima del bienestar social, al punto de hacerse de oídos sordos ante las advertencias de la Organización Mundial de la Salud. Estados Unidos, Brasil, España, Italia y Reino Unido son los mayores ejemplos.
El filósofo esloveno Slavoj Žižek, a pesar de ser de origen anticomunista, expresó en su más reciente libro titulado «Pandemia«, que la coyuntura actual se ha convertido en una oportunidad para instalar un nuevo sistema social que sustituya al «Nuevo Orden Mundial liberal-capitalista», y que sea una especie de reformulación del «comunismo», en el que prime la confianza en el propio Estado.
Citado por El Diario, Žižek explicó que «la globalización, el mercado capitalista y la transitoriedad de los ricos» serían ahora conceptos favorecedores para la propagación del virus, motivo por el cual propone aprovechar el pánico para mejorar la organización mundial, y mencionó como ejemplo: «Israel coopera y ayuda a Palestina en la crisis, no por bondad, sino porque la pandemia no distingue a judíos de palestinos».
En ese sentido, William Castillo culminó con una reflexión: “Žižek simplemente se refiere a la necesidad de vivir en una sociedad más solidaria, que vuelva la vista a los sistemas públicos de salud y de control social ante las tragedias, volver a lo colectivo y olvidarnos que los sistemas privados responderán por nosotros. Es simplemente una nueva forma de defender la vida”.
En ese orden de ideas, Marycleen Stelling defendió que «el mundo tal como lo conocemos ha desaparecido. Es hora de encontrar, tras los tiempos de cólera, nuevas formas de vivir y convivir, de trabajar, de ocio, de amar; de hacer política y de repensar la economía».
Pero, lamentablemente, ese final que propone Slavoj Žižek jamás lo mostrarán en una película, o al menos en una que tenga alcance mundial y que sea distribuida en las mismas plataformas que hoy ofrecen ‘Contagio’, ‘Epidemia’ y ‘Virus’.